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Rusia aprueba casi por unanimidad la ley que prohíbe hablar sobre homosexualidad

El documento permitirá sancionar la información sobre “relaciones sexuales no tradicionales” dirigida a menores El texto consigue 436 votos de una cámara de 450

Manifestantes a favor de los derechos de los homosexuales, este martes frente a la Duma.
Manifestantes a favor de los derechos de los homosexuales, este martes frente a la Duma.EFE

La Duma rusa acaba de aprobar casi por unanimidad (436 votos en una cámara de 450 diputados) la ley que permitirá sancionar la información sobre "relaciones sexuales no tradicionales", es decir, no se podrá dirigir a menores informaciones sobre la homosexualidad. Frente al edificio ha habido hoy martes por la mañana manifestaciones de los activistas en favor de los derechos de gais y lesbianas y la policía ha efectuado cerca de 30 detenciones. Los gais han sido perseguidos y golpeados por representantes de grupos ortodoxos radicales.

"Diputados, proteged al pueblo de los degenerados", se leía en una de las pancartas frente a la Duma Estatal de Rusia (cámara baja del Parlamento) donde apenas sin discusión se ha aprobado ley que prohíbe la propaganda de la homosexualidad entre los menores de edad. En otra pancarta había dos fotos, una de un desfile militar de soldados eslavos, todos con el mismo gesto marcial, y otra de un desfile de gais. "¿En qué desfile participarán nuestros hijos?", se preguntaba en el cartel.

El proyecto, que eleva a rango estatal las prohibiciones ya vigentes en San Petersburgo y algunas otras regiones del país, ha cambiado su terminología y se refiere ahora a la propaganda de las “relaciones sexuales no tradicionales”, en lugar de la mención explícita a la propaganda homosexual. La ley, cuyo origen era un texto más escueto presentado por el Parlamento de Novosibirsk, fue aprobada en primera lectura el 25 de enero pasado. El documento debe después ser aprobado por la Cámara alta (Consejo de la Federación) y firmado por el presidente.

La nueva legislación supone enmiendas en el código de infracciones administrativas que permitirán sancionar a quienes difundan información para formar en los menores “orientaciones sexuales no tradicionales”, o para “presentar como atractivas las relaciones sexuales no tradicionales”. También podrán ser sancionados quienes se dediquen a difundir “la idea tergiversada de que las orientaciones sexuales tradicionales y no tradicionales tienen igual valor social” y quienes “impongan información sobre las relaciones sexuales no tradicionales que provoque el interés por esas relaciones”. Por todos estos conceptos se podrán imponer multas de 4.000 a 5.000 rublos (alrededor de 100 euros) a los sujetos físicos y multas de 40.000 a 50.000 rublos (unos 1.000 euros) a las personas con cargos y multas de hasta 1 millón de rublos o suspensión de actividades durante 90 días a las entidades jurídicas.

Para la segunda y tercera lectura de la ley, el término “homosexualidad” ha sido sustituido por un concepto más amplio y más vago justamente para no hacer propaganda del mismo y, en su lugar, ha aparecido una formula con “más cabida”, según la jefa del Comité de Cuestiones de Familia, Mujeres y Niños de la Duma, Elena Mizúlina. Por su ambigüedad, el nuevo enunciado aumenta las posibilidades de una interpretación arbitraria a discreción de las autoridades. Es más, la ley hace equilibrios verbales de consecuencias inciertas, al establecer que su objeto es “defender a los niños de la información que hace propaganda de la negación de los valores familiares tradicionales”. “Ahora no vamos ni a poder informar de las realidades de la vida porque en cualquier momento nos pueden acusar de violar la ley”, manifestaba una maestra refiriéndose a sus propias dificultades para alertar a sus alumnos sobre las complejidades humanas. “Una parte de mis alumnos llegan con una actitud llena de prejuicios y despreciativa contra las minorías sexuales. Tengo miedo a que me denuncien, si les explico cómo es la vida”, señalaba.

El documento se inscribe en una serie de leyes restrictivas que cultivan precisamente la ambigüedad, desde la que obliga a las Organizaciones No Gubernamentales con actividades políticas a inscribirse como “agentes del extranjero” (espías), a la que regula los mítines y manifestaciones públicas, pasando por la que castiga las “ofensas a los sentimientos religiosos”. En el caso de las ONG no se aclara qué se entiende por actividades políticas y los fiscales ponen la etiqueta de “agentes del extranjero” a centros sociológicos, grupos ecológicos y organizaciones de control electoral. En el caso de la propaganda de las “relaciones no tradicionales”, si el texto de la ley se interpreta al pie de la letra se podría llegar a situaciones bastante absurdas, ya que la expresión “valores familiares tradicionales" podría dar pie a intervenir contra quienes por ejemplo nieguen la familia tradicional musulmana y la poligamia, señalaba una periodista rusa. La nueva redacción del documento es “mucho peor que la redacción aprobada en primera lectura”, señalaba Igor Kochetkov, presidente de la red de gais y lesbianas LGBT.

Los órganos del Ministerio del Interior, es decir, la policía, serán los encargados de poner multas y sanciones, previa decisión judicial, según la diputada Mizúlina, la cual ha subrayado que no se prohíbe la propaganda de la homosexualidad en general entre los adultos y en los clubes especiales.

También se ha aprobado la ley que endurece castigos contra los que ofendan los sentimientos religiosos, con 308 votos a favor, dos en contra y dos abstenciones. Esta ley, aprobada en segunda y tercera lecturas, contempla hasta cinco años de cárcel y multas de 500.000 rublos (más de 4.000 euros) para los que ofendan sentimientos religiosos, y entrará en vigor el 1 de julio. Es la reacción del parlamento a la actuación de las Pussy Riot en el templo de Cristo Salvador. Además, los que ofendan sentimientos religiosos no podrán ocupar cargos públicos durante dos años. Ambas leyes aprobadas en segunda y tercera lectura. Ahora, pasan a cámara alta y después las firma el presidente.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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