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Los padres de Talavera: “Es mentira que abandonásemos a nuestros hijos”

Santos Manuel e Iryna aseguran que el Ayuntamiento toledano les arrebató a los niños “Fuimos a pedir ayuda, pedí hablar con el alcalde”, dice él

Alejandra Agudo
Dependencias de Información y Registro del Ayuntamiento, donde se presentó la familia.
Dependencias de Información y Registro del Ayuntamiento, donde se presentó la familia.LA TRIBUNA DE TALAVERA

A Iryna Tkachiv, ucraniana de 36 años, se le pone la cara roja y los ojos acuosos, pero aguanta las lágrimas. “¡Maldita la hora en la que fuimos al Ayuntamiento!”, dice indignada. “Solo quiero recuperar a mis niños”, dice. “Es mentira que abandonásemos a nuestros hijos. Fuimos a pedir ayuda, pedí hablar con el alcalde”, recuerda Santos Manuel Calvo, nacido en Vitoria hace 52 años. El lunes tienen una cita en Toledo con una asistente social que ayer se puso en contacto con ellos, pero no confían en ver a los pequeños. “No sabemos ni siquiera dónde están. La prensa dice que en Toledo”, se queja Iryna.

Los padres acusados de abandonar a sus hijos de 10 y 21 meses en las dependencias de Información del Ayuntamiento de Talavera de la Reina (Toledo) rechazan de plano la versión del municipio. Él es soldador, aunque lleva cuatro años en el paro. Ella hace 13 que llegó a España desde su país. El último domicilio estable que tuvieron —lo perdieron al no poder pagar el alquiler— estaba en Cabezamesada (Toledo) no muy lejos del lugar donde se separaron de sus niños. Desde entonces han vagado por toda la Península en busca de trabajos que les permitieran salir adelante.

El progenitor cayó en paro en 2009: "No somos transeuntes,

La pareja relata tranquila, pero indignada, lo que sucedió en el Consistorio el miércoles, cuando los menores se quedaron dentro, al otro lado de la puerta. Llevaban dos días en la ciudad toledana pidiendo ayuda a Cáritas, Cruz Roja —que lo ha confirmado—, los Servicios Sociales e incluso el Instituto de la Mujer de la localidad. Y dicen los nombres de todas las calles (correctamente) para dar cuenta de que realmente estuvieron allí. La Concejal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento, Ana Santamaría (PP), aseguró el jueves que no tenían constancia de que hubieran pedido ayuda. “Hicimos lo que teníamos que hacer, poner a los niños y a sus padres donde había que ponerlos”, se limitó a declarar ayer.

Según el relato de los padres, los derivaban de un sitio a otro hasta que la Guardia Civil les dijo que fuesen al Ayuntamiento a explicar su caso. Una versión que el abogado de la pareja, José Ramón Felipe, ha confirmado con ese cuerpo. “Nos dijeron que dejásemos allí a los niños y que nos fuéramos, nos echaron de muy malas maneras”, asegura Irina, de nuevo con su rostro pálido enrojecido. “Ocurrió todo en dos minutos. Muy rápido”, añade Santos.

La pareja necesita tener un domicilio aunque sea ficticio para poder cobrar la pensión

¿Por qué se fueron los padres de la ciudad? “No teníamos nada que hacer allí, nos habían cerrado todas las puertas”, aclara el padre. “Le pedimos ayuda a una monja por la calle”, exclama Irina. Sin saber qué hacer, utilizaron los 8,50 euros que tenían para irse donde les llevase el autobús por ese dinero: Torrijos. Allí, Cáritas les pagó una pensión y el viaje a Madrid al día siguiente, donde estaban cuando les llamó la policía. “No lo podía creer”, dice Santos. En 20 minutos estaban en la comisaría más cercana.

“Solo pedimos un domicilio, aunque sea falso, en todos los sitios a los que vamos”, reitera el padre. Lo necesitan, dicen, porque él perdió hace tres meses la ayuda de 426 euros, que recibía por ser mayor de 52 años y tener “muchos cotizados”. “El INEM me pide que les dé un domicilio para recuperarla”, explica. En su DNI, renovado ayer en Madrid —gracias a que se lo ha costeado un policía nacional— figura una dirección en Cabezamesada (Toledo), donde la pareja vivía de alquiler hasta hace un año. Pero Santos está en paro desde 2009 y ya no tenían para pagar el alquiler. Así que está empadronado en una dirección —ella no porque no tiene papeles— en la que no está y no puede recibir correspondencia, por ejemplo, del servicio público de empleo.

"Maldita la hora en que

“No es verdad que seamos transeúntes, teníamos una casa”, dice Iryna. Desde que la dejaron “nunca” han dormido en la calle o en el coche, insisten ambos. “Siempre en hostales y pensiones”, subraya la madre. En algunos han permanecido, dicen, largas temporadas de hasta un mes. Para tener ingresos, empezaron a recorrer España en busca de trabajo. “Arreglaba persianas y sacaba para poder vivir”, explica Santos. En este ir y venir, Irina, embarazada de ocho meses, se puso de parto de su segundo hijo en Tudela (Navarra), donde la atendieron por la urgencia. Al primero lo tuvo en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), donde fue de urgencias cuando vivían en Cabezamesada.

Ya estaban pensando en establecerse en una ciudad para escolarizar al mayor. “Mira que guapo es. Esto no tiene truco, se le ve feliz”. Santos saca una foto de la cartera mientras Iryna enseña las del pequeño, rubio y regordete, en el móvil. Y subraya mientras señala con el dedo la escena de la imagen: “Mira. Esto es una casa”. Pero a principios de junio se truncaron sus planes de buscar una residencia fija. Cerca de Santander se les estropeó su coche con 380.000 kilómetros. Después de aquello, fue la primera vez que acudieron a los servicios sociales. Hasta entonces no habían ido porque no lo habían necesitado y temían que en vez de ayudarles, les quitasen a los niños. Acabaron en Toledo porque los profesionales les indicaron que tenían que ir a su comunidad, donde está empadronado Santos. Después de varios días sin recibir ayuda, decidieron ir a Talavera, la ciudad más grande de la provincia. “Pensamos que allí nos ayudarían”.

"Hicimos lo que teníamos que hacer", mantiene una concejal

La pareja, que se conoció en 2010 en un bar de Zamora porque a Iryna le hicieron gracia los chistes de Santos, contó el pasado jueves esta historia a su abogado de oficio. José Ramón Felipe no lo dudó. Se los llevó a su casa para que no pasaran la noche en el calabozo. “Es la primera vez que hago algo así en mi vida”, reconoce. “Lo he hecho por humanidad”, zanja. Esta noche, Iryna y Santos dormirán en un hotel costeado por una cadena televisiva, pero Felipe afirma que si hace falta él les acogerá.

El abogado subraya que está demostrado que han pedido ayuda, que no existe abandono y que ni mucho menos hay intencionalidad. En su opinión, los niños deberían volver con sus padres y archivarse la causa que se ha abierto contra estos. “Algún organismo les tendrá que ayudar para que no tengan que desprenderse de ellos”, considera. “Se quedaron sin opciones”, resume.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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