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MEDIO AMBIENTE

La ciudad se ahoga en una partícula

Nueve de cada diez habitantes de las urbes del mundo respiran aire contaminado La OMS recuerda que 2,6 millones de personas mueren al año por esta causa

Elena G. Sevillano
Un turista frente al palacio presidencial en Nueva Delhi, India.
Un turista frente al palacio presidencial en Nueva Delhi, India.Altaf Qadri (AP)

La calidad del aire que se respira en la mayoría de las ciudades del mundo empeora, alertó ayer la Organización Mundial de la Salud (OMS), y con ella aumenta el riesgo de que su población padezca enfermedades respiratorias, coronarias y otras patologías relacionadas con la contaminación. Casi el 90% de las urbes sobre las que se han recopilado datos —1.600 en 91 países— superan los niveles recomendados por la OMS de un tipo de contaminación, las partículas en suspensión, muy relacionado con el tráfico, la industria y las calefacciones. Los datos vuelven a llamar la atención sobre un problema al que hace unas semanas la OMS también puso cifras. Estimó que uno de cada ocho fallecimientos en el mundo se producen como consecuencia de la exposición al aire sucio: siete millones en 2012.

“Hemos visto que la situación empeora, sobre todo en países de crecimiento económico rápido, los llamados emergentes. En los industrializados, los datos no mejoran como venían haciéndolo en los últimos 20 o 30 años”, señala María Neira, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS. Recopilar y hacer pública esta base de datos, “la más grande del mundo sobre calidad del aire y población urbana”, pretende contribuir a “concienciar y movilizar” sobre un problema que, insiste, “tiene un impacto clarísimo en nuestra salud”. Al teléfono desde Ginebra, Neira subraya que la OMS no ha querido “castigar” a las ciudades con peores datos exponiéndolas, sino “apreciar su trabajo al monitorizar la situación y estimular a otras para que hagan lo mismo”.

Los datos presentados ayer actualizan una base de datos que ahora cuenta con 500 ciudades más que en el anterior recuento, de 2011. Solo el 12% de estas urbes respiran lo que la organización considera aire limpio, que en el caso de las partículas PM10 —llamadas así por su diámetro, inferior a 10 micras— es de una media anual de 20 microgramos por metro cúbico. Peshawar y Rawalpindi, ambas en Pakistán, son las ciudades más contaminadas, con registros que multiplican hasta por 27 los máximos recomendados: 540 y 448, respectivamente. De las 20 ciudades con peor calidad del aire, la mitad están en la India. Nueva Delhi marca 286.

Muy lejos de los datos europeos, que rondan los 60 en ciudades búlgaras y polacas y bajan hasta los 11 de Reikiavik o los 12 de Copenhague. En España, la ciudad más contaminada es La Línea de la Concepción, con 33. Barcelona, con 25, y Madrid, con 22, superan las recomendaciones de la OMS, pero, como ocurre en el resto de Europa, los registros son de los más bajos en la clasificación mundial.

La mitad de la población urbana objeto del estudio está expuesta a niveles al menos dos veces y media superiores a los que la OMS recomienda no superar, recuerda Neira. Las causas son variadas: la dependencia de los combustibles fósiles, como en las plantas que producen energía con carbón; el transporte en vehículos privados; la escasa eficiencia energética en los edificios (cómo se calientan o enfrían y aíslan) y el empleo de biomasa para cocinar y para las calefacciones. “Hablamos de zonas urbanas, así que el transporte, el tipo de vehículos y la clase de combustible que usan, juega un papel muy destacado”, afirma la experta.

Los científicos apuntan a los vehículos que funcionan con motores diésel como los grandes culpables de la mala calidad del aire de muchas ciudades. Emiten más partículas microscópicas y óxidos de nitrógeno que los de gasolina. A mediados de 2012 la OMS certificó que los humos del diésel causan cáncer de pulmón. La organización ha recomendado que se reduzcan los valores límite de partículas PM2,5, también llamadas partículas finas (menos de 2,5 micras de diámetro), las que genera la combustión de carburantes fósiles, especialmente los vehículos diésel. Están compuestas por elementos tóxicos, como metales pesados, y son muy peligrosas porque, al ser tan pequeñas, penetran con facilidad en las vías respiratorias. Varios estudios las han relacionado con la mortalidad por causas cardiovasculares y respiratorias.

La base de datos de la OMS también recoge las mediciones de PM2,5 y muestra que Nueva Delhi, con una media anual de 153 microgramos por metro cúbico, es la ciudad más sucia del mundo para este contaminante. De las 20 ciudades con peores registros, 13 están en la India. La OMS tiene establecidos 10 microgramos de media anual como el umbral de protección a la salud. En Europa, los peores datos están en Polonia, con alguna ciudad por encima de 40, y en República Checa, con varias que superan los 30.

A finales de abril pasado la OMS reveló en otro informe que la contaminación es más dañina para la salud de lo que se creía. El vínculo entre la exposición al aire sucio y las enfermedades respiratorias, cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares (ictus) y el cáncer resultó ser mucho más estrecho. La organización cuantificó que unos siete millones de muertes en 2012 se podían atribuir a la contaminación, parte a la atmosférica (2,6 millones) y parte a la interior (4,3), la que se produce dentro del hogar por cocinar con fuegos abiertos, estufas de carbón, leña o biomasa.

La agencia de la OMS que investiga el cáncer (IARC, en sus siglas en inglés) actualizó hace unos meses su clasificación y situó la contaminación ambiental en el nivel 1, el más alto, el de las sustancias sobre las que no cabe duda científica acerca de su relación con el cáncer. 

Planes en el aire

Ana Gabriela Rojas, Nueva Delhi

“Siempre quise vivir en India, así que cuando me destinaron a Nueva Delhi fui con mucha alegría. Pero apenas llegué, me di cuenta de que sería fatal para mi salud”, explica Sara, una empleada de la ONU. Tuvo que pedir el traslado porque sus problemas de alergias le hacían imposible respirar en la que la OMS ha confirmado como la ciudad más contaminada del mundo en partículas en suspensión PM2,5, por encima de Pekín.

Los expertos ya habían alertado de los problemas de salud en la capital de India. “La contaminación del aire es el quinto factor de muerte en India. Las partículas (PM10 y PM2,5) entran en los pulmones y causan problemas respiratorios y cardiacos, además de cáncer”, dice a medios locales Anumita Roychowdhury, del Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente. Funcionarios del Gobierno de la ciudad admiten fuera de los micrófonos que el Ministerio del Medio Ambiente les ha pedido un plan para mejorar la calidad del aire, pero que la implementación se ha retrasado porque el Gobierno todavía no está decidido: son tiempos electorales en la mayor democracia del mundo. El plan incluye más autobuses de gas y el uso de energía solar.

Un horizonte invisible

Paula Chouza, México D. F.

La Ciudad de México sigue ahogándose. Tan siquiera un día a la semana, si uno mira al horizonte, es posible ver las montañas que rodean la capital del país. Aunque el problema medioambiental en el Distrito Federal —con 20 millones de habitantes en toda su área metropolitana— se remonta a los años ochenta del siglo pasado y el Gobierno registra continuamente las emisiones, la ciudad sigue suspendiendo todos sus exámenes. Entre el 1 de enero y el 29 de agosto de 2013, el 43% de los días —casi cuatro meses completos—, los niveles de ozono excedieron los límites establecidos. Hace 23 años, la Ciudad de México instauró un programa que impide el tráfico de algunos vehículos en función del día de la semana para reducir las emisiones y promover la modernización del parque automovilístico. Hoy está en revisión por obsoleto. Mientras, la capital decreta alertas cada vez que los niveles de ozono suben, de forma frecuente. Cuando sucede, se recomienda no fumar en espacios cerrados y se prohíben las actividades al aire libre. Un estudio de 2013 revela que cada año mueren en el país 14.000 personas por enfermedades relacionadas con la contaminación.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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