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La ONU exige compromisos reales en la cumbre del clima

Los líderes mundiales sentarán el martes las bases del nuevo tratado contra el calentamiento

“Para cambiarlo todo, necesitamos a todos”, reza una de las octavillas con una imagen de la Estatua de la Libertad con el agua por la cintura que estos días se reparten por todo Nueva York para convocar a sus ciudadanos y visitantes a participar este domingo en la Marcha de los Pueblos por el Clima, una cita que se anuncia histórica en la lucha contra el calentamiento global. El objetivo es convocar en las calles de Manhattan a más de 100.000 personas, lo que convertiría a la manifestación en un hito sin precedentes. Todo está preparado para que así sea, y motivos sobran. La marcha es el gran aperitivo para la mayor cumbre sobre el clima celebrada hasta la fecha, la que acoge Naciones Unidas el próximo martes, con la participación de unos 120 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el Rey de España y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

El objetivo de la cumbre, cuya celebración se enmarca en la 69 asamblea de la ONU, es que los compromisos que cada país anuncie en Nueva York se reflejen en la negociación del nuevo tratado sobre el cambio climático, que comienza a finales de este año en Lima y que deberá cerrarse 12 meses después en París. Será el primer encuentro de alto nivel tras el fracaso en Copenhague, hace cinco años.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, fijó la lucha contra el cambio climático y el calentamiento del planeta como la gran prioridad de su mandato. Ban, promotor del encuentro mundial del martes, parte de la premisa de que todos los países entienden ahora que el clima es un problema mayor “que afecta a todos los aspectos de nuestras vidas”. Por eso, considera que los líderes mundiales deben afrontar el reto sin esperar un día más. La asamblea de Naciones Unidas es, desde ese punto de vista, una oportunidad única de reunirlos a todos y extraerles un mayor grado de compromiso. “Es un momento decisivo”, insiste el secretario general. El surcoreano tiene previsto participar hoy, junto a otros líderes mundiales y celebridades, en la marcha de Nueva York. Habrá eventos paralelos en Londres, París, Berlín, Seúl, São Paulo, Yakarta y Melbourne, en una movilización inédita.

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Los organizadores consideran que la Marcha de los Pueblos por el Clima va a ser un mensaje “difícil de ignorar”. Será una reivindicación festiva, antesala de una cumbre cuya principal misión es revitalizar un proceso que está estancado. Contará, además, con la participación de destacados representantes de la sociedad civil y de los negocios. El actor Leonardo DiCaprio hará de maestro de ceremonias, como nuevo emisario para la Paz de la ONU, con especial énfasis en el clima.

Lord Stern, una de las voces más reconocidas en el ámbito de la lucha contra el cambio climático, señala que “cada día que pasa la amenaza es mayor”. El consenso general de la comunidad científica es que si para 2020 no entra en vigor una convención con nuevos recortes de emisiones, se agotará cualquier esperanza para contener el calentamiento del planeta por debajo de los niveles considerados muy peligrosos. Las evidencias científicas están ahí. La subida del nivel del mar desde 1992 fue el doble que en todo el siglo pasado, porque los casquetes polares se derriten más rápido, hasta el punto de haberse perdido el 70% de la masa helada entre 1991 y 2010. La subida de las temperaturas también afecta a la producción de cereal, debido a las sequías más frecuentes.

El escenario geopolítico global también cambia, con 22 millones de desplazados en 2013 por desastres naturales, tres veces más que por conflictos, según el último informe del Observatorio de Desplazados Internos del Consejo Noruego para los Refugiados. “Esta tendencia creciente continuará a medida que más y más gente vive y trabaja en zonas propensas a desastres naturales. Se prevé que ello se vea agravado en el futuro debido a los efectos del cambio climático”, dijo Jan Egeland, secretario general del citado consejo. Ninguna región del mundo es inmune a los desastres, pero como en años anteriores la más afectada fue Asia, donde 19 millones de personas fueron víctimas del desplazamiento.

Selwin Hart, director del equipo de apoyo de Ban Ki-moon en la cuestión del clima, considera que se trata de volver a colocar la lucha contra el calentamiento del planeta en la agenda internacional, en un proceso que irá paralelo a la discusión sobre los nuevos objetivos para el desarrollo tras 2015. Admite, sin embargo, que no va a resolver la amplia brecha que hay entre lo comprometido por los países y lo que realmente se está haciendo. “Ese no es el propósito”, comenta el funcionario, “pero sí puede sentar la base de la negociación que comenzará en Lima”. La cumbre, además, cojea por las grandes ausencias. Rusia, China, India, Canadá, Australia o Arabia Saudí no estarán representadas por sus primeros ministros. Y como adelantan en el entorno de Ban, lo previsto es que al cierre de la reunión se haga un resumen para enumeren los aspectos más relevantes de las intervenciones.

El formato de la cita es también complicado, ya que en un día debe darse voz a todos los países. El almuerzo se dedicará al precio del carbono. La ONU espera, en cualquier caso, compromisos para el recorte de emisiones y contener el alza de la temperatura. También que se definan objetivos financieros para apoyar proyectos en el ámbito de las renovables, la eficiencia energética, para reducir la deforestación y mejorar la conectividad de las ciudades.

Robert Orr, asistente del secretario general en cuestiones estratégicas, asegura que hay que ver la cumbre como unas "negociaciones informales" diseñadas para que los nuevos líderes que no estuvieron en Copenhague conozcan a sus interlocutores y sienten una base de discusión. Se trata, insiste, de buscar un enfoque diferente para el proceso que se desarrollará durante los próximos 15 meses y de integrar a otros actores clave.

Copenhague fue un fracaso por varios motivos. Se preparó mal y se celebró en plena crisis financiera internacional. Entonces, la lucha contra el cambio climático se veía como un gasto adicional y un freno a la economía. Ahora, sin embargo, es una oportunidad de negocio. “El dinero se mueve muy rápido. Hay una competencia real por invertir”, asegura Orr, que explica que a la cumbre se invitó a representantes de compañías energéticas.

“Todos los que son parte del problema deben ser parte de la solución”, repite el funcionario. La ONU teme que si no se cambia el patrón de inversión en los próximos 15 años, “se vivirá una catástrofe continua”. Pero el abandono de la economía basada en fuentes fósiles de energía no sucederá en un día. El propósito es que grupos de compañías en sectores como la energía, el transporte y la agricultura marquen un estándar de sostenibilidad para el resto.

Otra de las diferencias con Copenhague es que en los últimos cinco años, grandes países contaminantes como EE UU y China emprendieron políticas más creíbles para reducir las emisiones. India también tiene planes para ampliar el uso de renovables. Pero países como Australia están desmantelando los programas para limitar las emisiones y no cumplirán los compromisos de Kioto. Canadá es otra de las economías industrializadas parias.

EE UU, además, no quiere un tratado vinculante, porque eso obligaría a la Casa Blanca a pasar por el aprobado de un Senado hostil a cualquier imposición externa, sobre todo si los republicanos se refuerzan en las elecciones legislativas de noviembre. Washington busca más bien conseguir que cada país se comprometa a ciertas acciones. Algo que se ajusta al formato de la cumbre.

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