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Los colegios mayores se unen contra las novatadas universitarias

125 centros firman contra esta práctica y reclaman el respaldo de los campus

Pilar Álvarez

“De rodillas, en un parque. Generalmente dentro del campus universitario, les meten un embudo en la boca y les echan sangría o vodka a chorro hasta que caen mareados. La mayoría de las veces, hay que llevarlos a rastras a los colegios”. La descripción está recogida en una web como una novatada. Hacer a un novato abusar del alcohol sin su consentimiento es el ejemplo más repetido entre los directores de colegios mayores y responsables universitarios entrevistados para esta información. Llega septiembre y, con él, una práctica atávica fuera y dentro de los campus universitarios que se usa como rito de iniciación.

La diferencia de este curso es que 125 colegios mayores (de los cerca de 160 existentes, según datos del consejo que los aglutina) se han unido para decir basta y comprometerse a combatirlas dentro y fuera de sus recintos. “Estamos profundamente preocupados”, señalan en un comunicado en el que aluden a “importantes secuelas psicológicas” y denuncian que atacan a la libertad y quiebran el principio de igualdad. Llevan un año preparando un texto que impulsaron desde Madrid y que hacen público ahora con el inicio de curso, intentando acabar con el “pacto de silencio” entre los colegiales por unas prácticas que “a menudo provocan situaciones injustificadas de maltrato, acoso y humillación”. Ya cuentan con la firma de respaldo de algunas universidades (Complutense, Pontificia Comillas, la de Navarra, Zaragoza y San Pablo-CEU) y esperan que se adhieran más.

El documento de los directores alude a importantes secuelas psicológicas

Muchos campus prohíben expresamente desde hace años estas prácticas y aseguran vigilarlas. Hay colegios mayores en los que, junto a la matrícula, entregan a los alumnos un documento en el que se comprometen a no hacer novatadas. Desde los centros y las universidades denuncian, no obstante, que son actuaciones que salen de sus ámbitos de actuación, por lo que piden la colaboración de padres e instituciones educativas, jurídicas y políticas. “Apenas hay denuncias porque hay miedo”, añade el texto.

No hay datos de novatadas en España. “Nuestra percepción es que no son más que antes ni más duras”, explica Ricardo Calleja, que ha ejercido de director del Colegio Mayor Moncloa (Madrid) hasta este mes. “Pero estamos más concienciados y queremos abordar un problema muy complejo que a veces nos ha superado”, añade. Su centro ha expulsado a un colegial temporalmente porque salió en un programa de televisión en un botellón. “No participa, pero se le ve riéndose de la novatada que le hacen a un alumno nuevo de otro colegio mayor”, señala Calleja.

El novato cenicero

La asociación No más novatadas tiene algunos ejemplos recogidos en su web:

• Usar a los novatos de ceniceros en las habitaciones de los veteranos, con sus manos y en ocasiones echarles ceniza en la boca.

• Pasar la noche debajo de la cama de un veterano.

• Tragar monedas, tierra, alpiste o comida para perros.

• Duchas de agua fría, juntos o separados, desnudos o vestidos en un ambiente de gritos y hostigamiento.

• Algunos estudiantes han sido desnudados y les depilado las piernas.

Hace dos años echó a andar la asociación No más novatadas. Su presidenta, Loreto González, asegura que ya han contactado con políticos y quieren reunirse en el Ministerio de Educación y con los grupos parlamentarios para que se elabore un decreto. “En Francia, las novatadas están expresamente recogidas en el Código Penal. Y aquí, ¿vamos a esperar a que ocurra algo más grave?”, señala. “Es un tema muy complejo y arraigado, el objetivo es sacarlo a la luz”.

La Universidad Pontificia de Comillas presentó en julio el estudio Novatadas. Comprender para actuar, para conocer “las raíces del problema”, explica Ana García-Mina, vicerrectora de Servicios a la Comunidad Universitaria y Estudiantes del campus y coautora del trabajo. Esta universidad informa a los alumnos al llegar de que el centro está a su disposición si las sufren. García-Mina asegura que no se han registrado en su campus, pero le han llegado noticias de colegios mayores en los que sí se han producido. “En nuestro centro, es una conducta de falta de respeto grave que se castiga en régimen disciplinario, como cualquier vejación”.

Actualmente en la Universitat de València están estrictamente prohibidas, pero se sabe que algunas se hacen, a pesar de que los colegiales conocen que el que sea sorprendido en su preparación o ejecución será expulsado de manera inmediata. Este campus, que se adherirá al manifiesto, instituyó a mediados de los noventa la Fiesta de Bienvenida para tratar de erradicarlas en la recepción del alumnado.

En el Colegio Rector Peset, el único propio de la mayor de las universidades valencianas, promoverlas o colaborar en ellas será motivo de expulsión, advierte la dirección. Además, durante dos meses se reforzará la seguridad las noches de los miércoles, jueves y viernes.

El comunicado del Consejo de Colegios Mayores rechaza los dos argumentos “más comunes” para intentar legitimar las novatadas: que son “bromas inocentes e indispensables” para la integración y que es una tradición a preservar. Pero esta percepción no ha calado entre el alumnado. “Los veteranos son los encargados de planear las novatadas a los nuevos, independientemente de la edad o del curso en el que estén. Son fundamentales para socializar e integrarse en el grupo, pero no pasa nada si no quieres participar. No te obligan”, señala una estudiante que pasó su cuarto año de medicina en el Colegio de Cuenca, en Salamanca. La joven, que prefiere no dar su nombre, asegura que, aunque los veteranos “se ponían muy serios para imponer respeto, solo era un papel”. Todos eran “conscientes del juego”.

Con información de Jessica Mouzo y J. M. Játiva.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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