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Una vuelta al mundo contra el fracaso en la educación

Dos maestros británicos logran el récord mundial del viaje más largo en mototaxi para descubrir proyectos educativos

Los dos profesores en la Plaza de Armas de Lima.
Los dos profesores en la Plaza de Armas de Lima.Tuktuktravels

Los profesores británicos Nick Gough y Richard Sears, ambos de 28 años y amigos desde la infancia, comenzaron en agosto del 2012 un recorrido por el mundo en mototaxi (tuktuk) o autorickshaw visitando proyectos educativos comunitarios. Antes de empezar la ruta en Londres, conversaron con muchos estudiantes y uno les preguntó: “¿Y qué pasa si fracasan?”. La pregunta les pareció entonces inoportuna pero cuando el vehículo se paraba cada cierto tiempo entre Ecuador y Perú o se aceleraba solo como si fuera a estallar el motor, la pregunta cobró sentido. A 70 kilómetros de su meta final decidieron jalar el tuktuk con un arnés en turnos de 20 minutos cada uno y no abandonar.

“Nos hicieron preguntas duras, y respondimos que dependía de la definición de éxito y fracaso, y que estaríamos felices si encontrábamos buenos proyectos en África, y luego lo mismo en Asia, y así sucesivamente”, explica Richard Sears a EL PAÍS en un café en Lima.

Gough y Sears fueron a la escuela juntos y, antes de renunciar a sus empleos como profesores para recorrer 37 países y unos 37,500 kilómetros, compartían todos los días 40 minutos de transporte de sus casas al trabajo. Han tenido mucho tiempo para conversar de sus planes.

Cuando el mototaxi se averió, tuvieron que arrastrarlo.
Cuando el mototaxi se averió, tuvieron que arrastrarlo.Tuktuktravels

“Nuestra generación ha fracasado en la escuela y queríamos promover proyectos no solo escolares, sino vocacionales: de educación adulta, de entrenamiento en habilidades, estimulación temprana. Las grandes organizaciones filantrópicas gastan un gran porcentaje de las donaciones en costos administrativos, por eso creamos una fundación en la que ningún miembro sea pagado y así recaudar fondos para proyectos educativos en el mundo”, explica Gough.

Los activistas británicos explican que decenas de iniciativas educativas pequeñas no tienen acceso a internet y no son visibles y destacan que hay 57 millones de niños no van a la escuela. En este recorrido han filmado algunas de estas propuestas, “para darles voz, pues a veces están en lugares aislados” y pedir apoyo para ellos.

“En Malasia conocimos un carpintero y artesano de 28 años, exitoso económicamente, pero que de niño tuvo que abandonar la escuela. A los 26 años retomó los estudios y a la vez empezó a enseñar joyería, costura y artesanía a un grupo de viudas de su comunidad. Fue muy inspirador, las mujeres decían que antes no tenían nada que hacer y solo estaban esperando morir. Ahora producen unos collares y objetos que él ayuda a vender y reinvierten ese dinero al proyecto. Él está muy contento y dice que a medida que más estudia, más quiere enseñar a otros. En Gran Bretaña uno no vería a nadie enseñando a ancianos, a no ser que se trate de un programa gubernamental”, relata Sears.

Ambos quedaron también impactados con la experiencia de una mujer de 27 años en Nueva Delhi, quien en el barrio rojo de GB Road da clases a hijos de trabajadoras sexuales y a ellas también. “Es un trabajo increíble porque se ocupa de una brecha en un lugar adonde nadie quiere ir y los fortalece”, refiere Richard.

“En Asia y en África pensamos que nuestro mototaxi era irrompible. Dos o tres veces tuvimos agujeros en las llantas, pero en Sudamérica tuvimos demasiados problemas mecánicos. Todo fue mal. A la salida de Chiclayo, en Perú, cuando el motor se aceleraba solo, tuvimos pánico”.

Entonces decidieron apagar la máquina y seguir el camino arrastrando el tuktuk con un arnés. Un hombre que manejaba un mototaxi de la misma marca, Piaggio, los encontró así en Chepén, en la Carretera Panamericana norte de Perú. Al enterarse de su recorrido mundial y su causa les contó que era mecánico especializado en esa misma marca y en poco tiempo lo arregló. “Nos hizo un descuento, como varios otros mecánicos entre Perú y Ecuador”, cuenta Gough, un economista de Cardiff y con una maestría en relaciones internacionales y ciencias sociales.

En Perú han visitado un proyecto educativo en el balneario norteño de Lobitos, donde un excampeón de surf enseña a los niños en las horas de educación física de la escuela. Es un programa donde también transmiten principios sobre el cuidado del mar y del medio ambiente. “En Lobitos piensan que el lugar puede crecer desordenadamente, como Máncora a pocos kilómetros de allí, y por eso estos valores son importantes”, indica Sears, formado en Cambridge en teología y estudios de religión y con una maestría en desarrollo y estudios de África y Oriente.

En la comparación mundial, y cuando solo les falta pisar Chile y Brasil, los británicos han pasado los momentos más escalofriantes en las carreteras de Perú: “Aquí los vehículos más grandes cierran al más pequeño en la carretera, y nosotros hemos estado al final de la cola. Han sido las rutas más peligrosas, peores que en Egipto o India”.

Los activistas británicos cerrarán su recorrido en Río de Janeiro, colocarán el tuktuk en un puerto y volverán a su tierra en víspera de Navidad. Estando en Perú se han dado cuenta de que si llegan al norte de Chile podrán también marcar el record de dar la vuelta al mundo en un mototaxi, por haber estado en cuatro polos opuestos. El próximo año presentarán su experiencia colegios y educadores, editarán los materiales que han filmado y luego buscarán de nuevo un empleo.

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