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Muere ‘Ratón’, el toro estrella

Sus cornadas dejaron dos muertos y decenas de heridos en las fiestas populares El animal será disecado y expuesto en la finca del ganadero en Sueca

Ratón, en 2009. / TANIA CASTRO
Ratón, en 2009. / TANIA CASTRO

El toro Ratón, la res más cotizada de los encierros de España, ha muerto. Tras de sí deja dos muertos por cornadas y decenas de heridos, una hoja de servicios que, lejos de encerrarle en los corrales, multiplicó su caché, especialmente en la Comunidad Valenciana. Tenía 11 años, una edad muy avanzada para un toro, pero eso no evitó que hasta el final siguiera siendo la gran atracción de las fiestas populares. La última vez que se le vio en acción fue el pasado día 15 en la plaza de toros de Valencia.

El propietario del animal, Gregorio de Jesús, ha explicado hoy que el cuerpo del toro será disecado y expuesto al público en la finca que tiene en la partida de Campanar, en la localidad valenciana de Sueca. De Jesús ha señalado que el famoso animal ha muerto esta mañana en otra de sus propiedades, la finca Ràfol, donde le había habilitado un espacio que lo protegiera de la lluvia, el frío y el calor.

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"Ratón renqueaba de una pierna desde hace un mes y medio", ha señalado Gregorio García, padre del ganadero, "por la mañana todavía se ha levantado, pero ha vuelto a recostarse para no recuperarse más". El toro, nacido el 12 de abril de 2000 de dos reses llamadas Caracol y Fusilera, estaba siendo tratado por un veterinario, según ha dicho García, que ha añadido que Ratón siempre acusó mucho "el estrés de cargarlo en el camión, sacarlo a la plaza y volver a trasladarlo".

La leyenda negra de Ratón empezó con la muerte de un hombre de 54 años, al que corneó en las fiestas patronales del puerto de Sagunto, en 2006. Sin embargo, aquello no significó el fin de su carrera. Todo lo contrario. A su dueño, Gregorio de Jesús, empezaron a lloverle ofertas.

Todos los pueblos con espectáculos taurinos (y en Valencia se cuentan por centenares) querían tener a Ratón. El precio de las entradas se doblaba tratándose de él. El caché del morlaco creció de forma exponencial: la plaza de Xàtiva pagó en 2011, por ejemplo, 10.000 euros por contar menos de una hora con él. La Red se llenó de vídeos recopilatorios con sus cogidas. Y en las plazas su participación se anunciaba con carteles especiales: Ratón persiguiendo a un festero, Ratón subiendo la rampa de una de las pirámides que suelen instalarse en los cosos, Ratón mirando desafiante al público. Con su nombre en grandes letras. Como si fuera un torero. La fama de Ratón e Internet se retroalimentaron.

"Es ágil, inteligente, rápido. Muy alegre. No es bruto, no es como los demás toros que actúan por instinto y chocan contra todo. Este piensa, analiza y después ataca", contaba su dueño a EL PAÍS en un reportaje en 2009. Un año antes, después de una de sus cogidas espeluznantes –en Valencia, donde un joven de 27 años recibió una cornada en el cuello, Gregorio de Jesús se planteó retirarlo de las plazas y destinarlo a semental. Pero no lo hizo. "¿Qué haces si te ponen un cheque delante de la cara y te dicen 'fija la cantidad que quieras'?", se preguntaba entonces como disculpándose.

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