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Contra la venta de los nombres de Marte

La Unión Astronómica Internacional denuncia iniciativas y negocios que ofrecen al público nombrar objetos y lugares celestes

El cráter Becquerel en Marte captado por la sonda `Mars Express´, de la Agencia Europea del Espacio (ESA).
El cráter Becquerel en Marte captado por la sonda `Mars Express´, de la Agencia Europea del Espacio (ESA).ESA/DLR/FU Berlin (G. Neukum)

Elija un astro, póngale el nombre que desee y recibirá un certificado con las coordenadas del objeto, mapas del cielo, los datos y su denominación… previo pago. Un regalo original, un recuerdo o un capricho. La oferta en por Internet es notable. Pero, ¿alguien utilizará ese nombre? En el mapa de quien se lo haya vendido, sí. El resto del mundo, no. Una reciente oferta para bautizar un cráter de Marte -quedan medio millón anónimos-, con un pago moderado y fines educativos y de exploración, según sus promotores, ha disparado la alarma de la Unión Astronómica Internacional (IAU, en sus siglas en inglés). “Tales iniciativas son contrarias al espíritu de acceso libre e igualitario al espacio, y van contra las regulaciones internacionalmente reconocidas”, advierte este organismo en un comunicado, enfatizando que “ningún nombre comprado puede ser utilizado nunca en mapas oficiales”.

La IAU se encarga desde su fundación, en 1919, de la nomenclatura de objetos celestes para estandarizar los varios y confusos sistemas que se utilizaban hasta entonces. Incluso durante la guerra fría, en plena carrera espacial en los años sesenta, la unión internacional desempeñó un papel clave para poner de acuerdo a Estados Unidos y la Unión Soviética en los nombres de los lugares de la Luna.

“Para asegurar que todos los científicos, educadores y el público en general hablan el mismo lenguaje, los astrónomos de la IAU han acordado estándares comunes para nombrar objetos espaciales, rasgos o fenómenos , de manera que puedan ser fácilmente localizados, descritos y debatidos”, dice la asociación en un comunicado. Además, solo se nombran los objetos o fenómenos que tienen un especial significado científico, de manera que quedan otros muchos para futuras generaciones.

La reacción de la IAU responde especialmente a la iniciativa del proyecto Uwingu, que lanzó hace unos días un científico, Alan Stern, para nombrar cráteres en Marte a partir de cinco dólares y con precios ascendentes según el tamaño del cráter. Si mucha gente se anima y se cubren los 500.000 cráteres disponibles en la cartografía marciana, se puede alcanzar la nada despreciable suma de 10 millones de dólares (7.200.000 euros), calcula la empresa. Y se destinarían a programas educativos, científicos y de exploración. No se trata de un concurso, ya que se aceptarán todos los nombres que se adquieran, excepto aquellos que se consideren ofensivos o claramente inapropiados. Y será una cartografía no oficial, ya que no se intentará la aprobación de los nombres por parte de la IAU, informa Space.com. La iniciativa se presenta a sí misma: "Uwingu es una pequeña empresa fundada por astrónomos, científicos planetarios, educadores espaciales y antiguos empleados de la NASA. Nuestra misión es crear nuevas vías para que la gente conecte personalmente con la exploración espacial y la astronomía".

Un total de 15.000 cráteres de Marte tienen ya nombre oficial de la IAU, siguiendo unas reglas y criterios para denominar los objetos celestes. “Según las reglas vigentes, el público general no puede pedir que se dé un nombre concreto a un rasgo particular, pero se puede hacer a través de las convocatorias públicas que puedan hacer las agencias espaciales o los descubridores”, señala la organización. Pone el ejemplo de la iniciativa de la NASA que hizo un llamamiento, en 1989, a proponer nombres de mujeres famosas para lugares en Venus, con ocasión de su misión Magallanes en ese planeta. Más recientemente, los dos últimos satélites de Plutón descubiertos han recibido los nombres (Kerberos y Styx) resultantes de una votación pública, libre y gratuita, y han sido aprobados oficialmente. La mayoría de las estrellas y galaxias se conocen exclusivamente por su nomenclatura técnica, que suele ser una serie de números y letras, siguiendo los parámetros estandarizados, pero también hay muchas con nombres, sobre todo recogiendo los utilizados históricamente.

“Para los cráteres de Marte, solo sus descubridores, las agencias espaciales, pueden tomar la iniciativa de implicar al público en el proceso de dar nombres, en cooperación con la IAU, y siguiendo las regulaciones internacionales”, señala la organización.

En la IAU un grupo de trabajo especial sobre nomenclatura (WGPSN), en representación de la comunicación internacional de astronomía, se ocupa del sistema oficial de nombres, siguiendo unos criterios establecidos y públicos, para los objetos del Sistema Solar, ya sean rasgos de la superficie de los planetas, los satélites naturales, los planetas enanos o los anillos de los planetas. 

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