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Una cabeza de repuesto

La biología del desarrollo empieza a entender las claves de la regeneración de órganos en gusanos

Javier Sampedro

Perder la cabeza no supone un gran problema en el mundo de las planarias, o gusanos planos de vida libre. Cuando a uno de estos individuos le cortan la cabeza, les crece otra y santas pascuas. Los biólogos llevan un siglo mirando con envidia esta prodigiosa capacidad de regeneración que muestran estos gusanos y, en menor medida, otros animales como peces, lagartijas y ajolotes mexicanos, que no solo pueden regenerar los miembros perdidos, sino también órganos internos como el corazón.

El biólogo del desarrollo Yoshihiko Umesono, del Instituto Riken en Kobe, Japón –un centro del que oiremos hablar a menudo en los próximos años— y sus colegas del Instituto Max Planck de Biología Molecular y Celular, en Dresde, y las universidades de Illinois y San Francisco presentan en tres trabajos en Nature unas investigaciones que penetran en la lógica más profunda de la regeneración, en sus claves genéticas y celulares. Todo ello en las planarias.

Regenerar una cabeza humana no entra de momento en los planes de nadie –casi se diría que por fortuna—, pero entender las claves biológicas del fenómeno puede ofrecer algún día importantes claves de la reparación de órganos en general. Emular o ‘domesticar’ los procesos naturales de regeneración puede verse, al fin y al cabo, como el santo grial de la medicina regenerativa. De ahí el nombre de esta disciplina. La historia de la ciencia muestra que entender a fondo un fenómeno es siempre el preámbulo de sus aplicaciones tecnológicas.

Hay planarias y planarias. Algunas de estas especies de gusanos muestran una capacidad de regeneración completa –incluida la cabeza—, mientras que otras solo aciertan a reparar otras partes menos nobles del cuerpo. Esa diferencia es a menudo un buen punto de entrada si uno busca las claves un proceso. Los científicos han encontrado los componentes de las primeras planarias (genes, moléculas o células) que pueden conferir a las segundas planarias la capacidad de regenerar la cabeza.

El nombre del asesino –el sistema biológico que subyace a la capacidad de regenerar la cabeza— es Wnt/beta-catenina, uno de los sistemas de señalización fundamentales en todos los animales desde las medusas a los lectores, pero esa es una cuestión compleja en la que no nos conviene entrar. Al menos mientras no sepamos regenerar una cabeza.

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