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Sorkin no se retracta en la segunda temporada de ‘The Newsroom’

El guionista responde a los críticos: “Espero que echen un vistazo y se lo piensen”

Sam Waterstone, Emily Mortimer y Jeff Daniels, intérpretes principales de The newsroom.
Sam Waterstone, Emily Mortimer y Jeff Daniels, intérpretes principales de The newsroom.

Aaron Sorkin es conocido como el cerebro de Hollywood, la mente detrás de producciones como Algunos hombres buenos, La red social y, sobre todo, como la cabeza pensante que dio forma a esa utopía política que fue El ala oeste de la Casa Blanca. A sus 52 años, uno de los mejores guionistas de Hollywood prefiere compararse al mítico Don Quijote. Y el parecido es razonable ya que, al igual que el ingenioso hidalgo, le dan igual las embestidas o los sinsabores: Sorkin también regresa por más. Y varapalos no le faltan. Porque The Newsroom, la serie que el lunes 15 comenzó su segunda temporada en Canal + 2, se ganó al público, con una media de 7,1 millones de espectadores en EE UU. Pero fracasó con la crítica, recibiendo algunas de las peores reacciones de su carrera por esta “ficción histórica” narrada desde el seno de una redacción periodística. Sus críticos lo llaman despectivamente “fantasía liberal”. A Sorkin, en lugar de ofenderle, le gusta el término. “Entiendo las críticas y las respeto. Sólo espero que echen un vistazo a esta nueva temporada y se lo piensen. Pero no porque haya cambiado nada, porque sería un error como escritor hacer algo solo por complacer a los críticos”, reconoció a este periódico.

Por eso Sorkin prefirió mostrar sus cartas y abrir las puertas del estudio a EL PAÍS en el último día de rodaje de la segunda temporada. Poner las cartas sobre la mesa, pero cuando la suerte ya está echada. Un decorado que, situado en los estudios Sunset Gower, en el corazón de Hollywood, es totalmente real y donde todo funciona. No hay cartón piedra: es equiparable a las redacciones de la CNN, MSNBC o Bloomberg, esas que visitaron para “robar lo mejor de cada una” y construir así (por 1,5 millones de euros) la sede de ACN, el canal de noticias que es el centro de la serie.

El canal es ficticio pero las noticias no lo son, y en esta temporada cubren un periodo cercano, de agosto de 2011, dos semanas después de donde concluyó la historia de la primera temporada, hasta las últimas elecciones presidenciales estadounidenses, las del pasado noviembre, noche en la que transcurre el último episodio (desgranado en dos partes). “Sigue siendo un drama que tiene lugar en horas de oficina, como cuando ves una serie de hospitales, de abogados o de policías. Solo que en nuestro caso son periodistas”, le quita hierro al tono político de un episodio criticado entre los republicanos por liberal y entre los liberales por utópico y moña.

“Mis personajes tratan historias que el público conoce, pero no ellos”

“No se puede satisfacer a todos”, dice Sorkin mientras mantiene el entusiasmo, el mismo que le llevó a fracturarse la nariz mientras escenificaba uno de sus personajes. Como recuerda, se trata de un “drama histórico” donde lo narrado es tan reciente que cualquiera puede recordarlo. “Y ese es el mejor de los elementos, que se siente auténtico. Mis personajes no viven en una realidad paralela sino en esta. Y tratan noticias que el público conoce. Pero no ellos. Como diría Hitchcock, ese el mejor ingrediente para el suspense”, se regodea.

Todo es tan real en el rodaje que se utilizan hasta siete cámaras, cuatro de ellas de televisión que alimentan los monitores que se ven en la redacción como si se tratara de un verdadero plató de televisión. Jeff Daniels y Emily Mortimer, (el periodista y presentador Will McCavoy y la productora MacKenzie McHale en la serie) ruedan sus escenas de manera simultánea cuando están realizando alguno de los noticiarios y a estas alturas el resto del reparto, desde Sam Waterston a Olivia Munn pasando por John Gallagher o Alison Pill son los extras mejor pagados dado que la pasión de Sorkin por los diálogos ágiles, rápidos e interminables ha convertido el plató en una jungla de cristal donde se puede seguir a todos los personajes mientras dicen su texto y además se les necesita de telón de fondo. “Y te diré que gente como Dev Patel es bueno cuando actúa pero como extra es todavía más increíble”, bromea de uno de los actores más jóvenes del reparto, que tiene su mesa de despacho llena de objetos que él mismo lleva, como esa garra de gorila de broma, un pequeño Totoro o sus construcciones con clips.

El despacho de McAvoy es más sobrio, decorado por profesionales y lleno de fotos con presidentes, y ahí Daniels, sentado detrás de su mesa, es el vivo retrato de su personaje. “Mi admiración está con Brian Williams aunque eso no quiere decir que mi personaje esté basado en él”, comenta de uno de los presentadores más conocidos de la televisión estadounidense, del que sí que ha robado su forma de sentarse delante de la cámara. “Lo de leer las noticias del teleprompter es todo un arte”, asegura, aunque sus compañeros afirman que Daniels nunca lee sino que memoriza los textos. “Es cuestión de práctica y de encontrarles la música, el ritmo, como a los textos de Neil Simon, de David Mamet o de William Shakespeare si te pones”, añade.

Jeff Daniels interpreta al periodista Will McCavoy.
Jeff Daniels interpreta al periodista Will McCavoy.

Mortimer sonríe cuando agrega que hay que echarle más tiempo al trabajo dado que los guiones, que Sorkin escribe en su totalidad, sobrepasan en más de 20 páginas la extensión habitual. “Mi único deseo es rodar mis escenas al final de la última jornada para contar con nueve días para aprenderlo”, bromea.

Lo malo llega cuando el cerebro de Hollywood se atranca, como le ocurrió en esta segunda temporada. Al tercer episodio, Sorkin se estancó. El vacío fue tal que el autor tuvo que pedir sopitas y negociar con HBO, productora de la cinta, un breve descanso de producción que le permitiera revisar el guion y retocar con nuevas escenas los episodios ya rodados. La broma costó varios millones de dólares, aunque no tanto como los 7,6 millones de euros que costó en la tercera temporada de El ala oeste de la Casa Blanca el retraso del rodaje para poder incluir un episodio que hiciera referencia a los sucesos del 11-S. También le ha costado a The Newsroom un episodio completo, reducida a nueve entregas. Aún así Sorkin pasea la temporada por el nacimiento del movimiento Ocupy Wall Street, la campaña electoral estadounidense, la condena a muerte de Troy Davis o el décimo aniversario del 11-S entre otros temas. Además de esa ficción inspirada en la realidad que es la llamada operación Genoa y que recuerda al escándalo en el que se vio envuelta la CNN en 1998 cuando la cadena tuvo que retractarse de una información no debidamente contrastada que acusaba al Gobierno de EE UU haber utilizado armas químicas. En aquella ocasión corrieron cabezas. ¿Y en The Newsroom, se trata de un adiós? Habrá que esperar a saber si el público o la crítica aceptan de mejor grado este nuevo intento de Sorkin aunque, sea cual sea el veredicto, el autor lo seguirá intentando. “¿Que los medios lo hacen mal? Por supuesto. En alguna ocasión todos lo hacemos. ¿Qué a veces priman la audiencia sobre lo que es importante? Claro. No son ONG. Pero yo no estoy aquí para decirle a nadie cómo tiene que hacer su trabajo. Sólo para escribir una fantasía de lo más libre sobre el mundo del periodismo”, concluye con todas las cartas sobre la mesa.

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