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Objetivo: recuperar al eurodesencantado

El Día de Europa se celebra en medio de un creciente desafecto A un año de las elecciones, Bruselas tiende lazos a los ciudadanos

Alejandra Agudo
Una votación en la sede de Estrasburgo del Parlamento Europeo.
Una votación en la sede de Estrasburgo del Parlamento Europeo.VICENT KESSLER (REUTERS)

Europa celebra hoy su día oficial sin demasiados motivos para el entusiasmo. Que la ciudadanía desconfía crecientemente de las instituciones europeas no es nada nuevo. Pero la grieta es cada vez más profunda. Y reconstruir los lazos apremia a un año de las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebrarán entre el 22 y 25 de mayo de 2014. El fantasma del abstencionismo, que ya en 2009 fue superior al 50%, está más vivo que nunca, y los defensores de que solo con más Europa se curarán las heridas de la crisis económica e institucional tienen el reto de recuperar al eurodesencantado. La cuestión es cómo conseguirlo.

La cita con las urnas en 2014 se presenta como crucial para el proceso de construcción europea. Así lo destaca Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, que señala que “es una ocasión esencial para recuperar la confianza. Tal vez la última, y no debe perderse”. Juan Fernando López Aguilar, portavoz socialista en la Eurocámara coincide con esta apreciación. “Estas elecciones son la primera ocasión, y puede que la última para cambiar la situación. El instinto de la gente enfadada ha sido salir a la calle y manifestarse en las redes sociales, pero lo que hace falta es votar en las elecciones europeas”, dice empujando sus palabras con pasión al otro lado del teléfono desde su despacho en Bruselas.

El objetivo para los europeístas está claro: más participación. Las campañas electorales tradicionales, de mítines y debates televisados, se presentan, sin embargo, insuficientes para contrarrestar la desconfianza de los ciudadanos. Los datos son alarmantes. Casi un 90% de los españoles cree que la situación política de la Unión Europea es regular o mala, según una encuesta realizada por la consultora GAD3. Y menos de la mitad (43,8%) considera que la Unión es sinónimo de democracia, frente al 44,3% que piensa que no lo es. En España, este desencanto todavía no ha derivado en la aparición de partidos políticos que defiendan la salida de la UE, como sucede en países como Italia, Grecia o Reino Unido, donde han escalado las presiones para que el primer ministro, David Cameron, convoque un referéndum para decidir si el país continúa siendo miembro.

Encuesta sobre la Unión Europea.
Encuesta sobre la Unión Europea.

Con tantas fuerzas tirando del hilo y amenazando con hacer jirones el proyecto europeo, los defensores de una mayor integración tienen trabajo doble para recuperar el prestigio. Ante el indiscutible hartazgo de los ciudadanos, lo primero es saber por qué, para después poder dar respuesta a sus demandas. La causa que distintas fuentes comunitarias coinciden en señalar es la gestión de la crisis económica. Pero no es la única.

En opinión de Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo “es lógico que la gente esté decepcionada porque la imagen que se proyecta es que la Unión Europea es un club de Estados que defienden lo suyo”. Para Duch, este reflejo equivocado es consecuencia de la confusión que generan, deliberadamente o no, los jefes de Estado sobre lo que se decide en Bruselas. “Hablan de decisiones que parece que han tomado otros. En el Consejo se sientan 27 personas, no solo Merkel”, explica.

Las elecciones de 2014 son cruciales para recobrar la confianza” Schultz

La falta de información y el desconocimiento sobre el funcionamiento de las instituciones es un lastre para la confianza. Así lo cree Luis Alvarado, el primer español galardonado con el premio Carlomagno de la Juventud, en la edición de 2013, por su proyecto Europe on track, en el que seis jóvenes han recorrido el continente en tren para preguntar a sus colegas de generación qué saben sobre la UE y cómo quieren que sea en el futuro. “Los jóvenes se sienten europeos, han crecido en este proyecto y nos hemos encontrado con muy pocos euroescépticos”, explica. “Pero no saben cómo funcionan las instituciones y eso genera desapego”, añade.

Alvarado reclama “más educación y más puentes entre Bruselas y los ciudadanos”. En este sentido cree que el proyecto Erasmus (que ha sido recortado), con el que los universitarios pueden cursar un año en otro país distinto al suyo, es “una herramienta muy potente”. Pero no es suficiente. Este joven de 23 años pone el foco en dos propuestas: que la educación en asuntos comunitarios comience desde el colegio y que la información de los Gobiernos respecto a la UE sea más clara. “No se ve la influencia europea en el día a día. Solo se ve que Alemania está mandando”, dice. En España esta es la fotografía porque “se está haciendo una mala gestión en tanto que se dice que los recortes vienen de Bruselas”.

La gente ha salido a la calle, pero lo que hace falta es votar” López Aguilar

La obsesión del Parlamento Europeo es precisamente “que los ciudadanos sepan que lo que se decide en la UE afecta a su vida diaria, y no solo en lo concerniente a la crisis económica y el euro”, según fuentes de este organismo. Si el desconocimiento es el caldo de cultivo para la desconfianza, también es responsabilidad de las instituciones, y no solo los Gobiernos nacionales, trasladar su quehacer a los ciudadanos. Un 96% de los españoles, según el sondeo de GAD3, reclaman más transparencia e información a los organismos europeos.

Para abordar esta inquietud, el Parlamento Europeo organiza cada año seminarios sobre legislación europea antes de que se aprueben dichas normativas, cuando todavía están tramitándose. Así se hizo, por ejemplo, con las leyes que regulan el trabajo temporero. “Reunimos a los actores implicados, sindicatos, empresarios, agricultores, y les explicamos cómo está el borrador para que ellos nos den sus propuestas, objeciones y mejoras. Y eso se lo trasladamos a los diputados en Bruselas”, explica uno de los organizadores. Este tipo de encuentros, sin embargo, tiene poco impacto en el conjunto de los ciudadanos: casi un 90% de los españoles creen que se les debería tener más en cuenta para tomar decisiones políticas y económicas.

Para acercarse al ciudadano medio, el Parlamento Europeo prepara en las cámaras autonómicas una especie de Tengo una pregunta para usted con la participación de eurodiputados. Se trata de encuentros que permiten a los ciudadanos preguntar directamente a los representantes en Bruselas sobre aquellos asuntos que les inquietan. Ya se han celebrado 14 citas con este formato, que también se televisa, y están planificadas más.

Un 96% de los españoles reclaman más transparencia a la Unión Europea

Para llegar a una masa crítica de público son sin embargo necesarios los medios de comunicación, porque los planes de comunicación directos al ciudadano son muy complejos. “Es difícil llegar a 500 millones de habitantes”, indica el portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch. La fórmula elegida para ello son los convenios sellados con diversos periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión para crear espacios informativos sobre la Unión Europea. Además organizan cursos y seminarios para periodistas. “También hemos invertido mucho esfuerzo en las redes sociales. El Parlamento es la institución europea con más seguidores en Facebook, 800.000”, añade. Esta y otras plataformas facilitan el diálogo entre diputados y electores y, confía, ello “contribuirá a aumentar la presencia cuando se acerquen las elecciones”. Este tipo de acciones se refuerzan en tiempos de elecciones, pero a la institución le compete “hacer pedagogía”, dice Duch, y no tanto movilizar el voto. “Eso es tarea de los partidos”, explica.

El portavoz socialista en la Eurocámara afirma que afronta la campaña de 2014 con el objetivo de luchar contra la abstención, que en su opinión beneficia a las formaciones antieuropeístas, populistas, nacionalistas, ultraconservadoras y xenófobas. “Se está enfrentando a sectores desfavorecidos contra los políticos intencionadamente para desincentivar el voto”, afirma. “Me niego a aceptar los pronósticos fatídicos de un Parlamento compuesto por estas formaciones”, añade. López Aguilar cree que es posible revertir el desencanto “explicando que hay una alternativa progresista”, sobre todo en la gestión de la crisis.

El Parlamento promueve cursos y encuentros con eurodiputados

Antonio López Istúriz, portavoz popular en el Parlamento, opina que hace falta más debate. “Hay un déficit crónico de información porque en España siempre ha habido una opinión muy positiva de la UE. Pero con la crisis se ha visto que esa carencia de discusión y ahora, con urgencia, queremos que se discutan asuntos europeos”, detalla. López Istúriz no rehúye la autocrítica. “Desearía que mis compañeros de partido y del PSOE también, alcaldes, concejales, diputados… todos, explicasen y defendiesen el proyecto europeo”, dice. “Pero los abogados de la UE somos muy pocos”, añade. “Al Partido Popular, como al socialista, le conviene la movilización. Pero no sé si seremos capaces de hacerlo”, añade.

“La gente no siempre se da cuenta de la función y las competencias del Parlamento Europeo”, resume Schulz. Pero las decisiones que allí se toman “afectan a la vida de 500 millones de personas en los más diferentes campos, desde el medio ambiente a la movilidad, de la salud a la gestión de la crisis”, recuerda. Recuperar la confianza del ciudadano se presenta como un camino difícil. Pero los defensores de más Europa no tienen más opción que transitarlo.

2014, una cita clave para el proyecto europeo

Tradicionalmente, los partidos políticos de cualquier país y color han planteado las campañas de las elecciones al Parlamento Europeo (PE) en clave nacional. La crítica histórica a esta actitud se intensificó en 2009, cuando la abstención superó el 50%. Este mal no es, ni mucho menos, solo español.

En la campaña electoral de 2012, en una Croacia que votaba por primera vez a la Eurocámara, “primaron los temas nacionales y locales”, recuerda Davor Ivo Stier, del partido de centroderecha HDZ (Hrvatska Demokratska Zajednica, Unión Democrática Croata). La abstención fue altísima, reconoce. “Tanto Croacia, como España y toda Europa necesitan un mensaje de esperanza. Como lo hicieron en su tiempo [Robert] Schuman y [Konrad] Adenauer, nos hace falta renovar el proyecto político que reemplazó las confrontaciones nacionalistas por la cooperación europea”, afirma.

Aunque los detalles de la consulta están por definir, todo apunta a que en las próximas elecciones las campañas en clave nacional podrían quedar reducidas a una anécdota. “Por primera vez se pedirá a los ciudadanos que elijan al presidente de la Comisión, que es el jefe de Gobierno de la UE. Por lo tanto, por primera vez, las familias europeas políticas —populares, socialistas, liberales, verdes...— propondrán a un candidato común”, asegura el presidente del PE, Martin Schulz. Esto obligará, en opinión de los eurodiputados consultados, a una campaña distinta. “Estimo que se impondrá más discusión sobre el futuro de Europa a través de los debates entre los candidatos”, opina Ivor Stier. “Por primera vez, el Partido Popular español podría pedir el voto para un candidato polaco, y el PSOE apoyará tal vez a un sueco o un griego. Esto alentará a los partidos nacionales a movilizar al electorado en torno a una visión a nivel europeo, y a no basar la campaña en temas nacionales”, arguye Schulz.

La de 2014 es la primera cita en la que los electores, 300 millones de ciudadanos de la UE, elegirán una cara, un líder que represente un determinado programa político. Duch, portavoz de la Eurocámara considera que esta novedad no solo hará que los partidos cambien su discurso nacional por uno en clave europea, sino que los ciudadanos también tendrán que acudir a las urnas con Europa en la mente. “En función del partido que se vote saldrá uno u otro candidato, que pueden estar a favor o en contra de la austeridad, por ejemplo”, apunta. Unas elecciones clave. Es la sensación que comparten los políticos. ¿Pensarán lo mismo los ciudadanos?

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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