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España rebasa su techo de emisiones contaminantes

Es uno de los siete países europeos que incumple el límite de óxidos de nitrógeno Esta sustancia proviene en gran medida del tráfico

Elena G. Sevillano

El año 2010 era el establecido por la directiva europea de techos nacionales de emisión para cumplir unos límites fijados de cuatro contaminantes muy nocivos que provocan, entre otras cosas, problemas de salud pública (afecciones respiratorias, por ejemplo) y medioambientales, como la acidificación del suelo y daños a la vegetación. Los Estados miembros no podían rebasar unos máximos de dióxido de azufre, compuestos orgánicos volátiles (COV), amoníaco y óxidos de nitrógeno. Estos últimos, que proceden en gran medida del tráfico, son los que generan más incumplimientos. Siete países excedieron su techo en 2011. Entre ellos, España, que además empeoró su situación con respecto a 2010, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (Aema) hechos públicos hoy.

La directiva (2001/81/CE) establecía unos techos nacionales de emisión, es decir, una cantidad máxima de cada contaminante expresada en kilotoneladas que cada Estado podía emitir en un año. En el caso de los óxidos de nitrógeno, España no podía superar las 847. Pese a ello, en 2010 emitió 901, es decir, un 6,4% más de lo permitido. Otros 11 países europeos rebasaron el máximo ese año. Algunos, como Austria, Francia y Luxemburgo, se excedieron más de un tercio de su límite.

Sin embargo, en 2011 algunos Estados miembros consiguieron mejorar. Los incumplidores pasaron de 12 a siete. Y España seguía estando en el grupo de los infractores. No solo eso, sino que empeoró sus datos. En 2011 emitió un 10,3% más de lo permitido. Fue, junto con Luxemburgo, el único país que, estando ya en cantidades no permitidas, aumentó la producción de óxidos de nitrógeno.

Fuente: Agencia Europea del Medio Ambiente.
Fuente: Agencia Europea del Medio Ambiente.EL PAÍS

La directiva europea obliga a los Estados miembros a elaborar programas nacionales de reducción progresiva de las emisiones. Entre otras cosas, deben incluir información sobre las políticas y medidas adoptadas o previstas, así como estimaciones del efecto de esas políticas y medidas sobre las emisiones de contaminantes en 2010. España elaboró el primero en 2003 y el segundo en 2008.

El plan de acción que lo acompañaba se aprobó en 2009, y ya en este documento admitía que no iba a cumplir lo estipulado el año siguiente. Lo atribuía a “los aumentos de actividad económica y de población registrados en España” y a “haber fijado un potencial de reducción para algunas medidas por encima del realmente efectivo a día de hoy”. En concreto, con respecto a los óxidos de nitrógeno, el Ministerio de Medio Ambiente calculaba que, de haber estimado el techo nacional con la población real en 2009 (46,3 millones) y no con la prevista (40,57), España podría tener un límite de 967 kilotoneladas de este contaminante en lugar de 847. Pese a ello, la proyección para 2010 seguía rebasando esa cantidad.

“La mala calidad del aire urbano es un problema con una importante vertiente local, pero también de magnitud transfronteriza y planetaria. Algunos contaminantes pueden viajar largas distancias con efectos como lluvia ácida y eutrofización”, señala el informe Calidad del aire en las ciudades, realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE). Precisamente el hecho de que la contaminación viaje entre países justificaba la directiva europea de 2001. “Aunque los nuevos datos muestran mejoras entre 2010 y 2011, Europa aún necesita trabajar duro para reducir la contaminación”, aseguró este lunes la Aema. “Las emisiones del transporte aún son un grave problema, especialmente en algunas ciudades”, añadió.

La Unión Europea está actualmente revisando su política de calidad del aire. Se prevé que la Comisión Europea haga pública una propuesta para revisar la directiva de techos nacionales de emisiones el próximo otoño. Incluiría un endurecimiento de los límites para 2020 y también la obligación de mantener las partículas en suspensión PM2,5, las que los científicos consideran más perjudiciales para la salud, por debajo de un límite determinado.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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