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MEDIO AMBIENTE

Un vertedero en el fondo del mar

Diez años de investigación revelan gran acumulación de basura en los lechos oceánicos europeos Organismos internacionales alertan del daño al ecosistema

Elena G. Sevillano
Un recipiente de plástico flota bajo el agua frente a la costa de Marsella.
Un recipiente de plástico flota bajo el agua frente a la costa de Marsella. Sami Sarkis / age fotostock

Naciones Unidas estima que cada año 6,4 millones de toneladas de basura acaban en los océanos de todo el mundo. Aves marinas, tortugas y mamíferos mueren al ingerir o enredarse en objetos de plástico, redes de pesca y otros residuos peligrosos. La degradación de algunos de ellos genera microplásticos que pueden contaminar toda la cadena alimenticia. El impacto más visual de esta suciedad marina son las gigantescas islas de plástico que flotan en varios océanos, como el llamado séptimo continente, un impresionante vertedero marino en el Pacífico al que se supone una superficie de entre tres y siete veces España. Pero, ¿qué ocurre en el lecho marino, allí donde nadie ha buscado esa basura?

Un estudio publicado ayer en PLOS One da respuesta a la pregunta. Varios equipos de investigadores de toda Europa han estado más de una década tomando muestras en 32 puntos repartidos por el Atlántico, el Ártico y el Mediterráneo. Y han encontrado que la basura generada por el hombre está en todas partes: desde las playas hasta los fondos marinos más profundos y más remotos. Lugares tan recónditos que ni siquiera se habían explorado hasta entonces. “En muchos casos, estas han sido nuestras primeras visitas. Ha sido sorprendente comprobar que nuestra basura ha llegado allí antes que nosotros”, resume Kerry Howell, de la Universidad de Plymouth (Reino Unido).

Bolsas de plástico, botellas, redes de pesca, madera, vidrio y todo tipo de metales aparecieron en profundidades que van de los escasos 35 metros del Golfo de León hasta los 4.500 del cañón submarino de Cascais. Se encontró basura cerca de la costa, en la plataforma continental, pero también a 2.000 kilómetros del litoral, en la dorsal mesoatlántica, la cordillera submarina que divide el océano de norte a sur. Los autores del trabajo, procedentes de 15 instituciones científicas europeas, destacan que el alto coste y las dificultades técnicas de tomar muestras en las profundidades marinas habían impedido hasta ahora obtener un mapa de los lugares y los tipos de basura de los océanos. Y, por extensión, de conocer el alcance del problema.

Fuente: Plos One.
Fuente: Plos One.

A Joan B. Company, investigador del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), no le parece que sea una exageración llamar vertederos a los océanos. “Tenemos el fondo del mar lleno de basura. Es como un sumidero”, asegura. El trabajo ha encontrado que un 41% de los residuos son plásticos; un 34%, redes de pesca; otro 7% corresponde a metales; un 4%, vidrio; un 1% clinker (residuo de la calcinación de metales) y un 13%, otros tipos de basura. La densidad se ha medido en número de objetos encontrados por hectárea. “Imagínese que en la superficie de un campo de fútbol, una hectárea, a 2.000 metros de profundidad, donde no tendría que haber absolutamente nada, encontramos 30 objetos, desde una botella de vidrio a un bidón de metal o una red de pesca. Yo creo que es grave”, añade.

El equipo de Company investigó desde el cañón submarino de Blanes, delante de la costa de Barcelona, hasta Creta. Desde dos buques oceanográficos del CSIC lanzaron al fondo redes de arrastre de pesca, con las que se atrapa desde pescado hasta la basura más inimaginable. “Hemos visto de todo. Desde una taza de váter hasta la caja de un bote salvavidas de un avión F-15, pasando por una cartera con documentos que la Policía de Creta creyó que pertenecía a un hombre desaparecido un año atrás”, explica, y añade que en algunos puntos extrajeron más basura que biomasa. Mientras el equipo del CSIC contó a mano lo que salió de las redes de arrastre, el resto de investigadores emplearon principalmente vídeos con imágenes submarinas tomadas por vehículos operados a control remoto.

“Desde que hace 20 o 25 años empezamos a estudiar la ecología de los grandes fondos marinos vimos que había basura. Sabíamos que estaba allí, y que en algunas zonas era realmente grave. Había que cuantificarla, y hacerlo a nivel europeo”, dice Company. “No se puede limpiar a 1.000 metros, así que no hay otra solución que prevenir. La basura no tiene que llegar allí”, añade. Lo saben bien en la Unión Europea, que incluyó el problema de la basura marina en la directiva marco de estrategia marina de 2008, y la ONU, que lo califica como “desafío global”. Los líderes mundiales firmaron en la Conferencia Rio+20 sobre desarrollo sostenible un compromiso “para reducir significativamente en 2025 la cantidad de desechos marinos y así prevenir daños al medio ambiente costero y marino”.

Coto a las bolsas

La Unión Europea se ha propuesto eliminar antes de 2019 el 80% de las bolsas de plástico que se consumen actualmente. El Parlamento Europeo ha exigido a los Estados miembros que tomen medidas para evitar que cada ciudadano de la unión emplee, de media, 200 al año. La Eurocámara plantea, por ejemplo, que se impida la distribución gratuita en supermercados y otras superficies, o que se establezcan tasas o impuestos. Mientras algunos países han conseguido reducir el número de bolsas, en otros se siguen entregando gratis y su consumo es muy elevado.

Cada año 8.000 millones de bolsas de plástico acaban en la basura, y eso significa que en parte también acaban en el mar. Solo el 6,6% se reciclan, según datos de la Comisión Europea. El daño medioambiental es enorme. Las tortugas marinas pueden perfectamente confundir una bolsa con una medusa, una de sus comidas favoritas. El plástico también se pega a los corales. Una bolsa de plástico tarda siglos en degradarse, y se va fragmentando en trozos minúsculos. Estudios recientes muestran que el zooplancton ingiere estos minúsculos trozos de plástico, que así entran en la cadena trófica. "Es prácticamente imposible encontrar un animal marino que no tenga restos de plástico en su organismo", asegura Ricardo Aguilar, director de Investigación de Oceana. "En más del 90% de las inmersiones que hacemos encontramos basura o aparejos de pesca. Plásticos, latas, baterías de coche, pilas, incluso lavadoras. Y una de las principales basuras son las bolsas de plástico", añade.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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