Distinción de por vida
Ser becario Fulbright es una distinción para toda la vida, pero también es una responsabilidad
La Comisión Fulbright está de enhorabuena. La concesión del Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional nos honra y refuerza nuestro trabajo del día a día, que no es otro que dar continuidad y potenciar los programas de becas entre España y Estados Unidos.
La Comisión es una entidad cuya junta de gobierno está presidida por representantes del Gobierno de EE UU, a través de su Embajada en nuestro país, y del Ejecutivo español. Ambos contribuyen a la financiación del programa, que se complementa con fondos de administraciones regionales y de empresas interesadas en las relaciones entre los dos países.
Hay tres pilares en los que se basa este programa: en primer lugar, el riguroso proceso de selección regido sólo por los méritos de los candidatos, que coordinan las comisiones binacionales de los países, pero que llevan a cabo expertos externos en las diferentes especialidades académicas, muchos de ellos antiguos becarios. El segundo es el valor añadido que se presta al becario, desde antes de su viaje, durante su estancia y posteriormente, de forma que tiene la oportunidad, por ejemplo, de conocer distintas partes de EE UU y a otros becarios de diferentes partes del mundo. Y el tercero es la labor de los propios fulbrighters, que con su desarrollo personal y profesional y su gratitud al programa son los que lo encumbran y le dan el prestigio internacional que ostenta.
Ser becario Fulbright es una distinción para toda la vida, pero también es una responsabilidad que implica dar a conocer la cultura propia y trabajar para que se comprenda la ajena. El jurado de los premios de la Fundación Príncipe de Asturias así lo ha entendido, y por eso hoy estamos de enhorabuena.
Alberto López San Miguel es director de Fulbright España.
