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Soledad Puertas | Tuvo un hijo para salvar a otro

"Eso no era vida"

Soledad Puertas, con sus hijos Javier (derecha) y Andrés.
Soledad Puertas, con sus hijos Javier (derecha) y Andrés.a. ruesga

“Ahora tengo dos niños sanos, dos soles”, relata Soledad Puertas, de 34 años. Pero no siempre fue así. Hasta los seis años, la vida de Andrés, el mayor, que ahora tiene nueve, estuvo marcada por la beta talasemia mayor, una grave anemia congénita que no tiene cura. Cada tres semanas recibía transfusiones. “Y entre medio, cada dos por tres estaba enfermo. Eso no era vida”, recuerda su madre. La esperanza de vida de niños como Andrés es de 35 años.

La única alternativa es un trasplante de médula, pero no había ninguna persona compatible en el registro de donantes. Y tener un hermano cuyas células de cordón sirvieran para regenerar su función medular, tampoco era una, pues el hermano podía heredar la enfermedad de Andrés.

Sin embargo, Soledad y su marido, Andrés Mariscal, fueron la primera pareja en beneficiarse de la Ley de de Reproducción Humana Asistida de 2006, que permite concebir embriones in vitro y seleccionar los libres de enfermedad y compatibles con su hermano. Al segundo intento, se quedó embarazada: “No hacía más que llorar, llorar y llorar, pero de felicidad”, cuenta Soledad desde su casa, en Algeciras. Así, nació Javier, que tiene ya dos años. Un trasplante de células obtenidas de su cordón umbilical curaron a su hermano en 2009.

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