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Vermont legaliza el suicidio asistido

El Gobernador, Peter Shumlin, firma la regulación que permite a los doctores administrar fármacos a los enfermos terminales. Se une a Washington, Oregón y Montana

Carolina García
Dos pacientes se aferran en un hospital
Dos pacientes se aferran en un hospitalAFP

El Gobernador de Vermont, Peter Shumlin, ha firmado esta semana la ley que permite aplicar el suicidio asistido a los pacientes terminales; lo que ha convertido a este Estado en el cuarto en legalizar la muerte digna en Estados Unidos, junto a Washington, Montana y Oregón. “Es una victoria para los pacientes en los que el sufrimiento supera a su deseo de vivir”, dijo el Gobernador, minutos antes de firmar la ley End Of Lives Choices el pasado lunes.

La regulación es de "efecto inmediato" y en este momento se están creando guías para todos aquellos médicos que quieran administrar estos fármacos, según explicó Shumlin. “Y en ningún caso, obliga a nadie a hacer algo que no quiera. Todo lo que hace esta ley es dar una opción a aquellos que se enfrentan a una muerte segura y muy dolorosa”, añadió.

La semana pasada, el Congreso de Vermont aprobó la legislación que permite a cualquier persona mayor de 18 años con “una enfermedad incurable e irreversible” y con una esperanza de vida máxima de seis meses a adquirir una prescripción de medicamentos letales. La medida requiere al menos dos doctores para determinar si el paciente califica para el suicidio asistido. El enfermo que desee tener una muerte digna deberá solicitarlo oralmente y por escrito 48 horas antes de llevarlo a cabo. Por último, dos personas que no tengan ninguna relación ni con el hospital ni con el paciente deberán ser testigos de sus peticiones.

PATIENTS CHOICES

Vermont pasará a un modelo más permisivo a los tres años (1 de julio de 2016) que implicará una evaluación menos estricta por parte del Gobierno. Aunque este punto de la ley es el más criticado y posiblemente desaparezca antes de esta fecha y se mantenga el modelo similar al de Oregón, ley aprobada en 1997.

“Este paso da tranquilidad y confort a mucha gente, incluyéndome a mí que llevo luchando por esta causa 10 años. Espero que nadie tenga que usar esta ley jamás, pero saber que vas a morir y no poder hacer algo, es terrible”, explicó Bob Ullrich, abogado de Patients Choices Vermont, al periódico local The Burlington Free Press.

Además, Vermont es el primer Estado de la costa Este en permitir que los médicos administren drogas letales a los enfermos terminales. Y es la primera vez que uno concede la aprobación legislativa a una regulación de este tipo. Oregón (la primera de EE UU) y Washington consiguieron legalizar la muerte digna por referéndum y una sentencia judicial lo hizo en Montana.

En otros Estados, la ley no ha salido adelante. Massachussets llevó la iniciativa a referéndum el año pasado, pero la medida fue derrotada, en gran parte, por la fuerte campaña que llevaron a cabo grupos contrarios como católicos y antiabortistas.

Según la organización Morir con Dignidad de EE UU, otros ocho Estados habrían presentado una ley similar y otros dos habrían prohibido el suicidio asistido en sus fronteras. Una última encuesta elaborada por el Huffington Post y YouGov Poll concluye que un 50% de los estadounidenses creen que es bueno legalizar el suicidio asistido cuando el paciente lo requiera, mientras el 29% que piensa que debe ser ilegal.

Pero a pesar de la aprobación de la ley, los expertos estiman que simplemente unas pocas personas se acogerán a ella, según dijo Harry Chen, consejero de Departamento de Vermont, a AP. “Se espera que haya de 10 a 20 pacientes por año”. Estos datos se basan en que Oregón, desde 1998 hasta 2011 se han otorgado 935 licencias para administrar este tipo de fármacos, de las que unas 596 se han usado realmente. En Washington, Estado que implantó la ley en 2009, 103 pacientes terminales han solicitado el tratamiento y de ellos 70 lo han llevado a cabo.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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