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joanne liu / presidenta de médicos sin fronteras

“La epidemia va más deprisa que nuestra respuesta”

La presidenta de Médicos sin Fronteras denuncia la pasividad de Occidente: "El ébola no se puede controlar cerrando las fronteras"

Elena G. Sevillano
Joanne Liu durante su visita al centro de tratamiento de ébola de Kailahun, Sierra Leona.
Joanne Liu durante su visita al centro de tratamiento de ébola de Kailahun, Sierra Leona. P.K. Lee / MSF

Joanne Liu, pediatra canadiense de origen chino, es la presidenta de Médicos sin Fronteras desde octubre pasado. En la organización desde 1996, ha trabajado en crisis sanitarias en Mauritania, Haití, Kenia, Palestina y Sudán, entre otros. Su último viaje a zona de emergencia sanitaria ha sido al triángulo del ébola: Liberia, Sierra Leona y Guinea. De allí volvió hace unos días con un mensaje muy claro para Occidente: cerrar las fronteras no sirve para luchar contra el ébola; lo que se necesita es enviar personal cualificado a África Occidental. “Hacen falta manos sobre el terreno”. En conversación telefónica desde Nueva York insiste en que el brote solo se contendrá si los países ricos envían más medios.

Pregunta: ¿Cuál es la situación en estos tres países?

Respuesta: Guinea lleva cinco meses luchando contra el ébola. En Liberia y Sierra Leona es mucho más reciente. Lo que vi durante el viaje es que la epidemia en estos dos países se está desarrollando más deprisa que nuestra capacidad de respuesta.

P. ¿Se puede decir que el virus está descontrolado?

R. La epidemia evoluciona con rapidez, y sí, ahora mismo no está completamente bajo control. Y eso nos preocupa.

P. Muchos sanitarios se han contagiado; otros han huido. ¿Aguantan la presión los sistemas de salud locales?

R. Además del ébola, ahora estamos tratando con las consecuencias del ébola. Los sistemas de salud están colapsados. La mayoría de las instalaciones sanitarias en Liberia y muchas en Sierra Leona están cerradas, bien porque el personal se infectó y enfermó, o porque a la población le da miedo acudir.

P. ¿Qué ocurre con otros problemas de salud?

R. Nos enfrentamos a una situación realmente dramática; los pacientes no se tratan de problemas médicos muy simples, como la malaria. Esta semana hemos tenido seis mujeres que estuvieron dando vueltas por la ciudad en Liberia y terminaron perdiendo a sus bebés porque no encontraron un lugar donde dar a luz. Esto es lo que llamo la crisis dentro de la crisis. Los pacientes ya no pueden ir a consulta para una simple malaria o dar a luz con seguridad. Necesitamos personal médico que reabra algunos centros de cuidados básicos.

P. ¿Qué hace falta sobre el terreno para parar al virus?

Hay básicamente dos maneras de cortar la cadena de transmisión. Una es conseguir que los funerales se lleven a cabo de forma segura. Necesitamos informar a las comunidades, para que sepan lo que es el ébola y cómo protegerse. Todos los cuerpos tienen que ser tratados y desinfectados antes de las ceremonias. Además, hay que hacer un rastreo de los contactos. Sabemos que por cada persona infectada hay otras 20 que han estado en contacto directo con ella. Hay que identificarlas y vigilarlas durante 21 días. El problema es que ahora mismo no tenemos capacidad suficiente para seguir a todos los contactos de los afectados. Para controlar la epidemia hay que trabajar para evitar que la gente se infecte, pero no hay medios para transmitir la información, hacer vigilancia epidemiológica, contar los afectados. Ni siquiera sabemos cuántos casos hay. No tenemos una fotografía clara y precisa de lo que está pasando.

P. ¿Cómo están las instalaciones y el personal de Médicos sin Fronteras?

R. Estamos al límite. Tenemos centros especializados en ébola en los tres países y hemos conseguido ampliar un poco la capacidad en Liberia, pero ahora mismo no llegamos a más.

P. ¿Están respondiendo adecuadamente la OMS y la comunidad internacional?

R. Occidente está fallando en la respuesta al ébola. Hay miedo y la gente piensa que la solución es cerrar las fronteras, cuando la única forma de contener la epidemia es incrementar los medios sobre el terreno. Países ricos como España deberían enviar sus mejores recursos: técnicos de laboratorio para ayudarnos a diagnosticar, expertos en enfermedades infecciosas y fiebres hemorrágicas, personal que sepa tratar a pacientes en contextos de elevado contagio. Pero no solo hacen falta sanitarios con escafandra para atender a los enfermos en centros especializados. Necesitamos logística, expertos en saneamiento, en salud pública que informen y recojan datos...

P. ¿Quién debería liderar esa respuesta internacional?

R. La OMS en coordinación con los líderes mundiales. Está para eso. Se llama Organización Mundial de la Salud y ahora tenemos entre manos una emergencia de salud pública. Tiene que tomar la iniciativa, coordinar y liderar.

P. ¿En qué es distinto este brote de los anteriores?

R. Antes los afectados estaban en pueblos remotos y aislados. La cadena de transmisión se cortaba porque no estaban en contacto con otras comunidades. En seis u ocho semanas los brotes digamos que se autocontenían. Este brote se ha producido en la confluencia de tres países, donde viven personas que pertenecen a una misma comunidad que cruzan fronteras constantemente. Además tenemos afectados en áreas urbanas como en Monrovia, y nos preocupa que la transmisión sea más rápida por el estrecho contacto y la falta de información sobre el ébola.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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