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CÉSAR NOMBELA | Rector de la Universidad Menéndez Pelayo

“El posgrado es decisivo para situar a la gente en el mercado laboral”

El rector de la UIMP desde hace cinco meses es también miembro de la Comisión de Bioética

Elisa Silió
Comunidad de Madrid -
El rector de la Universidad Menéndez Pelayo, César Nombela. / Cristobal Manuel
El rector de la Universidad Menéndez Pelayo, César Nombela. / Cristobal Manuel

Hace cinco meses, César Nombela (Carriches, Toledo, 1946), discípulo de Severo Ochoa, catedrático de Microbiología, expresidente del CSIC y controvertido miembro de la Comisión de Bioética, tomó posesión del cargo de rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Se unía así a una larga lista de prestigiosos rectores como el lingüista Méndez Pidal, el ministro Ernest Lluch o el jurista Raúl Morodo. La UIMP, que en invierno tiene su residencia en Madrid, ha hecho las maletas —mobiliario y ordenadores incluidos— para desplazarse al palacio de la Magdalena, en Santander, que acoge sus cursos de verano, hasta septiembre.

Pregunta. Es evidente que muchas universidades han copiado su modelo de cursos de verano.

Respuesta. Al ser la UIMP la primera ha marcado pautas. Existen muchos cursos, pero el tiempo va racionalizando estas cosas. La UIMP ya hace tiempo que creó actividades en otras sedes. Somos una universidad para la alta cultura, la especialización y la investigación que tiene capacidad no solo de desarrollar cursos avanzados, sino posgrados. Tenemos 30 másteres y titulaciones propias, con 1.200 alumnos, y tenemos en estudio otras iniciativas. El ministro Wert plantea que la UIMP debe convertirse en la punta de lanza de la internacionalización.

P. Y ahora que se supone que los grados van a estar focalizados en una salida práctica, ¿estos posgrados pueden completar la formación?

R. Pueden ser decisivos, y lo son cada vez más, para situar a la gente en el mercado de trabajo. El grado universitario, aun cuando se le demande capacidad práctica, tiene que ser sobre todo formativo: configurar unos hábitos de trabajo y unas aptitudes y actitudes intelectuales. Hay que formar para un posicionamiento en el mundo actual en el que la ciencia, la cultura y la sociedad demandan posgrados.

P. No puede negar que hay conferenciantes profesionales de los cursos de verano, que saltan de uno a otro.

R. Hay personas de una categoría y experiencia cultural y científica que durante mucho tiempo tienen algo que decir. Y, naturalmente, son las más reclamadas. Pero uno de nuestros propósitos ha sido renovar. En la UIMP tenemos unas 10 escuelas que llevan nombres de gentes ilustres y aunque el director se mantenga cada año son impartidas por nuevo personal.

P. Su universidad tiene un carácter especial y no se enfrenta al drama económico de otras. ¿Se siente un privilegiado?

R. Formo parte de la Conferencia de Rectores y sé de sobra que mis problemas son diferentes a los de mis colegas. No tenemos una plantilla de profesores permanentes —contratamos expertos que tienen algo que aportar—, pero ellos tienen sus problemas y yo los míos.

P. ¿Y cuáles son los suyos?

R. Tenemos que crear actividad y generar los recursos. Me encontré una situación saneada. Como organismo autónomo de la Administración General del Estado no podemos estar generando deudas a los proveedores, como está ocurriendo en algunas universidades, donde los responsables a veces usan recursos de investigación para pagar otras cosas o viceversa. Hemos tenido que racionalizar nuestra gestión y hemos logrado incrementar el número de cursos y de patrocinio. No es gastar más, sino lo mejor posible y plantear una oferta con el planteamiento coral que ha tenido la UIMP en sus momentos mejores.

P. Cuando presidió el CSIC afirmó que era “prioritario” que volviesen los científicos y asistimos a la mayor desbandada.

R. Asumí la presidencia en el año 1996 y había un cierto paralelismo. La economía tenía que reorganizarse, había mucho paro que afectaba a los científicos y había que cumplir los criterios para entrar en el euro. Me empeñé mucho en un sistema racional de contratar científicos y, a pesar de las dificultades, logré el apoyo del Gobierno. A la ministra Esperanza Aguirre la convencí de un programa de plazas específico para el CSIC y conseguí un implemento sustancial de la plantilla de científicos que todavía muchos recuerdan. Y supongo que me va a preguntar: ¿Qué hay que hacer ahora?

P. Claro. Solo hay recortes y recortes.

R. En la legislatura pasada empezaron los recortes con gran intensidad y nuestras inversiones en I+D+I descendieron en todos los capítulos. Ahora necesitamos recuperar el impulso que tiene que ser en calidad, impacto y rentabilidad. Se necesita que el sector privado invierta más y eso requiere políticas de incentivación de la innovación. Algunos sectores casi tienen el 100% de su facturación en el exterior. Hay que cuidarlo, porque pueden estar las raíces de una superación de los problemas. Pero mientras veamos los datos macros no nos podemos dar por satisfechos.

P. Este declive de la producción científica nos va a pasar factura.

R. Esta etapa no es nada positiva. Desde 2006 debía haber un segundo despegue. Podemos superar la sustitución; muchos científicos españoles que se formaron aquí y continuaron en otro sitio pueden volver. Tenemos los instrumentos y hay que encontrar nuestro lugar en el mundo globalizado.

P. ¿Pero especializándose en alguna cosa?

R. Todas las comunidades científicas se basan en señalar prioridades: la salud, el medio ambiente, la energía… Y en España tenemos recursos biológicos, problemas de temas marinos, la dieta mediterránea que es un modelo en aspectos favorables de nutrición… Tal riqueza de temas que deberíamos de liderar su investigación y especialmente en la universidad.

P. ¿Apuesta porque algunas universidades se centren solo en la docencia, como pide el Comité de Expertos?

R. Las universidades que pueden estar a la vanguardia de la ciencia tampoco son muchas en España como no lo son en otros países. Algunas podían ser mejores en aspectos tecnológicos, otras en producción científica y otras en formación. Hay que reformar en profundidad la gobernanza, la selección del profesorado…

P. ¿Encuentra tiempo para la Comisión de Bioética?

R. No es un territorio pacífico. Hay gentes que piensan que su papel no es exponer una opinión, sino buscar los mínimos…. Soy consciente de que tengo que gestionar una universidad, pero eso no debe impedir que reflexione en estos temas.

P. ¿Van a tratar el tema de la reforma de la ley del aborto en el Comité?

R. No se nos ha solicitado opinión, pero creo que lo harán de cara a las reformas que el Gobierno quiera anunciar. Los comités son consultivos. Si no la piden, de todos modos el comité la dará porque tiene libertad. Soy defensor de la dignidad del no nacido y creo que además no es parcelable y tiene derecho a que se respete su vida y su dignidad.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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