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Tumbas de basalto para el CO2

Dos ensayos estudian la capacidad de almacenaje del gas en rocas porosas de origen volcánico

Para la lucha contra el efecto invernadero hay dos opciones: contaminar menos o evitar las emisiones de gases. En este segundo enfoque entran las iniciativas de secuestrar (enterrar) el CO2 producido. Y dos ensayos de los que se hace eco la revista Nature apuntan a un material idóneo: el basalto.

Estas rocas se forman por solidificación de la lava volcánica, y son muy porosas. La idea es inyectar el gas para que ocupe los espacios en los sedimentos profundos de este material, donde quedaría capturado. Además, no solo se mantendría ahí. Porque se calcula que al cabo de un tiempo relativamente corto, parte de ese gas reaccionaría con otros minerales y se solidificaría (el CO2 reaccionaría formando carbonatos). En concreto se calcula que el 20% se convertiría en 10 o 15 años.

Hasta ahora los intentos de enterrar el carbono se han hecho, sobre todo, en arenisca. Pero el basalto es una opción, indican los autores del trabajo, que señalan que hay ya dos proyectos en marcha, uno en Islandia y otro en el noroeste de Estados Unidos.

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No es una técnica barata. Hay que captar las emisiones, conducirlas y abrir pozos hasta el basalto, que luego deben sellarse. En el caso de Wallula, en el Estado de Washington, el basalto está a más de 800 metros de profundidad. Los trabajos medirán durante años si la captura es efectiva, si no hay fugas y la conversión en roca.

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