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“En EEUU todo el mundo tiene un ‘lobista”

Es el rey de K Street, la meca de los 'lobbies' estadounidenses Se codea con Bill Clinton, Barack Obama y las grandes fortunas

Toni Podesta/ Carlos Rosillo.
Toni Podesta/ Carlos Rosillo.

Tony Podesta (Chicago, 1943) es uno de esos hombres que parecen sentirse muy cómodos en su propia piel. Transmite una serenidad y una confianza que, probablemente, le ha ayudado a abrir más de una puerta en Washington, hasta convertirse en el rey de K Street, la meca de los lobbies estadounidenses. Se codea con Bill Clinton, con Barack Obama y con las fortunas, ONG y países que recurren a su buen hacer para que sus intereses acaben reflejados en la letra pequeña de las leyes que luego marcarán sus destinos. Podesta es además un destacado recaudador de fondos del partido demócrata estadounidense. Su agenda de contactos es una mina.

Podesta se presenta en un céntrico restaurante madrileño, rodeado de un séquito de colaboradores, que anticipa el calibre del personaje. Arranca desgranando las virtudes de los lobbies, omnipresentes en la jungla política estadounidense y algo más incipientes y menos sofisticados en el contexto europeo, y sobre todo en el español. “Los lobbies proporcionamos información a los parlamentarios y a los políticos que rodean al presidente y que toman las decisiones. Somos un servicio vital para la democracia, porque hacemos que se tomen mejores decisiones, más informadas”. ¿Y qué pasa con la gente que no puede permitirse pagar a los lobistas para defender sus intereses en los centros de poder? “En EE UU todo el mundo tiene un lobista. Las enfermeras, los maestros, la gente pobre”. Pero tener más recursos sin duda permite un lobby más intenso y efectivo… “Es demasiado simplista pensar que siempre ganan los más ricos, pero desde luego es mejor ser rico que pobre. Los ricos tienen más lobbies”. En Europa, donde a veces opera en el entorno del Parlamento Europeo y la Comisión, “las empresas de lobby y los bufetes de abogados proliferan muy rápido”.

A finales de los ochenta fundó con su hermano John la empresa a la que recurren Gobiernos como el de Irak o Japón

Hijo de madre grecoamericana y padre italiano mostró ya de joven su inquietud por todo lo que rodea a la política. Siendo todavía un universitario, se embarcó en diversas campañas electorales. A finales de los ochenta fundó con su hermano John —hoy asesor del presidente Obama— la empresa a la que recurren Gobiernos como el de Irak, Japón o Hong Kong. Desde entonces, no ha parado. Él y su ejército de lobistas penetran los flamantes despachos oficiales y también las cloacas del poder; aunque probablemente a él le gustaría hablar más de tuberías o incluso de conectores. Porque su trabajo consiste precisamente en eso, en convencer, en embellecer, en vender. Cuando se le pregunta por casos o clientes difíciles habla de cómo logró modificar la legislación para cambiar el etiquetado de los pollos congelados que se hacían pasar por frescos, victoria celebrada por productores y consumidores. Le gusta más detenerse en eso o en los logros en la investigación médica que en el fango en el que chapoteó otro de sus clientes, BP, responsable del vertido de 800.000 toneladas de petróleo en el golfo de México.

Podesta disfruta viendo la serie House of cards, el culebrón político que destripa el lado oscuro del poder washingtoniano y que encandila también a Obama. “Pero claro, no te puedes creer todo lo que ves en la televisión”. ¿Y a los políticos que usted tan bien conoce? “La verdad es a menudo la primera víctima en política”. El lobista ha recalado en España invitado por la Fundación Rafael del Pino y aprovechando la celebración de Arco, la cita anual de arte contemporáneo en Madrid. Podesta dedica parte de su fortuna a coleccionar obras de arte. “Me encanta venir a España porque es un país con una gran tradición artística”.

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