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Angel Aghili | Presidente de Avele

“Si no apostamos por el futuro, el futuro seguirá sin nosotros”

El presidente de la asociación española de difusión del vehículo eléctrico pide más compromiso a empresas y Gobiernos

Thiago Ferrer Morini
Angel Aghili, presidente de Avele.
Angel Aghili, presidente de Avele.

Angel Aghili habla bajo y pausado, pero lo hace con convicción. El presidente de Avele, la Asociación Española para la Difusión del Vehículo Eléctrico, cree que, por fin, la tecnología del vehículo eléctrico e híbrido está aquí para quedarse. Y advierte a los Gobiernos y fabricantes europeos: si no actuamos ahora decididamente en pro del vehículo eléctrico, su desarrollo, y los beneficios que genera, acabarán en otra parte.

Pregunta. ¿Puede decirse ya que el coche eléctrico está aquí para quedarse?

Respuesta. Esta vez sí. Así lo dije en noviembre del año pasado en la inauguración del Congreso del Vehículo Eléctrico en Barcelona, frente al ministro Soria. En esta edición estuvieron presentes 4.000 personas, entre ellas 1.500 científicos de 58 países. Recuerde que los vehículos eléctricos no son algo nuevo; existen desde principios del siglo XX. Pero esta vez, tanto fabricantes como gobiernos, sobre todo los gobiernos europeos, están poniendo mucho dinero en investigación, más de 450 millones de euros. En California se está machacando a favor del coche eléctrico. Y eso quiere decir que no hay marcha atrás. Esa es mi esperanza.

P. Las dos principales barreras a la expansión del coche eléctrico han sido la autonomía y el precio de las baterías. El Departamento de Energía de EE UU, en un informe, preveía que el precio de la electricidad en las baterías de automóvil bajaría de los 200 dólares (150 euros) el kilovatio hora antes de 2020. ¿Cree usted que se llegará a ese precio antes?

R. Hay que tener en cuenta que durante cien años el desarrollo de las baterías eléctricas se ha retrasado por razones de interés económico. Y sería una ilusión considerar que podemos recuperar ese tiempo perdido en tan poco tiempo. Pero sí que hemos avanzado mucho en estos últimos diez años. Un ejemplo, que cuento muchas veces, es el de las baterías de móvil. Pero la tecnología no es solo las baterías. No se puede tener un camión eléctrico porque no vas a ir por ahí con un camión cargado de litio. Es necesario acelerar y facilitar la recarga de las baterías. La tecnología de inducción tiene muchas posibilidades: cargar el coche sin necesidad de enchufarlo. Lo hemos experimentado en la línea 16 de los autobuses de Málaga.

P. ¿Las ciudades se están adaptando al vehículo eléctrico?

R. Depende. Pongamos que el culmen de la adaptación al vehículo eléctrico está en los países nórdicos, especialmente en Noruega. Ese país es el segundo donde más coches eléctricos se venden en Europa, después de Francia, ¡pero en Francia hay muchísima más población! En todo caso, las cosas están cambiando. Recuerdo que cuando llegué a España un carril bici era algo inconcebible, porque la bicicleta era algo de pobres, algo del pasado. Ahora el ayuntamiento que no se preocupa por la bicicleta es un ayuntamiento atrasado. Así que existe un cambio de actitud.

P. ¿La actitud del consumidor también ha cambiado? ¿Cuál cree que es el factor que pesa más al consumidor a la hora de adquirir un coche eléctrico?

R. Hay que hacer llegar a los consumidores la idea de que la fiesta ha terminado y ya no se puede usar un todoterreno para llevar a los niños al colegio. Nuestro criterio sobre cómo movernos debe cambiar: andar, ir en bicicleta, compartir el coche.

P. ¿Qué papel tiene Europa en el desarrollo del vehículo eléctrico? ¿No cree que se está quedando algo atrás que EE UU y Japón?

R. La vieja Europa sigue teniendo su encanto y, aun hoy, la tecnología alemana es la tecnología alemana. Europa tiene su papel, sobre todo en lo que se refiere a la investigación. ¡Pero debe actuar ya! Los países nórdicos, como Dinamarca y Noruega, investigan sobre tecnología eléctrica y se benefician de ella. Países como Alemania, e incluso España, podrían hacer lo mismo. Las empresas europeas deben pensar en el futuro y no en el mercado. No se pueden parar, sobre todo porque no hay tiempo.

P. Las características de las motos y ciclomotores coinciden con las de la movilidad eléctrica: son vehículos pequeños y de uso urbano. ¿Usted cree que se está haciendo lo suficiente por desarrollar esta tecnología?

R. Habrá gente que hable mal de los chinos, pero ellos están actuando muy bien y muy rápido en ese sector. China ha sido muy inteligente. Se ha dicho: somos un país al que la naturaleza no ha dado petróleo para nuestros 1.200 millones de habitantes, pero toda esa gente tiene que moverse de casa al trabajo y del trabajo a casa. Y tienen una tecnología que funciona muy bien. Yo tengo un escúter chino del año 2008, con baterías de plomo, y todavía anda perfectamente, de mi casa a mi despacho. Los fabricantes europeos deben estar atentos, porque de la tecnología pequeña y sencilla se pasa a la grande y de prestigio.

P. Es un toque de atención a los países y fabricantes europeos, pues.

R. Desde luego. Después de que Google anunciara que va a diseñar un coche autónomo y eléctrico estuve en una reunión en la embajada alemana. Y les dije que si Google invierte en esta tecnología, es por algo. El siglo XXI va a sacar adelante la tecnología del coche eléctrico lo queramos o no. Y si no apostamos por el futuro, el futuro seguirá sin nosotros. Y nadie quiere perderse esta oportunidad.

P. ¿Qué esperan ustedes de los próximos años?

R. No somos profetas. No podemos predecir cuál será el desarrollo tecnológico. Llevo 35 años en el sector y sé que en ésta tecnología no se pueden hacer previsiones. Estamos en plena revolución industrial, la cuarta, y entre los pilares de esa revolución están la informática y el cambio energético. Las energías renovables y el nuevo uso de la energía están aquí. 172 países no pueden depender de 17 países y cinco multinacionales. La independencia energética para Europa y el mundo es la clave para salir de la crisis actual. Y esa revolución necesita quien la defienda, quien establezca un pensamiento y un criterio. Una vez tengamos claro ese concepto, la tecnología lo acompañará.

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