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“Un tomate es un concentrado de innovación”

El abogado preside la Organización Mundial de la Agricultura

Carmen Morán Breña
Marco Marzano, secretario general de la Organización Mundial de Agricultores.
Marco Marzano, secretario general de la Organización Mundial de Agricultores.CARLOS ROSILLO

Este señor es un agricultor? No parece. Marco Marzano (Roma, 1973) viste traje y la corbata adorna una camisa inmaculada. La cosa campestre es inexistente por parte de madre, todos abogados hasta él, la octava generación; por parte de padre ya se atisba alguna brizna de hierba, la que comían las búfalas del abuelo, que producía leche para mozzarella. Sin embargo, Marzano preside la Organización Mundial de la Agricultura (OMA-WFO) y cree que esta profesión que defiende es “la más noble” entre todas. “El agricultor se hace cargo de la economía, de lo social, de la soberanía alimentaria, cuida el suelo: no es parte del problema del cambio climático, sino de la solución. En Europa se percibe como algo menor, mientras que en Latinoamérica es una tarea muy noble”. Y Marzano cree también que será la “profesión del día de mañana”. Pues como no empiecen a pagarla mejor... “Sí, pero no todo es dinero”. Hombre, todo no, pero unas vacaciones de tanto en tanto...

Marzano es consciente de la debilidad del agricultor en una cadena alimentaria que penaliza también al último eslabón, el consumidor, quien ha de pagar, finalmente, unos precios que van engordando sin cuento, de intermediario en intermediario, hasta llegar al mercado.

“Lo que produce el agricultor es perecedero, está sujeto a un decremento constante, a medida que pasan las horas; necesita vender y lo hace a los precios que le imponen”, dice. Y la solución no la encuentra en reducir los eslabones de la cadena, “porque se perderían empleos” entre los intermediarios. “Ya hay cooperativas de distribución y el llamado mercado corto, o de kilómetro cero, es decir, del agricultor al consumidor, pero eso no va a resolver la situación, aunque es una buena vitrina para la concienciación”.

Y entonces suelta la palabra mágica: emprendedor, que en este caso suena hasta original, porque no son muchos los que la asociarían con campesino. Se equivocan, según su parecer: “El agricultor ya no es ese del azadón que va esparciendo semillas al viento. Ahora es una persona muy preparada. La agricultura y la innovación están totalmente relacionadas, aunque a los agricultores se les deja siempre fuera de estos foros de debate. Siempre han estado innovando, desde el sistema de riego de los jardines de Babilonia o los árabes hasta los injertos. Un tomate es un concentrado de innovación”. Como encuentra frente a él una cara expectante, se ratifica: “Sí, sí, como dicen ustedes en España, la innovación en agricultura es im-presionante, en dos palabras”.

Para ser italiano maneja el modo Jesulín de Ubrique con maestría... Se debe a su vida sentimental en España durante ocho años, a aquel trabajo en Alicante sobre denominaciones de origen para la UE y a sus muchas vacaciones en familia de adolescente. Estos días volvió para inaugurar el 8º Congreso Federal de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), a quien les habló de la creciente importancia de la agricultura familiar. “Además, los agricultores cuidan la imagen turística, los paisajes. El agroturismo es fundamental para complementar sus ingresos: el ordeño de las vacas, cómo se recogen los huevos del gallinero... Pero eso debe ser parte de su vida laboral, no un zoológico. Los problemas de los agricultores no se solucionan con cuatro chiringuitos y dos turistas que los visiten al año”.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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