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DÍA DEL AGUA

La pobreza hídrica se agudiza

El cambio climático perjudica aún más a las regiones que dependen de la lluvia para abastecerse

Participantes en las marchas por el derecho al agua del pasado fin de semana llevan su protesta al estanque del parque del Retiro de Madrid.
Participantes en las marchas por el derecho al agua del pasado fin de semana llevan su protesta al estanque del parque del Retiro de Madrid.ONGAWA

No se van a cumplir estrictamente los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) vinculados al abastecimiento de agua potable y saneamiento. Encima, el cambio climático agudiza ya la disponibilidad de este recurso hídrico en varios puntos del mundo, en especial en los países más pobres. Analistas de diversos organismos internacionales, como la OMS y Unicef, y el último informe del Panel Intergubenamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) no pintan un panorama muy halagüeño para un planeta en el que cada día mueren 2.000 niños por enfermedades, especialmente diarreas, asociadas a un nulo o deficiente acceso a fuentes de agua potable.

 A mediados del mes de febrero, la Asamblea General de la ONU celebró una reunión de alto nivel para afrontar la lacra que supone que, aún hoy, cientos de millones de personas sigan sin agua potable, saneamiento y electricidad en sus hogares, y para pensar en resolver estas graves carencias más allá de 2015, fecha marcada para cumplir con los ODM. En esos días, la agencia de noticias IPS publicó un completo artículo de Thalif Deen, experto divulgador de reuniones y acuerdos en torno a la ONU, donde los más altos responsables de esta organización asumían el “fracaso hídrico”.

El primero en ejemplificar esta realidad fue el propio presidente de la Asamblea General, John Ashe, quien repitió las cifras de la vergüenza: “783 millones de personas viven sin agua potable y 2.500 millones no tienen saneamiento adecuado”. Y en un guiño a lo que está por venir añadió: “Alrededor del 80% de la población mundial vive en áreas con graves amenazas a la seguridad hídrica”.

De lo que está por venir tendrá mucha culpa el cambio climático. Los primeros datos del quinto informe del IPCC, presentados en septiembre del pasado año, pronostican graves alteraciones en el ciclo del agua. “En la región mediterránea, Oriente Próximo, suroeste de EE UU y sur de África se reducirá la escorrentía [agua disponible] y la humedad del suelo”, explican en el resumen del informe, y Thomas Stocker, copresidente del grupo de trabajo que lo ha elaborado, afirmó en la presentación que “es muy probable que las olas de calor ocurran con mayor frecuencia y duren más”. “Conforme se vaya calentando la Tierra, prevemos que las actuales regiones húmedas recibirán mayores precipitaciones, y las regiones secas, menos”.

Más sequías

No hace falta esperar para comprobar cómo se agudizan estos cambios. Hace ya diez años, WWF puso rostro a las consecuencias de este fenómeno con su campaña Testigos del clima. Penina Moce, madre de cinco hijos y habitante de la isla de Kabara, del archipiélago de Fiyi, resumía su situación: “La isla de Kabara no tiene ríos y dependemos de las lluvias para obtener agua potable. Nuestra capacidad de almacenamiento es escasa”. El incremento de las sequías y una mayor erosión costera perjudican a unas poblaciones que, como en el caso de África, dependen al 95% de las lluvias como recurso hídrico, al no existir pantanos ni otras infraestructuras de abastecimiento.

Crear esas infraestructuras (balsas de recogida de agua de lluvia, canales, acequias, tanques…), adaptar las plantaciones y las variedades de cultivo a las nuevas condiciones climáticas y fomentar el desarrollo de las energías renovables, en especial la solar, son algunas de las medidas que se están poniendo en práctica para paliar el impacto climático asociado al agua.

En países como Sri Lanka, que ocupa la isla situada al sureste de India, las consecuencias de las recurrentes sequías también se hacen notar y piensan en las energías renovables como alternativa porque el único recurso local y renovable con el que cuentan es el agua, a través de las presas hidroeléctricas. La falta de lluvias, además de reducir sus cosechas de arroz, obliga al país a importar combustibles fósiles que laminan su economía e independencia energética y contribuyen a fomentar el fenómeno causa de sus desgracias, el cambio climático. En declaraciones a IPS, Riza Yehiya, experto esrilanqués en el manejo de riesgos climáticos, advierte que los gobernantes no están tomando en serio estos cambios: “Los que están en el poder lo ven como una cosa pasajera”.

Pero el mayor esfuerzo deben hacerlo las economías y los países más pudientes. Según Girish Menon, director de programas internacionales de la organización WaterAid, “la ayuda internacional para el agua y el saneamiento cayó alrededor de mil millones de dólares entre 2009 y 2011, en parte debido a la crisis financiera mundial”. Esta aportación se recuperó en 2012, pero todavía está en la mitad del presupuesto estimado para financiar los compromisos sobre el agua de los ODM.

Invertir en solucionar estos problemas es hacerlo en mejorar las condiciones de salud, educación y, en definitiva, de vida de un tercio de la población mundial, como se encargan de recordar en estos días las ONG Ongawa y Alianza por la Solidaridad, que participan en la Marcha Mundial por el Agua y el Saneamiento 2014. Desde Ongawa recuerdan además “la discriminación, la desigualdad y el desgaste para la salud de mujeres y niñas, que se ven obligadas a emplear seis horas diarias para acceder a fuentes de agua”.

La crisis también corta el agua

“Muchas familias no tienen acceso a una necesidad vital como es una vivienda digna, pero tampoco al agua, el gas y la luz”. Esta frase no se refiere a ningún país en desarrollo, sino a España. La Aliança contra la Pobresa Energètica, que agrupa a diversos colectivos sociales de Cataluña, hacía esta afirmación recientemente en la presentación de un modelo de moción municipal a aprobar por los Ayuntamientos para garantizar el suministro del agua, entre otros servicios, a personas que no pueden pagarlo.

Según la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (Aeopas), actualmente se tramitan 500.000 avisos de cortes de suministro de agua anuales por impago, un 30% más que hace cuatro años. De ellos, se ejecutaron 300.000. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) calcula que en un 20% de los hogares españoles existen dificultades para pagar los recibos del agua.

Disponibilidad de mínimos de agua potable, condonación de las deudas y que como principio de precaución no se produzca ningún corte sin poder demostrar que en el hogar hay capacidad económica para hacer frente al recibo básico es lo que exigen desde la Aliança contra la Pobresa Energètica. Fernando Morcillo, director de la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS), que agrupa a los principales operadores, afirma no haber detectado tantas incidencias como se denuncian: “En cualquier caso, los servicios de aguas cuentan con elementos de acción social para tratar estos temas mediante la reducción de la cuota, y existe un procedimiento reglado con advertencias y plazos de regularización antes de llegar a un corte que decide siempre la Administración local, no el operador”.

Para demandar y asegurar el suministro de agua y el saneamiento como servicios públicos esenciales para todas las personas se presentó a mediados de febrero en el Parlamento Europeo una iniciativa ciudadana, Right2Water, respaldada por 1.900.000 firmas.

Hace unos días, la Comisión Europea respondió a la iniciativa publicando una comunicación en la que se compromete a implantar una serie de medidas e invita a los Estados miembros a que “redoblen sus esfuerzos para garantizar el suministro universal de agua sana, limpia y asequible”.

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