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La oxitocina mejora la función cerebral en menores con autismo

Según un estudio, "esta hormona regula las áreas responsables de las deficiencias sociales en niños con este trastorno"

Carolina García
Christopher Astacio lee con su hija, Cristina de dos años, diagnosticada de autismo.
Christopher Astacio lee con su hija, Cristina de dos años, diagnosticada de autismo.Bebeto Matthews (AP)

Los niños autistas tienen dificultad para relacionarse con los demás y un estudio elaborado por la Universidad de Yale plantea una posible vía para que esto mejore. Según los expertos, “una pequeña dosis de oxitocina -conocida como la hormona del amor- puede activar, de forma temporal, las zonas del cerebro que se ocupan de la interacción social", aseguró Ilanit Gordon, una de los autoras, a AP. Es el primer estudio que determina “cómo afecta esta hormona al cerebro de estos menores y que es prometedor”, añadió.

La oxitocina es una hormona que produce el cerebro y que se cree que está implicada en procesos sociales como el reconocimiento emocional, el amor o la confianza. Según algunos estudios, a veces esta hormona mejora la habilidad de empatizar y conectar socialmente “y se cree que reduce los comportamientos repetitivos”, informa The New York Times. Aunque también algunas investigaciones no han encontrado relación alguna y, todavía, ninguna ha llegado a determinar si su uso a largo plazo es positivo o negativo.

El estudio analizó a 17 niños y adolescentes con autismo a los que se le sometió a dos sesiones de imaginación cerebral. En cada una, los participantes recibieron una dosis de oxitocina o un placebo con un espray nasal y se les preguntó que describieran una imagen con ojos de persona o de coches.

Los resultados concluyeron que, en comparación con las sesiones en las que se administró placebo, cuando los niños inhalaban la hormona su actividad cerebral se restablecía temporalmente; exactamente, aquellas regiones dedicadas al proceso de información y vinculadas con la percepción social y las deficiencias emocionales. Aunque esto solo ocurría con las fotos de personas.

La hormona del amor parecía no tener ningún efecto cuando el niño describía la foto de vehículos, agregan los autores en el estudio. “En otras palabras, lo que hace esta hormona es ayudar a mostrar al cerebro la diferencia entre lo social y lo no social”, añade la investigación publicada ayer lunes en Proceedings of the National Academy of Science.

A pesar de que las dosis de oxitocina no modificaron las habilidades de los menores durante la investigación, lo que indica, según los autores, “es que, tal vez, si los niños inhalan esta hormona antes de comenzar una terapia conductual -modificación de comportamiento mediante técnicas de exposición, juego u otras- puede potenciar los efectos de la misma”. Estudios previos a este habían mostrado la existencia de niveles más bajos de esta hormona en sangre en menores con autismo que entre aquellos con un desarrollo normal.

“Nuestros resultados son particularmente importantes teniendo en cuenta la urgente necesidad de tratamientos para contrarrestar la disfunción social en los trastornos del espectro autista”, agregó la experta. “Pero no quiero que ahora una gran cantidad de padres empiecen a dar a sus hijos oxitocina porque no hemos concluido que inhalar esta hormona sustituya a los tratamientos que existen para tratar este trastorno”, concluyó Gordon.

El Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) anunció el pasado marzo que uno de cada 50 niños en edad escolar del país padecía un trastorno del espectro autista (Síndrome de Asperger, Autismo y Trastorno del desarrollo no específico), una cifra que supera la estimación federal elaborada hace tan sólo un año en la que se indicaba que uno de cada 88 menores sufría esta psicopatología.

Estos trastornos están acompañados por deficiencias en la interacción social y, en la mayoría de los casos, se presentan patrones restringidos, repetitivos y estereotipados del comportamiento. A pesar de que muchos de los niños son diagnosticados a la edad de 8 años, últimamente, ha habido un incremento del número de casos entre los menores de tres años.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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