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COMIDA CON... ESTHER AGUILERA

“Mi papel es unir a personas en una agenda importante”

La líder hispana lamenta la falta de oportunidades de los sin papeles en EE UU

Aguilera: “En EE UU no se incentiva aprender otro idioma”.
Aguilera: “En EE UU no se incentiva aprender otro idioma”. Samuel Sánchez

Al padre de Esther Aguilera, un mexicano del Jalisco rural, le costó 10 años conseguir la ciudadanía estadounidense. El hombre había llegado al país de las oportunidades gracias a un programa para temporeros. “Fue jardinero, trabajó duro, crecimos con muy poco dinero pero los seis hermanos pudimos ir a la universidad”.

Nacida en México y radicada desde niña en EE UU gracias a la reagrupación familiar, Esther Aguilera es una de las líderes hispanas más influyentes del país al frente del Congressional Hispanic Caucus Institute (CHCI), una organización apartidista y sin ánimo de lucro “que forma y educa a líderes hispanos mediante becas y pasantías en el Capitolio”. “En 1978, cuando se creó el CHCI, había solo cinco congresistas hispanos; hoy son 36”, cuenta satisfecha.

El viaje entre Jalisco y Washington es una metáfora —como otras tantas miles— de la forja de un país en el cual Aguilera se siente “mexicana, hispana y estadounidense, sin querer renunciar a ninguna de esas condiciones”. Ante una paella mixta —la condición que puso para la cita: un buen arroz— y una copa de verdejo fresquito, Aguilera desgrana su historia. Licenciada en Políticas Públicas, su primer trabajo fue en Washington para la comunidad hispana; pasó una temporada en el Capitolio y dirigió un negociado del Departamento de Energía; también colaboró en varias consultorías privadas en asuntos de legislación. Mientras tanto ha tenido dos niños, que no pueden disfrutar a menudo de sus primos. “Todos viven en California, y nosotros en Washington”, se lamenta.

Arrocería St. James. Madrid

Ensalada de apio: 15,50 euros.

Paella mixta: 21.

Arroz negro: 20.

Pan y aperitivo: 6.

Agua y vino: 11,60.

Total: 81,51 euros.

Aguilera rechaza ser llamada líder: “Mi papel consiste solo en unir a personas en una agenda importante; mi presidencia [del CHCI] durante estos ocho años coincide con un incremento proporcional de la población hispana”. Aguilera saca la tableta del bolso, la planta sobre la mesa y olvida por unos minutos la paella; el arroz deja paso a los datos: “Casi el 17% de la población [de EE UU], es decir, 52 millones de personas, son hispanos, y 9 de cada 10 han nacido en ese país. Uno de cada tres menores de 18 años lo es: son los futuros consumidores, trabajadores, dirigentes”. Entregada a la causa, sonríe cuando se le pregunta si la pujanza de los hispanos se traducirá algún día no muy lejano en un presidente —o presidenta, por qué no ella— de esa comunidad. “El voto hispano fue determinante en la reelección de Obama en las últimas elecciones, pero queda camino por recorrer”, señala en referencia a la reforma migratoria de Obama, aprobada por el Senado en junio. “La última [reforma] fue en 1986. Es muy triste ver a jóvenes hispanos con buenas notas que quieren entrar en el instituto y que sus padres les dicen ‘no puedes, no tienes papeles’. Ha habido incluso suicidios...”, cuenta. Se calcula que en EE UU hay unos 11 millones de sin papeles.

Aguilera da buena cuenta de la paella, prueba el plato ajeno y picotea el pan, como el inglés picotea a menudo la charla, en castellano. “Mis hijos lo entienden, pero en EE UU no hay mucho empeño en aprender más de un idioma; no es porque la gente no quiera, sino porque no se incentiva”. Para remediarlo, ahí están sus viajes a California para ver a la familia, a los primos, “y las vacaciones anuales en México”.

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