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José Luis Pinillos, mentor social de la Psicología académica en España

Está considerado como el principal difusor de la Psicología académica en España

José Luis Pinillos en agosto de 1994.
José Luis Pinillos en agosto de 1994.Carlos Yague

José Luis Pinillos, considerado como el principal difusor de la Psicología académica en España, murió en la mañana del lunes en Madrid. Estuvo casado con Elvira Laffon, vinculada a la Institución Libre de Enseñanza y al Colegio Estudio. Con ella tuvo cinco hijos. Había nacido en Bilbao en 1919, en el seno de una familia de la burguesía local. Tras estudiar el bachillerato y culminarlo en 1936, le sorprende la Guerra Civil y se alista como voluntario en el bando franquista. Concluye la contienda con el grado de alférez provisional. Impulsado inicialmente por una vocación militar, decide alistarse en la División Azul, contingente de tropas enviado por Franco a Rusia para apoyar la ocupación nazi de la Unión Soviética.

De regreso a España —donde confiesa haber sobrevivido con 1.500 pesetas que le facilitó su abuela y mediante colaboraciones periodísticas sobre crítica de arte— inicia en Zaragoza sus estudios de Filosofía, los dos cursos de comunes, que completará más tarde en Madrid. Al finalizar la carrera presentará su tesis sobre El concepto de sabiduría en santo Tomás, bajo la dirección del escolástico tomista Sánchez de Muniaín. Orientado hacia el pensamiento y la metafísica —según algunos discípulos suyos su verdadera vocación fue la filosofía—, marcha a Alemania, a la Universidad de Bonn, donde en 1949 se integra en el Instituto de Psicología que dirige Hans Gruhle, recién repuesto en su cátedra tras ser purgado por los nazis. Este le disuade de permanecer en Alemania y Pinillos se encamina a Inglaterra, donde se incorpora a la escuela de Hans Eysenck. A su regreso a Madrid, en 1953, se integra en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publica en la revista de la institución, Arbor. Vuelve a Madrid, donde colabora con José Germain en la organización de la Escuela de Psicología Aplicada y Psicotecnia, fundada en 1953, el primer centro español donde se imparte un plan de estudios específico de esta disciplina.

Pese a una breve estancia en la Universidad de Caracas durante 1961 tras un roce con el régimen, ese mismo año regresa a España y gana la cátedra de Psicología General de la Universidad de Valencia, aunque desarrolló casi toda su carrera docente en la Complutense de Madrid, cuya cátedra de Psicología obtuvo por concurso en 1968. La materia se hallaba entonces encuadrada en las especialidades que se impartían en la Facultad de Filosofía. En 1971 se crea para esta disciplina un campus propio en Somosaguas y en 1980 se le reconoce facultad y estatuto universitario propios. Desdeña inicialmente ocupar la cátedra, pero posteriormente se avendría a ello. Oficiarían a su lado como profesores adjuntos de Psicología general Enrique Lafuente, Javier Bandrés y Juan Bautista Fuente, entre otros docentes. De aquella etapa data una frase suya: “En esta época, en filosofía, solo se puede ser o marxista o tonto, y yo no soy marxista”.

Heredero de la tradición iniciada en 1879 por el alemán Wilhelm Wundt, padre de la psicología experimental, Pinillos se pertrecha de una erudición filosófica, psicológica, científica, literaria y artística considerada extraordinaria por sus allegados.

Gracias a su celebridad, algunos de sus numerosos libros logran grandes éxitos editoriales, como fue el caso de su Introducción a la psicología, manual con el que generaciones de estudiantes tomaron su primer contacto con la especialidad, y cuya 24ª reimpresión en Alianza Editorial es de 2010; así como otro libro de divulgación psicológica, publicado en la colección RTVE editada por Salvat, La mente humana, de la cual se vendieron decenas de miles de ejemplares. Pinillos ha sido definido como un psicólogo humanista, si bien él desdeñaba tal adjetivación. En el terreno ideológico se definía como liberal conservador.

El catedrático de psicología en 1997.
El catedrático de psicología en 1997.santi burgos

Dotado de gran autoridad en medios políticos, en las postrimerías del franquismo, durante una conferencia pronunciada en la Cámara de Comercio de Madrid, a propósito de los cambios políticos dijo a la sala: “Mientras el motor inmóvil permanezca así, no habrá cambio alguno” y dirigiéndose al delegado gubernativo, presente en la sala, le aclaró: “Hablo en sentido aristotélico, claro está”.

En otra ocasión, durante la jornada del 23 de febrero de 1981, fue llamado por el Gobierno de los subsecretarios que encabezaba Francisco Laína para ver qué actitud había que seguir respecto al golpista Antonio Tejero, encerrado en el Congreso asaltado por él y sus guardias. Pinillos, cuenta un allegado suyo, dijo que no podía abandonar su domicilio por hallarse un familiar enfermo. “¿Qué podemos hacer?” le preguntaron. Pinillos aconsejó: “Creo que no se debe asaltar el Congreso, porque ello enardecería a los ocupantes; pienso que se debería ir poco a poco suministrándoles información para persuadirles así del fracaso que les espera y de la falta de salida a su actuación, hasta lograr su desmoralización”.

Cobró gran notoriedad su test psicológico, sus trabajos sobre formación y selección de personal para empresas y diferentes trabajos sobre tráfico, además de colaboraciones de su especialidad para el Ejército del Aire y la OTAN. Aplicó la estadística a sus estudios. Fue receptivo respecto del psicoanálisis. Gran parte de las cátedras españolas de Psicología fueron atribuidas por tribunales presididos por él. La psicología académica española debe a Pinillos su inserción en la vida universitaria y su ascendiente social.

Era académico de la Española a partir de 1988, tras no resultar elegida su candidatura el año previo. Fue premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales y Humanidades en 1986. Gozó de gran ascendiente también en medios universitarios iberoamericanos. Con Sánchez Asiaín rigió el Colegio Libre de Eméritos. Jubilado en 1986, la última fase de su creación intelectual la consagró al estudio de la posmodernidad. De esta época data su El corazón del laberinto, crónica del fin de una época. Colaboró en numerosos medios, señaladamente el diario ABC, así como en revistas de ciencia y pensamiento. Hombre de talento, lúcido y con gracejo, de alta capacidad docente, cosechó una autoridad humanística que medios conservadores situaron en la estela de Gregorio Marañón y José Ortega y Gasset.

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