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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Un discreto físico, padre de la esquiva partícula

Peter Higgs (Newcastle, 1929) planteó la existencia del nuevo bosón en la década de 1960 "Nunca pensé que esto ocurriría en mi vida", ha expresado esta mañana

Peter Higgs, esta mañana en la conferencia del CERN
Peter Higgs, esta mañana en la conferencia del CERNDenis Balibouse (AP)

En septiembre de 2008 comenzó la búsqueda de la partícula Dios, la última pieza del rompecabezas subatómico destinada a explicar el origen de la masa. Hasta entonces, pocos sabían de la (supuesta) existencia del bosón de Higgs. Pero menos aún que el apellido que da nombre a la esquiva partícula es el del físico inglés Peter Ware Higgs (Newcastle, 1929), quien planteó su existencia a mitad de la década de 1960.

Higgs es un hombre discreto, reacio a las celebraciones y las declaraciones. Sin embargo, esta mañana no ha faltado a la presentación de los datos del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) y el anuncio del descubrimiento de lo que todo apunta a ser la famosa y huidiza partícula. Un aplauso colectivo ha celebrado su entrada en el auditorio de las instalaciones de Ginebra minutos antes del inicio de la conferencia.

"Nunca pensé que esto ocurriría en mi vida", ha afirmado esta mañana. "Al principio, hace más de cuarenta años, la gente no tenía ni idea de qué es lo que podíamos esperar. Estoy sorprendido de que haya ocurrido tan rápido, es asombroso", ha comentado con la voz entrecortada, a sus 83 años.

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Alguna vez, este científico ha explicado que la teoría sobre la famosa partícula le sobrevino mientras daba un paseo por los montes Cairngorms, en Escocia, en 1964. De ese paseo salieron dos artículos. El segundo fue rechazado por la revista Physics Letters, al considerar que apenas aportaba nada nuevo respecto al anterior. Volvió a enviarlo, con algunas modificaciones entre las que se encontraba la mención expresa de la partícula, a otra publicación: Physical Review Letters, donde no solo fue aceptado, sino que se convirtió en uno de los artículos que han pasado a la historia de la física.

A partir de la década de 1970 distintos grupos de investigación europeos centraron sus esfuerzos en la caza de la partícula. Por entonces, ya se había bautizado como el bosón de Higgs, como relata a la BBC Ken Peach, profesor emérito de la Universidad de Oxford y antiguo colega del físico británico. Al regreso de una conferencia, en la que los investigadores se referían repetidamente a Peter Higgs, se dirigió al físico. “Le vi en el salón de café y le dije: ‘eres famoso”. Apenas sonrió de forma contenida, recuerda Peach. “Creo que durante muchos años se sintió un poco avergonzado por la atención que recibía, con el tiempo se ha ido acostumbrando”.

Sin embargo, otros físicos contribuyeron de forma notable a la investigación sobre la partícula antes y después del famoso artículo. Por ello, Higgs, en sus conferencias, habla del bosón de ABEGHHK'tH, en referencia a Phil Anderson, Robert Brout, François Englert, Gerry Guralnik, Dick Hagen, él mismo, Tom Kibble y Gerard 't Hooft, por estricto orden alfabético.

Estudiante brillante

Higgs fue un estudiante brillante, hasta el punto de ganar distintos premios académicos en la escuela secundaria de Cotham, donde cursó su formación elemental, pero nunca los obtuvo en la asignatura de física. Su inclinación por la física le llegó a través de un antiguo alumno del colegio. Se traba de Paul Dirac, quien fuera premio Nobel y fundador de la mecánica cuántica moderna. Se graduó en física en el King’s College con el mejor expediente de su promoción en 1950 y en 1960 tomó posesión como catedrático de física teórica en la Universidad de Edimburgo.

Fue en este centro donde Higgs profundizó sus estudios sobre la masa, y donde le dio forma a la idea de que las partículas no surgieron con masa tras el big bang, en el origen del universo, sino después, una vez interaccionan con el campo, también bautizado, de Higgs.

En 1980 se creó una cátedra con su nombre en física teórica y en 1996 se jubiló como profesor emérito de la Universidad de Edimburgo. Ahora, y aún más después de los últimos datos del CERN, su nombre suena cada vez con más fuerza para el premio Nobel.

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