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De la prisión a la cocina

Interior y La Caixa firman un acuerdo para capacitar a reclusos en la etapa final de su condena

Mariano, de 50 años, en el curso de cocina.Foto: atlas
M. A. T.

José Luis solo sabía freír un huevo y ahora los bizcochos le salen "de maravilla". ¿Y el gazpacho? "Vamos, ¡perfecto!". Lo cuenta así, sin ápice de duda, antes de regresar al lugar donde duerme todos los días: el centro penitenciario Victoria Kent, en el distrito de Arganzuela (Madrid). Tiene 45 años y es un recluso, pero dice que más importante es lo que quiere ser: un ayudante de cocina. Acaba de terminar un curso de formación de 200 horas y, desde entonces, es uno de los 12.200 internos que desde 2005 han participado en Reincorpora, un programa de reinserción laboral que financia La Caixa.

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La entidad financiera —que este año destinará 4,1 millones de euros a esta iniciativa— y el Ministerio del Interior han firmado este martes un convenio para llevar el plan a otros 1.360 presos de todas las comunidades autónomas. Los reclusos deben encontrarse en la fase final de su condena, en la que se les permite salir de prisión. La formación se enfoca, principalmente, en el área de servicios: jardinería y agricultura, hostelería y cocina, restauración y limpieza.

Danny, de 31 años, aprendió a preparar comida mediterránea, "muy distinta" a la de su país, Colombia. Paco, de 35, destaca que ahora "corta cebollas y pela patatas", cuando antes solo sabía de informática. Mariano, de 50, estaba en el sector de la construcción y ahora se decanta por el salmorejo y las patatas a la importancia. Y José Luis, el de los bizcochos, añade que ahora todos comen muy bien. Los cuatro hicieron las prácticas de cocina en Mónico Catering, de La Casa de Mónico, en Aravaca (Madrid).

El programa incluye un curso de formación, la realización de un proyecto de servicio solidario; el paso final es entrar en la bolsa de empleo

Los reclusos —que han pasado previamente por un proceso de selección— deben cumplir con el itinerario. Así se le llama a la fase, de entre 6 y 10 meses, que incluye un curso de formación fuera del centro penitenciario y la realización de un proyecto de servicio solidario. El paso final es entrar en la bolsa de empleo de La Caixa. "Lo que se está ofertando a las empresas no es un interno. Es un trabajador", dice Ana Domínguez, jefe del Servicio de Inserción Laboral de Trabajo Penitenciario. En una sociedad donde uno de cada cuatro ciudadanos está en riesgo de exclusión social y pobreza, ella destaca que el 42% de los internos que participaron en el programa el año pasado haya sido contratado.

Ninguno quiere hablar de su pasado. Nadie quiere recordar por qué acabaron allí, en Victoria Kent, pero todos esperan encontrar un empleo. Solo Mariano aceptar ser fotografiado y, entre broma y broma, promociona sus nuevas aptitudes gastronómicas: "Todo me queda estupendo. Hasta me gusta a mí".

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Sobre la firma

M. A. T.
Redactora de la Mesa Digital de EL PAÍS. También ha trabajado en la sección de España y en la Edición de América. Antes fue reportera en el diario ‘El Universo’ y en Radio City, en Ecuador. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil y máster en Periodismo de EL PAÍS.

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