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"Combatimos los privilegios de casta"

El activista ruso ha logrado frenar los abusos de los coches oficiales

Pilar Bonet
Shkumátov: "El comportamiento incorrecto de los funcionarios puede exhibirse en Internet"
Shkumátov: "El comportamiento incorrecto de los funcionarios puede exhibirse en Internet"ANATOLI MARKOVKIN

Piotr Shkumátov llega tarde y su retraso legitima la existencia de Los Cubos Azules, una organización contra los privilegios de los funcionarios en la sobresaturada circulación automovilística de Rusia. Shkumátov es uno de los fundadores de este movimiento de lucha contra la proliferación de ululantes sirenas que, en Rusia, conceden una posición de superioridad -e incluso impunidad- a los coches oficiales.

El tráfico en Moscú es tortura infernal, agravada por las molestias que los coches oficiales causan a otros automovilistas. La cita con Shkumátov es en una avenida castigada cada día por los cortejos entre el Kremlin y las dachas de la élite. "La gente cree que es estupendo vivir en la Kutuzovski, pero es insoportable", dice, a modo de saludo.

Pizzería Pinochio. Moscú

  • Dos pizzas: 950 rublos
  • Dos minestrone: 700
  • Cola-Cola: 110
  • Dos tés: 420
  • Capuchino: 190
  • Pan: 120 rublos

Total: 2.490 rublos (63 euros)

Shkumátov, de 32 años, es un hombre fornido que en el pasado fue químico. Pide una pizza con embutidos. Tentado por mi sopa humeante, se apunta al caldo, que se toma antes de liquidar la mitad de otra pizza encargada por una respetuosa acompañante (cuenta aparte). Los Cubos Azules tiene más de 4.000 activistas y tramita su registro como organización no gubernamental. Aunque fue fundada en 2010, su nombre se remonta a la campaña de solidaridad con el conductor Oleg Scherbinski, que fue condenado a cuatro años de cárcel por el accidente en el que, en 2005, pereció el gobernador de la región siberiana del Altái. "En su desbocado Mercedes con sirena, el gobernador invadió la calzada contraria y chocó con el auto de Scherbinski, que se convirtió en el chivo expiatorio", recuerda.

En una de las muchas protestas que se organizaron en el país, alguien dio la vuelta al Kremlin con un cubo de plástico azul sobre su vehículo, y de ahí el nombre, dice. Scherbinski fue liberado y "siguió después una época tranquila, porque en 2006, el Gobierno redujo de 7.000 a 1.000 el número de sirenas de los funcionarios". Aquel "recorte radical" fue breve. "Poco a poco, las sirenas volvieron a ser 7.000". "En 2010, comenzamos una caza de sirenas e infracciones, con fotos y con vídeos en la web" (ru-vederko.livejournal.com), explica. La página tiene unos 300.000 visitantes al mes y centenares de denuncias nuevas cada semana, dice.

El activista ruso ha logrado frenar los abusos de los coches oficiales

Shkumátov no cuestiona el derecho preferencial de los líderes del Estado, policía o servicios de urgencias. Su blanco son los "privilegios de casta", que "por disciplina y por menor intensidad de tráfico, estaban mejor regulados en la época soviética".

"La nueva normativa de tráfico establece que el peatón debe ceder el paso a los coches con sirena incluso en los pasos de cebra. Y no hemos logrado suprimir las sirenas en los vehículos de los funcionarios, pero la situación, aunque por ley es peor, de hecho ha mejorado: el comportamiento de los funcionarios es percibido como incorrecto y puede ser exhibido en Internet". "En 2010, era normal que un coche con sirena se saltara el código de la circulación; ahora, ya no", explica. "Legalmente pueden tener razón, pero la sociedad no les perdona", afirma.

Piotr Shkumátov es miembro de la Liga de los Electores, el grupo que coordina los mítines a favor de unas elecciones limpias. Como otros activistas rusos, se ha formado en la Red. "La Red nos ha permitido identificarnos, formarnos y crecer", afirma.

Mientras fuma, explica que, en su caso, la inspiración llegó al estar a punto de ser arrollado por un coche oficial en un paso de cebra. Su página web denuncia, además, la corrupción de los guardias de tráfico. "También aquí se está formando una cultura de lo que es incorrecto y lo que es correcto", afirma.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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