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Hasta la contaminación ‘legal’ aumenta el riesgo de bajo peso al nacer

Según el mayor estudio europeo realizado hasta ahora en la materia, incluso con escaso nivel de polución el crecimiento fetal se ve afectado

Elena G. Sevillano

La contaminación que se respira en muchas ciudades europeas no solo afecta a la salud de los ciudadanos que viven o trabajan en ellas; también a los que todavía no han nacido. La exposición a las llamadas partículas finas —también conocidas como PM2,5 por su diámetro máximo— durante el embarazo aumenta el riesgo de que el bebé nazca con bajo peso, algo que se relaciona, entre otros, con problemas respiratorios. La revista The Lancet Respiratory Medicine publica hoy el mayor estudio europeo realizado hasta ahora sobre esta relación. Y concluye que, incluso con niveles bajos de contaminación, el crecimiento fetal se ve afectado.

El trabajo usa datos de un macroestudio europeo en el que participaron más de 74.000 mujeres de 12 países que tuvieron a sus hijos entre 1994 y 2011. Los investigadores estiman que, por cada aumento de cinco microgramos por metro cúbico en la exposición a partículas finas durante el embarazo, el riesgo de bajo peso al nacer aumenta en un 18%. “En todas las zonas donde se hizo el estudio se comprobó que no se superaban los límites de contaminación que marca la Unión Europea, es decir, que se cumplían los estándares de calidad del aire”, explica al teléfono Jordi Sunyer, uno de los autores y codirector del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (Creal) de Barcelona. “Esto demuestra que, si por debajo del nivel marcado hay efectos, tenemos que ser más exigentes”, añade.

Actualmente la Unión Europea tiene fijado el límite de PM2,5 en 25 microgramos por metro cúbico de media anual. Este contaminante procede de la industria, pero sobre todo del tráfico rodado (y especialmente de los vehículos diésel). La OMS estableció, ya en 2005, el umbral de protección a la salud en 10. En Estados Unidos el valor límite es de 15. En el estudio se registraron medias que iban de menos de 10 hasta casi 30 durante los embarazos de la población estudiada. “Si los niveles se redujeran a 10, se podría prevenir el 22% de los casos de bajo peso al nacer de los partos de más de 37 semanas”, afirma Manolis Kogevinas, otro de los autores, en una nota de prensa.

Precisamente la Comisión Europea está debatiendo si debe endurecer los límites de contaminación que se toleran en los Estados miembros. Un informe reciente de la OMS, que la UE tendrá en cuenta en su decisión, determinó que el efecto en la salud de la contaminación es aún más pernicioso de lo que se creía hace unos años. Y en la clasificación de peligrosidad, las partículas PM2,5 se llevan el primer puesto. “Son más tóxicas que el ozono, y el ozono es a su vez más tóxico que el dióxido de nitrógeno”, explica Sunyer acerca de los tres contaminantes más dañinos que se respiran en las ciudades.

“La proporción de nacimientos con bajo peso que se podrían evitar si se redujeran las concentraciones de partículas finas es similar a la de casos que se evitan si las madres dejan de fumar durante el embarazo”, explica la primera firmante del estudio, Marie Pedersen, por correo electrónico desde Estados Unidos. Añade que, a diferencia de lo que ocurre con la dieta o el tabaco, reducir la exposición a la contaminación atmosférica es complicado. “Si pueden, las mujeres embarazadas deberían evitar permanecer mucho tiempo al aire libre en horas punta, cuando hay mucho tráfico”, aconseja.

Varios estudios habían relacionado la contaminación con el bajo peso de los bebés al nacer. Uno publicado hace unos meses estableció una relación directa entre respirar aire sucio y los nacimientos con menos de 2,5 kilos (asociados con mayor morbilidad y mortalidad en la infancia y en la edad adulta). Este nuevo trabajo añade más alarma, puesto que comprueba que el efecto se produce incluso cuando en las zonas donde viven las embarazadas se cumplen los límites legales. Además, es el primero que ha seguido exactamente el mismo protocolo en todas las mediciones, lo que facilita la comparación y el cálculo preciso de la exposición a los contaminantes durante la gestación.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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