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Los misterios de la primera hamburguesa artificial

Un científico de la Universidad de Maastricht utiliza células madre cultivadas en suero fetal bovino No quiere desvelar el nombre del patrocinador que le permitirá presentar la carne en octubre Su producción en masa aliviaría el calentamiento global y la escasez futura de ganado y pastos

Isabel Ferrer

La primera hamburguesa artificial no saldrá de una de las grandes cadenas de comida rápida repartidas por el mundo. Está siendo elaborada en un entorno mucho menos llamativo: el laboratorio del departamento de Fisiología de la Universidad holandesa de Maastricht. Su jefe, Mark Post, ha cultivado células madre de vaca en suero fetal de bovino hasta conseguir tejido muscular. El proyecto cuesta unos 250.000 euros, y el científico espera presentar la carne el próximo mes de octubre. Lo que no quiere desvelar es la identidad de su patrocinador. Un personaje del que solo ha dicho que desea reducir las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la cría de ganado. Y con ello, el número de cabezas sacrificadas para el consumo. “No es un tipo famoso, ni tampoco británico”. “Es de fiar y capaz de convertir en oro todo lo que toca”, ha declarado. Una descripción en la que encajaría, sin que el investigador lo haya confirmado, Bill Gates.

El fisiólogo Post ha aprovechado para su carne sintética los conocimientos extraídos durante las dos últimas décadas en los experimentos con células madre. De momento, cuenta con una tira de músculo de entre 2 y 3 centímetros de largo, casi 2 de ancho y medio milímetro de grosor. Luego deberá añadirle grasa, obtenida de la misma forma. Para la hamburguesa, necesitará cerca de 3.000 tiras de músculo y 200 de grasa, además de varias semanas de cultivo en el laboratorio. Si la primera pieza ha resultado muy costosa, Post sostiene que con los fondos adecuados y el visto bueno de las autoridades sanitarias, en una década podría pasarse a la producción industrial. “El Gobierno holandés se ha involucrado en este proyecto porque el país es uno de los mayores productores de animales de granja”, ha recordado. Tampoco olvida que la demanda mundial de carne se multiplicará en los próximos 40 años, con el consiguiente deterioro ambiental derivado de la crianza en explotaciones ganaderas.

Ante sus colegas, Post se ha mostrado también entusiasta. “Mostraremos que gracias a las células madre surge un producto similar, esperamos que también en sabor, a la carne. Con unas cuantas cabañas de animales donantes (muchos menos que los sacrificados en mataderos a diario) tendríamos suficientes células madre para la carne”, ha dicho durante la conferencia anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, recién clausurada en Vancouver (Canadá). Un equipo de bioquímicos de la Universidad estadounidense de Stanford (California) elabora asimismo carne artificial. En su caso, tratan de extraerla de cultivos de maíz, trigo, o bien soja y arroz.

Para el Grupo estadounidense en Defensa del Trato Ético de los Animales (PETA, en sus siglas en inglés), que cuenta con dos millones de miembros y simpatizantes, la hamburguesa artificial puede ser muy beneficiosa. “Está producida sin gases de efecto invernadero ni basuras. Si la consiguen en cantidades comerciales, no tendremos objeciones de tipo ético”, han manifestado sus portavoces. Una cosa sí tendrá que mejorar el equipo de la Universidad de Maastricht antes de presentar en sociedad la carne. Es el color, todavía entre rosado y amarillento.

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