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DESAYUNO CON... BRAD DREWETT

“Antes que el azul o el rosa está la calidad de la pista”

El presidente de la ATP decidirá el color de la tierra del Abierto de Madrid

Juan José Mateo
Exjugador profesional, Drewett expandió el tenis por Asia.
Exjugador profesional, Drewett expandió el tenis por Asia.RED PHOTOGRAPHIC

Este es el hombre que decidirá si el Abierto de Madrid se juega sobre tierra azul o roja en 2013. Sin embargo, cuando Brad Drewett, el presidente de la ATP, organismo regidor del tenis masculino, se sienta en un restaurante de Roland Garros, pronto queda claro que es más que eso. Bajo la misma piel conviven el exjugador profesional, alumno de las grandes leyendas australianas; el viajero que expandió su deporte por Asia mientras sorbía sopas de serpiente entre Cantón y Macao y le regalaban piezas de ámbar; el padre de cuatro hijos y el ejecutivo que se atreve a poner etiquetas a las estrellas.

“Es energía”, define a Rafael Nadal, con el que se ha reunido 10 veces en los últimos cinco meses para tratar la reducción del calendario, la posibilidad de una huelga de tenistas para que aumente la bolsa de premios y el color de las pistas de la capital de España. “Pura clase”, dice del suizo Roger Federer, que como el serbio Novak Djokovic también asistió a algunas de esas reuniones. “Mi segundo padre”, fotografía, finalmente, al australiano Ken Rosewall, que le derrotó cuando alcanzó los cuartos del Abierto de Australia de 1975. De Músculos, como irónicamente apodan sus compatriotas al delgado excampeón, aprendió Drewett lo mismo que luego asimilaría trabajando en Asia. Puesto ante algunas de las estrellas más poderosas del mundo del deporte, este australiano negocia escuchando. “Ken es un tipo silencioso, del que aprendí observando”, recuerda. “Paciencia y perseverancia, eso me llevé de China”, cuenta.

Es un día triste y frío en París, pero Drewett (Maclean, Australia, 1958) no toca el café con leche. Mientras sus dedos juguetean con la botella del zumo, sus palabras recorren las reuniones con los tenistas o las que tuvo con los representantes de los cuatro torneos del Grand Slam en Indian Wells (California, EE UU), y que resultaron en un aumento del 7% en los premios que reparte Roland Garros, para un total de casi 19 millones de euros, y de un 10% en los que da Wimbledon, para un total de casi 20 millones.

El exjugador se atreve a poner etiquetas a las estrellas.“Nadal es energía”, dice

“Ken lideraba desde el ejemplo”, explica Drewett. “No soy quien debe juzgar si yo hago lo mismo, pero me considero un buen oyente, algo muy importante en este puesto”, añade. “Se puede decir que un tenista como Nadal, que ha ganado seis veces aquí, asusta en la pista, pero en una reunión es una de las personas más interesantes e implicadas que uno puede encontrase. Tiene la misma edad que mi hijo (26 años) y quiere conocer cada detalle, cada aspecto de cada problema. Quiere saber el porqué y el cómo de todo. Me gusta eso. Es inteligente, apasionado… Siempre sé lo que piensa porque deja las cosas muy claras”.

El pastel de chocolate aún espera sobre la mesa. Es un día peculiar en París. Al mismo tiempo que Drewett recuerda que es obligatorio separar la firmeza del piso del color de la superficie en la polémica sobre la resbaladiza tierra azul de Madrid, Roland Garros estrena una pista de arcilla rosa: “Lo primero tiene que ser la calidad de la pista. Una vez que es buena, puedes decirte: ¿rosa o azul?”. Llega el final del desayuno. Antes, el ejecutivo repasa sus viajes por China, donde protagonizó, como ahora, mil reuniones. “Por cierto”, dice entonces con una amplia sonrisa, “allí es costumbre traer un regalo. ¿Usted me ha traído algo?”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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