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cumbre del clima en varsovia

El clima extremo cuesta 148.000 millones al año y va a más

El Banco Mundial calcula que invertir antes de los desastres ahorraría hasta un 50%

Juana Viúdez
13 millones de personas se han visto afectadas por el tifón Haiyan, según estimaciones de Naciones Unidas.
13 millones de personas se han visto afectadas por el tifón Haiyan, según estimaciones de Naciones Unidas.ODD ANDERSEN (AFP)

El Banco Mundial, organismo de Naciones Unidas que procura asistencia financiera a países en desarrollo, hizo público ayer un estudio que cuantifica los efectos de fenómenos meteorológicos extremos —sequías, inundaciones, tifones— y concluye que invertir antes de los desastres en infraestructuras y edificios de los países en desarrollo conllevaría un ahorro de hasta el 50%. Las pérdidas relacionadas con el clima han aumentado desde los 37.000 millones de euros anuales en la década de los 80, hasta cerca de 148.000 millones de euros durante la última década, según datos del grupo alemán de seguros Munich Re. El total de daños llega a 2,8 billones de euros entre 1980 y 2012. De ellos, el 74% se relaciona con las condiciones meteorológicas extremas.

Las conclusiones buscan convencer por la vía económica a los Gobiernos de primeras potencias, como Estados Unidos o Australia, que ya han mostrado reticencias a adoptar un sistema de ayuda urgente, conocido como mecanismo de pérdidas y daños, para socorrer a estos países en caso de fenómenos extremos. Esta fórmula se perfila estos días en la Cumbre del Clima de Varsovia, en la que más de 190 países integrantes de la Convención la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático debaten medidas para frenar las emisiones de gases que producen el calentamiento global.

Entre los fenómenos vinculados al cambio climático está el aumento del nivel del mar, la salinización de las aguas fuentes de agua dulce o las sequías. Los científicos todavía no se han puesto de acuerdo en atribuir los fenómenos meteorológicos extremos al calentamiento global. Sí hay consenso, según los datos aportados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC en sus siglas en inglés), en que contribuye a que esos fenómenos sean más intensos, con olas de calor más cálidas o cambios en la forma de llover que acarrean inundaciones repentinas.

El tifón Haiyan ha puesto de relieve cómo el cambio climático está intensificando la gravedad de los fenómenos extremos”, defendió Jim Yong Kim, presidente del grupo del Banco Mundial. “El mundo no puede permitirse el lujo de poner fuera de su plan de acción la reducción de las emisiones de efecto invernadero, la ayuda a países para prepararse para el cambio climático o los riesgos de los desastres”, añadió. El organismo anunció un préstamo de emergencia de 370 millones de euros para que Filipinas desarrolle su plan de reconstrucción.

Dos de cada tres euros que invierte el Banco Mundial se centran en la prevención y la preparación de estos desastres. Hasta el momento ha ayudado a cerca de 80 países con el apoyo del Fondo Mundial para el Programa Piloto para la Adaptación al Cambio Climático y Reducción del Riesgos de Desastres y Recuperación.

El informe del Banco Mundial aglutina experiencias de décadas de trabajo en la gestión del riesgo de desastres relacionados con el clima y la adaptación al calentamiento global. Aunque estos fenómenos afecten a países ricos y pobres por igual, las naciones insulares y las más pobres de África y Asia son las más vulnerables. Un 85% de las víctimas mortales corresponde a países con ingresos bajos o medios, según datos de julio de 2010 de NacCatService, una de las mayores bases de datos sobre catástrofes naturales.

El huracán Thomas, que devastó Santa Lucía en 2010, acabó con el 43% del PIB de la nación caribeña. En el cuerno de África, una prolongada sequía que terminó en 2011 y que, en su punto álgido dejó a 13 millones de personas con escasez de alimentos. Las pérdidas totales solo en Kenia ascienden a 8.900 millones.

“Hemos colocado la gestión del riesgo de desastres entre nuestras líneas prioritarias de trabajo”, asegura Rachel Kyte, vicepresidenta de desarrollo sostenible de esta entidad. “Sabemos que hay mucho que podemos y debemos hacer para reducir su impacto”, añade. Un buen ejemplo de la prevención se encuentra en el estado de Odisha, en India, donde un ciclón de categoría 5, dejó 10.000 muertos y 3.329 millones de euros en daños. Catorce años más tarde, la tormenta Phailin, con una intensidad muy cercana, golpeó el mismo tramo del Estado, pero esta vez con resultados diferentes. Menos de 40 víctimas y unos 518 millones de euros en daños.

En este caso, la región consiguió prepararse para aumentar la resiliencia —capacidad para afrontar la adversidad y lograr adoptarse a las tragedias— frente a condiciones climáticas externas. Para ello utilizó sistemas de alerta temprana o ejercicios anuales de tormenta. El Estado invirtió en nuevos refugios contra ciclones, rutas de evacuación y fortaleció diques costeros.

Cada vez más países, entre los que destacan Colombia, Filipinas, India, México o Samoa, están preparando sus propios planes de resilencia al clima y a sus desastres. Pero, según el trabajo, todavía quedan muchos desafíos

Los retos más importantes siguen siendo de carácter institucional. “La comunidad internacional debería de dar ejemplo proporcionando la financiación necesaria”, destaca el trabajo.

La Cumbre del Clima de Varsovia termina el viernes, aunque es ya una costumbre que no se alcancen los acuerdos hasta el sábado. Los participantes discuten cómo se aportarán los 100.000 millones de dólares (74.844 millones de euros) asignados al Fondo Verde para el Clima y que deben estar listos cada año a partir de 2020 para compensar efectos del cambio climático en países en desarrollo.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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