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Cañete exime al 98% de empresas del seguro de daños al medio ambiente

Medio Ambiente reforma una ley socialista que obligaba a 320.000 operadores a suscribir avales El Gobierno dice que las 5.470 que los mantienen tienen mayor potencial de generar accidentes

Vertido de la empresa minera sueca Boliden, en Aznalcóllar (Sevilla).
Vertido de la empresa minera sueca Boliden, en Aznalcóllar (Sevilla).

Se les llamó “seguros verdes”. Una de las leyes más ambiciosas del anterior Gobierno socialista en materia de medio ambiente fue la que, en 2007, obligó a decenas de miles de empresas potencialmente contaminadoras a contratar avales o fianzas para pagar cualquier accidente del que pudieran ser responsables. En esencia, se trataba de pasar de la teoría a la práctica el principio de “quien contamina, paga”. La empresa suscribía una garantía financiera en función de su potencial para generar daños medioambientales con la que responder en caso de accidente. La ley de 2007 obligaba a 320.000 operadores a contratar estos seguros. La reforma que ahora ha emprendido el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente exime al 98% de esas empresas: solo se les exigirá a 5.470.

Los “seguros verdes” nunca llegaron a ponerse en marcha

La ley de 2007 era tan ambiciosa que, en realidad, nunca llegaron a ponerse en marcha las garantías financieras. El desarrollo reglamentario de la norma fue retrasando su aplicación práctica. Se publicaron órdenes ministeriales que ampliaban los plazos, de forma que, como explica Rita Rodríguez, abogada de la ONG WWF, “nunca llegó a ser exigible”. La reforma que impulsa el ministerio de Miguel Arias Cañete significa que esas garantías ya no serán exigibles para el 98% de las actividades que la ley de 2007 sí consideraba obligatorias. El ministerio argumenta que ha eximido a las actividades “con escaso potencial de generar daños medioambientales y con bajo nivel de accidentalidad”. Las cementeras, grandes químicas, centrales de energía eléctrica, etcétera, sí deberán suscribir los “seguros verdes”.

La exención de casi 315.000 actividades respecto a la ley de 2007 ha llamado la atención del Consejo de Estado en su dictamen del 19 de diciembre pasado. “Una exención tan generalizada debería, a juicio del Consejo de Estado, integrarse mejor en el presente anteproyecto de ley”, señala el texto, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Para Hugo Morán, portavoz de Medio Ambiente del PSOE, el órgano consultivo “está criticando el hecho de que prácticamente se produce una excepcionalidad generalizada; la excepcionalidad se convierte en regla”.

El propio operador será el que determine la cuantía de la garantía

“La nueva ley restringe al mínimo las actividades sujetas a la garantía. Y además, al escaso número que sí se las exige, les concede un principio de voluntariedad y no de obligación”, añade. Morán se refiere a otra de las novedades que incluye esta reforma con respecto a la norma de 2007. A diferencia de lo que ocurría antes, cuando era la Administración la que determinaba la responsabilidad de cada empresa, ahora el operador que esté obligado a constituir la garantía será el que “determine su cuantía a partir de la realización del análisis de riesgos de su actividad, y quien comunique a la autoridad competente la constitución de la misma”, según el texto del anteproyecto que pasó a Consejo de Ministros a mediados de enero.

“Ahora será algo voluntario”, advierten los ecologistas

“Es como si el principio el que contamina, paga pasara a ser voluntario”, dice Mario Rodríguez, director de Greenpeace España. “Si hay una póliza suscrita, te aseguras de que el culpable de, por ejemplo, un vertido, paga lo que contamina. Si no, hay que ir a los tribunales a exigírselo. Al final, esta reforma significa que a los grupos ecologistas nos toca gastarnos los cuartos en acudir a la justicia para exigir reparación cuando hay un accidente. La experiencia dice que, como no haya garantía o aval, no paga ni el tato”, asegura. “Con la ley actual, necesitabas autorización de la Administración. Ahora, con comunicar el plan de prevención de riesgos será suficiente. Dependerá de la buena voluntad de los operadores. La reforma parece una amnistía encubierta para la mayoría de empresas”, añade.

“No está tan claro que un negocio pequeño no deje secuelas”, añaden

Guillermina Yanguas, directora general de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural, asegura que “España dio un paso valiente” en 2007 al exigir garantía financiera a las empresas. La ley trasponía una directiva europea sobre responsabilidad medioambiental que, tal y como recuerda Yanguas, daba libertad a los Estados para decidir si obligaba a sus empresas a suscribir avales o seguros. “El propio Gobierno socialista se dio cuenta de que la exigencia era excesiva”, señala. Y explica que no es lo mismo un taller de coches o una tintorería que una cementera o una química. Con la reforma el ministerio pretende que las empresas con mayor potencial de generar daños o con mayor nivel de accidentalidad —5.470 operadores— estén obligados a constituir las garantías “en junio de este año”. Sobre la determinación del importe de esas garantías, afirma: “Es el propio operador el interesado en tener bien cubiertos los daños que pueda producir”. Que sea voluntario “no impide que la Administración lo revise”, añade.

A Rita Rodríguez, en cambio, le preocupa que “todo quede en manos del operador. Él se evalúa su propio riesgo y decide la cuantía de la garantía. ¿Se va a revisar luego?”, se pregunta. “Y no está tan claro que una pequeña o mediana empresa, como un taller de chapa, no pueda causar daño”, añade. Mario Rodríguez también usa ese ejemplo: “A un taller se le rompe un tanque de aceite de usado y pasa al alcantarillado. Antes, en caso de vertido, una aseguradora respondía y pagaba el daño. ¿Y ahora?”.

“Graves deficiencias” en las leyes

Una bolsa de lodos tóxicos de una mina situada a las afueras de Aznalcóllar (Sevilla) reventó en 1998 y causó un desastre ambiental en el entorno del parque nacional de Doñana. Su propietaria, la empresa sueca Boliden, se declaró en quiebra y el Estado tuvo que pagar los 89 millones de euros que costó la reparación de los graves daños ecológicos. La empresa Erkimia vertió durante varios años 700.000 metros cúbicos de residuos tóxicos al río Ebro, que se acumularon en el lecho de un pantano en Flix (Tarragona). Limpiarlos costará al Estado 165 millones.

“La debilidad de nuestras leyes para evitar que queden impunes los delitos medioambientales es evidente”, señala el portavoz de Medio Ambiente del PSOE, Hugo Morán. El dictamen del Consejo de Estado sobre la reforma de Ley de Responsabilidad Medioambiental que está tramitando el Ministerio de Medio Ambiente también habla de los “defectos” del régimen jurídico español en este sentido.

El texto señala que la revisión "se lleva a cabo en un momento en que los avatares jurídicos subsiguientes a sucesos tales como el caso Prestige, o preventivos, como el caso de la plataforma Castor, ponen de relieve la existencia de defectos" en el régimen jurídico que, "sumados al fracaso del caso Boliden, muestran graves deficiencias hasta el grado de que puede decirse que el ordenamiento español todavía carece de un sistema mínimamente garante de la prevención, evitación y reparación de los datos al medio ambiente". El dictamen añade que las leyes españolas, a diferencia de las europeas, no han entendido que el principio de quien contamina paga "no es un sistema de búsqueda de culpables sino una regla de responsabilidad objetiva".

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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