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La terapia del cáncer de pulmón busca suprimir la quimioterapia

Los nuevos antineoplásicos ofrecen menores efectos secundarios La supervivencia puede duplicarse con los fármacos innovadores

María R. Sahuquillo
Radiografía de un fumador con cáncer de pulmón.
Radiografía de un fumador con cáncer de pulmón.Scott Camazine

Objetivo: desterrar o reducir la quimioterapia. Los laboratorios investigan nuevos fármacos para sustituir el clásico tratamiento antineoplásico por otro que aumente la supervivencia libre de cáncer sin las alteraciones tan importantes de la quimio, lo que añade calidad de vida a los pacientes. Por esa vía avanzan ya los tratamientos basados en la inmunoterapia —fármacos que aprovechan las células del propio cuerpo para combatir las células cancerosas—, la gran promesa en el abordaje de esta enfermedad, o la terapia personalizada. Pero también algunos de los llamados fármacos dirigidos, por ejemplo, indicados para el tratamiento de ciertos cánceres de pulmón. Los últimos estudios muestran que algunos empiezan a dar ya mejores resultados que la quimioterapia como primera opción de tratamiento.

Más muertes

Entre el 10% y el 15% de los cánceres de pulmón de células no pequeñas se debe a una mutación en el gen EGFR.

La cifra de muertes por cáncer de pulmón aumenta cada año. La OMS calcula que, sin no se toman medidas, en 2030 se alcanzarán los 2,3 millones de fallecimientos anuales.

En 2012, fallecieron en Europa 264.782 personas por cáncer de pulmón, de las cuales 183.369 eran hombres y 81.413 eran mujeres, según el Observatorio Europeo del Cáncer. Ese año, 21.118 personas murieron por cáncer de pulmón en España, 17.430 hombres y 3.688 mujeres.

Se estima que el de pulmón es el causante del 18% de las muertes por cáncer en el mundo. Solamente el 7% de los enfermos siguen vivos a los cinco años del diagnóstico.

Es el caso de afatinib (Boehringer Ingelheim), un fármaco indicado para algunos tipos de cáncer de pulmón (el EGFR, más frecuente en los no fumadores y que representa el 15% de los cánceres de pulmón de células no pequeñas) que, según los datos de varias investigaciones presentadas en el último Congreso Mundial de la Asociación Americana de Oncología Médica (ASCO), puede estar llamado a sustituir a la quimio en las primeras líneas de tratamiento. “Puede cambiar la práctica clínica”, apuntaba Rafael Rosell, director del Programa de Precisión y Biología del Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO).

Dos estudios realizados en más de 600 pacientes indican que dar este fármaco oral (se toma una vez al día) antes que la quimio prolongó la supervivencia global de los pacientes con cáncer de pulmón portadores de la mutación EGFR en una mediana de tres meses (27,3 en comparación a 24,3 meses); reduciendo el riesgo de muerte en un 19%. “Los pacientes tuvieron, además, menos síntomas asociados al cáncer de pulmón y menos efectos adversos que la quimioterapia”, explicó uno de los autores principales del trabajo, James Chin-Hsin Yang, oncólogo de la Universidad de Taipei (Taiwan), en la presentación de los estudios en Chicago, donde EL PAÍS acudió invitado por Boehringer Ingelheim.

Los pacientes tratados con afatinib antes que con quimio vivieron casi un año sin experimentar crecimiento tumoral (11,1 meses) frente a algo más de medio año (6,9 meses) en aquellos tratados con quimioterapia. Además, los portadores de las mutaciones del EGFR más comunes (las que pueden suponer más del 90% de los tumores) que fueron tratados con este fármaco vivieron más de un año sin experimentar progresión de la enfermedad (13,6 meses) frente a algo más de medio año (6,9 meses) en los pacientes del grupo tratado con la quimioterapia de referencia.

Pero si el tumor ha progresado, explicó Rosell, el fármaco también da buenos resultados en segunda línea combinado con quimioterapia. Falta por comparar si afatinib ofrece mejores resultados que otras terapias dirigidas —como gefitinib (Astra Zeneca) o erlotinib (Roche)— que persiguen los mismos objetivos.

También otros laboratorios han hecho avances para desterrar la quimio en este grupo de pacientes. Es lo que se denomina terapia combinada. Uno de los trabajos presentado en Chicago muestra, por ejemplo, que la combinación de erlotinib y el antiangiogénico bevacizumab (ambos fabricados por Roche) da mejor resultado que emplear solo la terapia dirigida con erlotinib. Esta combinación, explicó Josep Tabernero, jefe de Oncología del hospital Vall d’Hebron (en Barcelona), logró mejorar significativamente el tiempo sin progresión de la enfermedad, con una mediana de 16 meses frente a 9,7 meses solo proporcionando erlotinib.

Tratamiento según el grado

En el cáncer de pulmón microcítico, el pronóstico y el tratamiento dependen del estado de la enfermedad.

Al principio, la cirugía ofrece las mayores oportunidades de cura, aunque solo el 20% de los pacientes tiene un tumor operable. Cuando está en el grado I se puede operar sin necesidad de realizar ningún tratamiento posterior, aunque se puede dar radioterapia y quimioterapia. En el nivel II, cuando el tumor se ha extendido cerca de los ganglios, se puede tratar de operar o dar radioterapia y se da luego quimio.

En el grado III también es posible operar y extirpar el tumor con éxito en algunos casos. Sin embargo, las probabilidades de curación son muy inferiores. A estos pacientes se les da quimioterapia y radioterapia. Si no funcionan se les da lo que se denomina terapia dirigida, una nueva generación de moléculas que bloquean el crecimiento y la diseminación del cáncer porque interfieren en el crecimiento y en el avance de los tumores.

En el estado IV los pacientes tienen un mal pronóstico de curación. El objetivo de las terapias es controlar los síntomas y mantener un buen nivel de calidad de vida el máximo tiempo posible. Se suele emplear radioterapia para reducir el cáncer y sus síntomas, como el dolor; y también quimio antes y después de la radioterapia. Las terapias dirigidas también están indicadas para estos pacientes, en los que la quimioterapia no ha funcionado.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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