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Campus con problemas de equidad

El nuevo sistema de becas impactará en unas universidades donde las clases humildes ya están infrarrepresentadas La aversión al riesgo puede expulsar a muchos más

J. A. Aunión

La Universidad española tiene aún problemas de equidad. “El 40% de los estudiantes son hijos de aproximadamente solo el 20% de la población: de padres universitarios. Se constata pues que, a pesar del incremento de la población universitaria, en la actualidad no se garantiza un acceso equitativo a la educación superior”, concluye la encuesta Condiciones de vida y participación de los estudiantes universitarios en España 2011. Otro dato: los hijos de trabajadores manuales son el 26% de los estudiantes, pero sus padres son el 48,7% del censo.

Este problema ha sido señalado insistentemente y el nuevo sistema de becas que impulsa el Ministerio de Educación difícilmente ayudará a superarlo, si se escuchan los reparos de los rectores y numerosos expertos al proyecto. La cuestión es si lo empeorará al endurecer los requisitos académicos para obtener una beca (sobre todo, las más cuantiosas) y dividir las cuantías en una parte fija (muy reducida) y otra variable en función de la renta del alumno, las notas y el presupuesto disponible. Y hacerlo, además, en un contexto de crisis y subida del precio de las matrículas.

No se trata solo de los alumnos de rentas bajas que pueden perder la beca y, quizá, abandonar, sino de los que tal vez ni siquiera lo intenten por miedo a perder la ayuda a mitad de camino, por no saber si no llegarán a aprobar la mitad de las materias (obligación de los alumnos desde este curso). “A medida que alguien tiene menos dinero, mayor es la aversión al riesgo”, asegura el profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna José Saturnino Martínez. Todo ello, dentro de un sistema de becas que ya es “débil y limitado”, añade el catedrático de la Universidad de Oviedo Juan Vázquez. “El gasto en ayudas al estudio universitario, que en la media de la OCDE alcanza el 0,3% del PIB, se queda en tan solo el 0,1% en nuestro país”, explica.

En 2008, un estudio de la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid María Gil Izquierdo aseguraba que, entre el grupo de alumnos de rentas más bajas, “el 89% de los estudiantes debería recibir beca y no la recibe”, y en el grupo siguiente de ingresos, el 76%. Gil señalaba como explicaciones la desinformación y “la falta de cumplimiento de criterios académicos”. Porque estos siempre han existido, y lo que hace ahora Educación es endurecerlos.

Aunque finalmente lo hace un poco menos de lo previsto por la fuerte oposición al proyecto. Así, para obtener la gratuidad de la matrícula a la llegada a la universidad, la nota mínima será de 5,5 (en lugar del 6,5). Tampoco serán tan duras como estaba previsto las exigencias de aprobar para mantener esa gratuidad en la carrera (entre el 65% y el 85% de las asignaturas, según el título).

Sí se exigirá ese 6,5 y más aprobados (del 80% al 100%, o entre el 6 y el 6,5 de media, según la carrera) para el resto de becas, las más cuantiosas (suponen más del 70% del gasto en ayudas). Las destinadas a los que deben estudiar lejos de su casa, comprar material o, en el caso de las familias más pobres, compensar que un hijo estudie en lugar de trabajar.

Según un sondeo de Metroscopia hecho para EL PAÍS, casi la mitad de los españoles (44%) se muestra partidario de que la nota de acceso a una beca sea de un 5 frente al 21% que prefiere que sea de un 6,5 y al 31% que se decanta por la vía intermedia del 5,5. “Siguen existiendo limitaciones económicas de acceso a la universidad que se concentran en los grupos sociales más desfavorecidos. Con la crisis, las limitaciones se amplían y pueden explicar la contestación que tiene la propuesta del ministerio”, señala el catedrático de Sociología de la Pablo de Olavide de Sevilla Xavier Coller.

Sin embargo, el ministro José Ignacio Wert rechaza la idea de que los alumnos con menos rentas saquen peores notas. Es cierto, dijo, en las etapas previas, pero las diferencias se van diluyendo hasta casi desaparecer cuando llegan al campus, y aludió a un estudio hecho por el ministerio que lo confirmaba. Este diario solicitó a Educación, sin éxito, ese estudio.

“Existe una brecha importante y estadísticamente significativa en la tasa de abandono tras el primer año de carrera entre los estudiantes ingleses más favorecidos y los más desfavorecidos”, escribían en 2009 los profesores Nattavudh Powdthavee, de la Universidad de York, y Anna Vignoles, de la de Londres. En 2005, la profesora de la Universidad de Pavía Carmen Aina vio algo parecido en Italia: en las familias con menor nivel educativo y más grandes y en los casos de estudiantes que tenían que trabajar, las notas se veían más afectadas. La encuesta de Condiciones de vida de los universitarios de 2011 dice que el 13,1% de los estudiantes españoles trabaja más de 15 horas semanales. Entre estos últimos, con peores resultados, son mayoría los estudiantes de rentas más bajas, explica la profesora de la Universidad de Valencia Inés Soler.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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