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Tepco admite vertidos al mar desde el desastre

Tepco ha ofrecido nuevos datos sobre el nivel de radiactividad, muy superior al permitido La central intenta contener la fuga de de 300 toneladas de líquido radiactivo de un tanque

Elena G. Sevillano
Fotografía facilitada por TEPCO que muestra una fuga de agua.
Fotografía facilitada por TEPCO que muestra una fuga de agua. EFE

Los tanques que almacenan el agua contaminada no tienen más fugas. De momento. La Autoridad Reguladora Nuclear de Japón (ARN) ordenó el pasado miércoles revisar los 350 contenedores construidos del mismo modo que el que sufrió este martes un derrame de 300 toneladas (300.000 litros) de líquido muy radiactivo. Lo hizo tras admitir Tepco, la operadora de la central nuclear de Fukushima, que había tardado horas en detectar la fuga: los tanques, levantados a toda prisa para dar cabida a las grandes cantidades de agua que se están usando para enfriar los reactores, carecen de indicadores de volumen, así que solo cuando aparecieron charcos en el exterior se supo lo que había sucedido.

Tepco anunció este jueves en un comunicado que ha encontrado dos puntos con alta radiactividad en dos contenedores, pero en superficies secas. Podría tratarse de pequeñas —están casi al 100% de su capacidad— fugas previas.

La preocupación se centra ahora en el destino final de los vertidos de agua contaminada: el océano Pacífico. A la fuga del tanque ocurrida esta semana se suman las filtraciones que han venido produciéndose desde el terremoto y el tsunami que arrasaron la planta en marzo de 2011. Tepco ofreció ayer nuevos datos sobre la contaminación que ha vertido a la bahía frente a la central. Desde mayo de 2011 —es decir, no ha contado los dos primeros meses tras el accidente— 30 billones de becquerel de material radiactivo (cesio y estroncio) podrían haber ido a parar al océano, según informó la televisión pública japonesa NHK, citando un informe de Tepco, que recordó que la cifra es “decenas de veces superior” a los límites permitidos.

El agua contaminada que se acumula en los sótanos de los edificios de los reactores supone el problema más acuciante de la central. Son 400 toneladas diarias, que proceden del agua de mar usada para refrigerar los núcleos fundidos de los reactores y también de las filtraciones que llegan desde acuíferos subterráneos cercanos que se cuelan por las grietas que dejó el tsunami. Este agua sucia se bombea, se trata, y se va almacenando en tanques. Imágenes de satélite tomadas en los últimos dos años muestran como buena parte de la superficie de la planta se ha ido llenando de estos contenedores. En total hay unos 1.000. Iguales que el accidentado, 350. Estos últimos son menos robustos que los anteriores; están hechos de planchas de acero atornilladas y selladas, pero no soldadas, según explicó un experto a Reuters.

Pese a que en un primer momento Tepco descartó que la fuga del tanque hubiera llegado al mar, este jueves portavoces de la eléctrica citados por NHK explicaron que temen que el vertido se haya escapado hacia la bahía a través de una zanja de desagüe situada a apenas 50 metros del contenedor accidentado. “No podemos negar la posibilidad de que el agua contaminada esté llegando a las zanjas. Por tanto, no podemos negar que el agua contaminada esté llegando al océano”, dice en las imágenes un portavoz de Tepco.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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