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“A menos 30 grados te congelas en un minuto”

A temperaturas tan bajas todo el cuerpo debe estar protegido La hipotermia es el efecto más grave

Un hombre con la cara tapada para combatir las temperaturas bajo cero que ha dejado el temporal que azota parte de Estados Unidos.
Un hombre con la cara tapada para combatir las temperaturas bajo cero que ha dejado el temporal que azota parte de Estados Unidos.Justin L. Fowler (AP)

Hablar del efecto del frío es fácil con alguien acostumbrado a ir a la montaña, como la directora del Instituto de Medicina de Montaña y del Deporte, Anna Carceller. Claro que todo depende de la protección que se tenga. “A menos 30 grados, la temperatura a la que se ha llegado en partes de EE UU, una persona mal preparada se congela en un minuto”, afirma.

Y no hace falta que haga tanto frío. La sensación, y sus efectos, se multiplica hasta 14 veces si hay humedad, y más de 30 si hay agua. El viento tampoco ayuda, indica Carceller.

“El frío duele”. La médica contesta a EL PAÍS justo después de bajar del Pirineo oscense. “Siempre he ido muy protegida, pero una vez -y fue culpa mía-, aunque llevaba guantes, no eran impermeables, y las manos tardaron un par de semanas en recuperarse”. Guantes, gorros, máscaras… la protección es fundamental, insiste. “La ropa tiene que ser la adecuada. Hay que llevar varias capas, tres o cuatro, más algo para parar el viento”, dice.

Los efectos de no estar bien acondicionados son dos. “Uno, todo lo expuesto se hiela. La nariz, las orejas, las manos, los pies son las zonas más susceptibles de helarse. El frío entra como agujas. Pero son zonas periféricas y, si todo va muy mal, se soluciona cortando”, dice con resignación. En cambio, la hipotermia “supone un riesgo vital”. “El cuerpo humano está a unos 37 grados. Cuando hace mucho frío no somos capaces de generar el calor suficiente, y nos vamos enfriando”, explica Carceller. Por debajo de los 35 grados aparece la hipotermia.

Los síntomas empiezan por temblores, tiritonas. “Los movimientos se vuelven más lentos, se razona peor”, dice la experta. La pérdida de la consciencia es paulatina. Las manos se entumecen. “Uno no se da cuenta de que se está muriendo. Por eso sa la muerte por congelación se le llama la muerte dulce”. Pero el organismo tiene sus defensas. Cuando no puede calentar todo el cuerpo, se concentra en el tronco, en los órganos vitales. Por eso esa es la zona que hay que calentar preferentemente.

Otras medidas a tomar con comer adecuadamente (meter calorías), hidratarse, no beber alcohol (que es un vaso dilatador y, por tanto, ayuda a perder temperatura), no fumar (tiene un efecto similar en los pulmones), y aislarse del suelo frío, indica Carceller. Parece la guía de lo que una persona con pocos recursos tiene más difícil hacer: buena ropa, buenos alimentos, un buen entorno convenientemente aislado. “Por eso los indigentes son los más perjudicados en las olas de frío”, afirma la médica.

Pese a todo, Carceller afirma que ha visto casos sorprendentes. El cuerpo humano tiene una extraordinaria capacidad de resistencia. “Cuando hace mucho frío, las funciones vitales se ralentizan”. Así, quien puede parecer muerto por congelación a lo mejor revive al recuperar la temperatura. Por eso “los médicos decimos que un muerto no lo está hasta que vuelve a estar caliente”.

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