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578.000 niños pierden la ayuda de libros de texto tras recortarse 67 millones

La caída del presupuesto autonómico para esta partida elevará más el número de afectados

Vídeo: Imagen: L. Almodóvar / REDACCIÓN y EDICIÓN: A. Nieto / S. Sánchez
Elisa Silió

Las estadísticas ilustran ya el devastador efecto que los recortes educativos están suponiendo para las familias. El pasado curso 578.549 niños dejaron de percibir la ayuda del ministerio para la compra de libros de texto o material didáctico tras un recorte de 67 millones (el 47%) en esa partida ministerial. Y podrían ser muchos más los damnificados, pues no se contabilizan los recortes en las comunidades (en torno a un 42% del total del dinero destinado lo aportaron las comunidades 2011-2012). Los beneficiarios llegaron a ser algo más de un millón en el curso 2008-2009, de un total de ocho millones de alumnos. Estos datos que dio a conocer este lunes el ministro José Ignacio Wert en rueda de prensa son, “sin duda, una barbaridad”, como reconocieron fuentes del ministerio.

En la Asociación Nacional de Editores de Libros de Texto y Material de Enseñanza (Anele) creen que estas cifras son solo la punta del iceberg. “Las pérdidas de becas son más graves que estos 67 millones reconocidos. Con los fondos de cooperación territorial las comunidades autónomas llegaron en 2011-2012 a presupuestar 100 millones para libros”, cuenta José Moyano, su presidente. “Y este curso no creo que pasen de 25-30 millones”. Es decir, en dos años va a fulminarse, según Anele, el 70% del dinero que las comunidades destinaban a este capítulo. Según cálculos de la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (Fuci) los libros en un centro público cuestan este año 180 euros, frente a los 195 del pasado año. En los concertados y privados los estudiantes tienen más y el gasto se dispara hasta los 200 y 240 euros respectivamente.

Jesús María Sánchez, presidente de la confederación laica de padres Ceapa —mayoritaria en la escuela pública—, se queja del gran problema social que está provocando la disminución de ayudas. “Nosotros propusimos hace años un modelo de reutilización y préstamo de libros de texto, que hubiera supuesto un gran desembolso para la Administración al principio, pero después mucho menos”. Sánchez habla de todas las iniciativas de los padres, como los mercadillos y bancos de libros. “En la sede de León hemos reunido muchos. Ahora tenemos que repartirlos entre los centros”, explica.

“Intentamos suplir con solidaridad lo que no obtenemos de los Gobiernos”, añade Luis Carbonel, presidente de la asociación católica de padres Concapa, mayoritaria en la enseñanza concertada. “Nos parece disparatado”, dice en referencia a los recortes. Incluso el fondo de libros usados se ha impuesto en elitistas centros privados.

El curso pasado se vendieron cinco millones de libros menos que el anterior (7,5%), un descenso que afectó sobre todo a primaria (9,5%) y secundaria (10,3%). Se han iniciado las clases y todavía varias regiones no se han pronunciado sobre la cuantía de las ayudas. “Es un sinsentido que no haya aún legislación de las ayudas. Que estén los niños sin libros y el dinero salga de los presupuestos de 2014 y lo cobren solo entonces”, prosigue Moyano.

El Gobierno de la Comunidad Valenciana pagó este lunes 11 millones de ayudas directas a las familias y cuatro millones y medio a las librerías del año anterior. En tres cursos la partida se ha reducido un 84%. En Cataluña, el presupuesto de 3,7 millones del año pasado no llegó a las familias y este año se han convertido en seis millones que la Generalitat va a hacer llegar a los 1.023 centros con alumnos en situaciones más extremas (una quinta parte del total). Y serán estos colegios e institutos públicos y concertados los encargados de gestionar este dinero.

Andalucía tiene un sistema de préstamos al que destina 42 millones y que renueva los libros cada cuatro años. Pero con la incertidumbre de la reforma educativa que cambiará los currículos el proceso se ha parado, lamentan en Anele. Asturias, Aragón, Murcia y Castilla y León dan ayudas directas. Canarias, Extremadura, Navarra, La Rioja y Madrid (desde este curso) apuestan por el préstamo.

En el instituto Juan de Mairena de San Sebastián de los Reyes (Madrid) tan solo 11 familias han cumplido las condiciones que pedía la comunidad para acceder al préstamo. Pero gracias a la campaña de donación que han impulsado los profesores y padres del centro, que recogían, evaluaban el estado de los ejemplares y los repartían, 185 alumnos (50 más que el año anterior) son los nuevos dueños de 1.400 libros usados. “San Sebastián es una ciudad de clase media, pero la crisis está atizando a todos”, explica Manuel Dueñas, presidente del Ampa del Juan de Mairena. “Los alumnos que han terminado segundo de bachillerato no se han sumado a la campaña. Han preferido vender sus libros en el mercado de segunda mano para pagarse las tasas universitarias que han subido mucho [65% en dos años en la región]”. Así que la asociación ha decidido comprar el próximo año los libros a los que acaban “para que no se rompa la cadena y participen los de primero de bachillerato”.

En el apartado de becas generales (para la exención de matrículas o compensar los pocos recursos de la familia) y de movilidad, aprendizaje de idiomas, excelencia, formación de profesorado o movilidad internacional (Séneca o Erasmus) el gasto ha bajado 134 millones (un 8,3% menos) y los beneficiados han disminuido en casi 25.000 en un año. El ministerio no ha desglosado la cuantía de las generales, sobre las que ha girado la polémica al depender su concesión en parte de la falta de recursos familiares.

El presupuesto para becas generales (1.167 millones) crecerá en 250 millones. Pero lo que Wert no desvela es cuál será el monto total del gasto en todos los tipos de becas, que presumiblemente bajará, como ha ocurrido en el último presupuesto. “El resto se determinará”, zanjó la cuestión el ministro.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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