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El alcohol se relaciona con 3,3 millones de muertes anuales en el mundo

El 7,6% de los fallecimientos de hombres y el 4% de los de mujeres se deben a la bebida Cánceres, accidentes, violencia y enfermedades hepáticas son las principales consecuencias

El 19,6% de los bebedores españoles son considerados de riesgo.
El 19,6% de los bebedores españoles son considerados de riesgo.luis sevillano

El alcohol forma, junto al tabaquismo, la mala dieta y la falta de ejercicio el cuarteto de causas de muertes prevenibles, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta acaba de presentar un estudio mundial sobre esta sustancia,y la principal consecuencia es que la bebida se relaciona con 3,3 millones de muertes en el planeta –el 7,6% de los de hombres y el 4% de los de mujeres, lo que da una media de aproximadamente el 6% de las defunciones del planeta cada año-. Esta proporción es reflejo de que los hombres son más bebedores que las mujeres, aunque hay datos que demuestran que ellas son más susceptibles a algunos efectos adversos de la bebida. No solo por cuestiones intrínsecas (suelen pesar menos, tienen menor capacidad de procesamiento hepático y más proporción de tejido graso, que son factores de riesgo), sino también sociales, porque son víctimas de violencia por sus parejas cuando beben, por ejemplo.

Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS).
Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS).EL PAÍS

Europa es la región con mayor porcentaje de bebedores, y, dentro de ella, España se acerca mucho a la media: 11,2 litros de alcohol puro al año (10,9 es la cantidad europea), que sube a 16,4 litros cuando se reparte solo entre bebedores; el 68,3% de los mayores de 15 años beben; un 19,6% de ellos son bebedores de riesgo y hay un 0,7% de personas con dependencia alcohólica (frente al 4% de Europa). La proyección hasta 2015 es de una estabilización.

La segunda región es América: el 70,7% de los mayores de 15 años y el 52,8% de las mujeres de esa edad bebe, muy por encima de la media mundial (el 47,7% y el 28,8% respectivamente).Sin embargo, en cuanto a los litros ingeridos por cada bebedor, el continente está por debajo de la media, solo por delante del norte de África y Oriente próximo. También en América es donde hay más mujeres con problemas de comportamiento asociados al alcohol, y donde hay más regulaciones sobre el acceso. Por consumo, en el continente destacan Canadá, Granada y Santa Lucía, con más de 10 litros por bebedor.

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El informe divide las bebidas en tres grupos: espirituosas (licores), cerveza y vino. Cada una representa, respectivamente, el 50,1%, el 34,8% y el 8% del alcohol ingerido. En la región europea el reparto es: 39,9% de cerveza, 32,9% de espirituosos y el 25,7% de vino. En América, 55,3% de licores; 32,6% de cerveza y 11,7% de vino. El modelo español es diferente: 50% de cerveza, 28% de licores y un 20% de vino.

Cánceres, accidentes, violencia y daños hepáticos son las principales consecuencias del consumo de alcohol, pero el informe destaca que hay evidencia de su relación en otras enfermedades, como el sida o incluso la tuberculosis, por su efecto sobre aspectos como el uso de medidas preventivas. Hasta 200 patologías se relacionan con el consumo de alcohol. De ellas las hay propiamente efecto de la bebida (el síndrome alcohólico fetal), pero también las hay relacionadas como la pancreatitis, cirrosis, cáncer de boca y faringe o problemas neurológicos y enfermedades mentales que se van agravados, como la epilepsia. Además están las complicaciones cardiovasculares.

España, un modelo más seguro y a la baja

De los datos sobre España que recoge la Organización Mundial de la Salud en su informe sobre los daños del alcohol destacan dos: es de los pocos países en los que el consumo, medido en litros, baja algo (de 12,3 en el periodo que va de 2003 a 2005 a los 11,2 de media entre 2008 y 2010), y también es de los pocos países en los que la “forma de consumo” se considera menos peligrosa (un 1 en una escala del 1 al 5 asignada por la propia OMS).

Esto último parece que tiene que ver con una forma mediterránea de beber, con consumos abundantes pero sostenidos, en lugar de una manera más nórdica, las llamadas borracheras de atracón —binge drinking en inglés—. De hecho, solo un reducido grupo de países está en este grado de menor riesgo, todos de Europa occidental y del sur: Portugal, Francia, Italia, pero también Alemania, Holanda, Bélgica, Austria y Suiza. Entre los países donde peor se bebe, destacan Rusia y Ucrania (un 5 en la escala), pero en el grupo con un 4 están Reino Unido y muchos de Europa del Norte.

Respecto al consumo, la lista de países que beben menos es muy heterogénea: junto a España están Eritrea, Venezuela, Sudáfrica, Guatemala y Guinea.

Pero el alcohol no solo causa muertes. Las organizaciones sanitarias tienen otra medida para evaluar el impacto de una enfermedad o problema: los años de vida saludable perdidos (DALYs). En 2012, según el estudio, fueron 139 millones, o el 5% del total atribuido a todas las enfermedades.

Todos estos datos sitúan el consumo de alcohol entre las cinco primeras causas de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo. Y ello sin contar las consecuencias socioeconómicas del abuso del alcohol, que se pueden dar hasta en las sociedades más tolerantes: pérdida de ahorros, del trabajo, problemas familiares o estigma y discriminación.

Sin embargo, la OMS destaca que dos tercios de la población del planeta no bebe, por lo que esta cifra se concentra en el otro tercio (el 38,3% que sí lo hace), que consume, de media, 17 litros de alcohol puro al año. El trabajo destaca que hay una relación entre la riqueza de un país y la bebida. Es la cantidad y el modo de consumo lo que determina el daño, señala la OMS. El tercer aspecto es la calidad del alcohol consumido, pero a distancia de los otros dos factores. Y ello a pesar de que un 25% de la bebida consumida es de fabricación casera.

“Hay que hacer mucho más para proteger a la población de las consecuencias negativas del consumo de alcohol”, ha dicho Oleg Chestnov, experto en enfermedades crónicas y salud mental de la OMS. Con estos datos “no hay lugar para la complacencia”.

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