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Investigan la intoxicación de una veintena de cóndores en Chile

Estudian si un insecticida provocó dos aves muertas y 19 heridas por envenenamiento

Un cóndor andino curado por los veterinarios.
Un cóndor andino curado por los veterinarios.Santiago Llanquin

Dos cóndores muertos y otros 19 con signos evidentes de intoxicación es el balance actual de un envenenamiento masivo producido por causas aún sin determinar en las cercanías de Los Andes, ciudad ubicada 70 kilómetros al norte de Santiago de Chile. El caso se desencadenó el domingo pasado, cuando varios conductores que transitaban por la ruta internacional que une Chile con Argentina observaron el vuelo errático y a baja altura –menos de 15 metros del suelo– de una decena de aves. “Caían como moscas” a la tierra, según relató uno de los testigos.

Con ayuda de carabineros, los propios automovilistas rescataron a los primeros ejemplares desde la ribera y aguas del caudaloso río Aconcagua. Las cóndores, que ya no podían moverse ni volar y expulsaban una secreción verde por el pico, fueron trasladados a una clínica veterinaria cercana, donde se les aplicaron los primeros tratamientos. Eric Savard, médico de la Clínica Los Andes, señaló que los animales –el ave voladora más grande del mundo, mide 1,2 metros de alto y 3 de ancho con sus alas extendidas– llegaron en muy malas condiciones debido a una intoxicación que, según él cree, corresponde al consumo de un insecticida agrícola de uso frecuente en la zona para el cultivo de árboles frutales y hortalizas.

Los cóndores llegaron en muy malas condiciones debido a una intoxicación que, según se cree, corresponde a un insecticida agrícola.

“Mi primera hipótesis es que algún arriero puso esta clase de sustancia en un animal muerto, con el fin de evitar que su ganado fuera atacado por zorros o pumas, animales que bajan desde las zonas altas de la cordillera cuando está muy nevada, como ahora”, dijo Savard, quien además de suero y antibióticos aplicó a las aves un antídoto –llamado “atropina”– contra sustancias comunes en los insecticidas de uso de agrícola. El procedimiento le permitió estabilizar a los 19 cóndores que hasta el momento han llegado vivos a su consulta, mientras que dos murieron en camino.

A la espera de los resultados de los análisis de sangre y heces de las aves intoxicadas, un grupo de bomberos, policías, funcionarios municipales y del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) aún trabaja buscando especies enfermas en el área, donde además se encontraron dos zorros y dos vacunos muertos. El director regional del SAG, Pablo Vergara, señaló que por el momento no se descarta ninguna hipótesis para explicar el caso, como por ejemplo la contaminación de un curso agua, por lo cual se encargó un estudio al Ministerio del Medio Ambiente. La Brigada de Delitos Medioambientales de la Policía de Investigaciones, en tanto, quedó a cargo de la teoría del bovino rociado con veneno y deberá entregar los antecedentes a la Fiscalía de Los Andes, la que abrió una investigación por el caso.

Experto en cóndores, el biólogo chileno Víctor Escobar conoce muy bien la región donde cayeron intoxicadas las aves, gracias a un estudio que desde 2011 realiza junto a la ONG Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile para censar cóndores en todo el país. Más allá de las razones puntuales del caso, Escobar asegura que hoy estas aves –protegidas por ley y parte del escudo nacional chileno– viven una situación precaria debido a la escasez de alimentos. “A causa de la baja en la actividad ganadera de la zona, muchos cóndores han comenzado a alimentarse de basura. El caso más gráfico se presenta en las cercanías de Tiltil [localidad ubicada a 50 kilómetros de Los Andes], donde existe un vertedero en el que se han observado más de 200 cóndores comiendo de manera simultánea”, dijo Escobar, quien comenta que, pese al esfuerzo realizado por ornitólogos profesionales y voluntarios, aún no es posible aventurar una cifra de cóndores en Chile.

Planeando desde Venezuela hasta Tierra del Fuego, el Vultur gryphus –nombre común del cóndor andino– habita principalmente en la cordillera de los Andes, aunque también es posible verlo en las proximidades del océano Pacífico en Chile y Perú y cerca del Atlántico en la Patagonia argentina. La especie carroñera se alimenta solo de animales muertos –en muy pocos casos, de recién nacidos o moribundos– y puede vivir hasta 50 años en estado salvaje.

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