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PAISAJES SINGULARES

Donde los críos mandan mucho

Umbrete (Sevilla), el pueblo de los niños, tiene una de las tasas de natalidad más altas gracias a la llegada de cientos de familias jóvenes durante los años de bonanza

Cristina Galindo
Niños de la escuela de verano en el colegio público Príncipe Felipe, en Umbrete (Sevilla).
Niños de la escuela de verano en el colegio público Príncipe Felipe, en Umbrete (Sevilla).Laura León

Sentado en el salón de una casa de reciente construcción, frente al colegio que dirige, José Amores responde sin pensarlo dos veces: “Es por el agua... ¡ciudadín no la bebas!”. Se ríe. No hay ninguna evidencia científica que avale las supuestas propiedades fertilizantes que este profesor atribuye, de broma, al líquido que emana de los grifos en Umbrete (Sevilla), uno de los municipios con la tasa de natalidad más alta de España. “Bueno, el agua, y los años de bonanza económica”, aclara apoyado en el sofá de Francisca Romero, madre de Paula, Laura e Isidoro, una de las familias del pueblo.

Los buenos tiempos pasaron por Umbrete, como por casi todo el país, en forma de boom del ladrillo. Más allá del casco viejo, donde se conserva con cariño buena parte de la arquitectura tradicional andaluza, se levantaron media docena de urbanizaciones modernas. Su principal reclamo: estar a solo 15 kilómetros de Sevilla, a 15-20 minutos en coche. Y sobre todo: pisos a precios asequibles, más que en otras localidades vecinas un poco más cercanas a la capital. “El pueblo se llenó de familias jóvenes, recién casados con ganas de tener hijos”, explica la concejal de Igualdad y Asuntos Sociales, Encarni Morón. Entre la población autóctona, además, siempre ha existido una fuerte inclinación hacia las proles numerosas. “La mayoría quiere tener por lo menos tres”, añade. La familia media en Umbrete ha sido tradicionalmente bastante extensa. Y entre los descendientes ha calado el dicho: “Donde comen dos, comen tres”, y cuatro y cinco y seis...

Con hasta 20 nacimientos por cada mil habitantes, Umbrete duplica la tasa de natalidad española. El censo ha pasado de 5.038 habitantes en 2001 a 8.636 en la actualidad, según el Ayuntamiento (PSOE). El 20% son menores de 12 años. En un país en el que el número de defunciones superará el de nacimientos en 2017, el prolífico Umbrete es un caso que destaca. Tal es el tirón que tienen los niños que, en 2010, Unicef le otorgó el título de Ciudad Amiga de la Infancia, por sus numerosas actividades para los más jóvenes, sus 25 parques, con fuentes a la altura de sus bajitos usuarios, y sobre todo por tener un Consejo Municipal de la Infancia, formado por 12 niños que cada dos meses se reúnen con representantes municipales para compartir preocupaciones.

El 20% de la población es menor de 12 años; hay 25 parques, tres colegios, un instituto y cuatro guarderías

Las familias numerosas brotan como champiñones, como la de Estefanía Jaén Fernández, de 26 años y madre de cuatro hijos: Erika (dos años), Christian (tres años), Aroa (cinco años) y Nerea (ocho años). “¿Que si en mi casa dormimos por la noche? Pues sí, porque los llevo muy rectos”, asegura. Están ahora los cinco en la piscina, el padre se ha quedado en casa. También está la abuela, María José Fernández, que con 46 años tiene energía para ayudar a su hija. Son las cuatro de la tarde, pero el calor está dando una tregua.

En plenas vacaciones de verano, la plaza de la Constitución está llena de niños. Unos se comen el bocadillo y beben leche con cacao en la cafetería; otros juegan cerca del Arco, el monumento símbolo de Umbrete, construido en el siglo XVIII para comunicar la nueva iglesia con el palacio que los arzobispos tenían en la villa. Se ven varios carritos con bebés. “Lo llevo al centro médico para una revisión”, comenta una joven que planea tener, “como mucho”, la parejita. “Tengo dos y ya está bien”, afirma otra.

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Una de esas familias jóvenes que decidieron mudarse a Umbrete es la de Laura Faura, de 34 años. “Vivíamos en Tomares [una localidad cercana, de 25.000 habitantes] y en 2005 decidimos venir aquí, porque es un pueblo pueblo, muy seguro, muy volcado con los niños y con los pisos muy asequibles”, explica. “La calidad de vida es muy alta”, asegura. Ella y su marido tienen tres hijos.

Es fácil encontrar familias con hasta siete hijos (la media española está en 1,3 hijos por mujer). Lo difícil es reunir a todos sus miembros para una entrevista. El profesor José Amores ha echado mano de su agenda y lo ha intentado: “He hablado con varias familias. Están todos, como se dice por aquí, espotricaos: dos hijos con la abuela materna, dos con la paterna, uno en el campamento, otro en la piscina..., imposible reunirlos a la vez”.

Estefanía Jaén, con sus cuatro hijos en la piscina de Umbrete.
Estefanía Jaén, con sus cuatro hijos en la piscina de Umbrete.LAURA LEÓN

Su colegio es el Ruperto Escobar; es el mayor centro de la localidad (550 alumnos) y también el más antiguo. El incremento de la demanda les obligó a convertir la biblioteca en un aula; después se habilitó un barracón en el patio, finalmente se impulsó la apertura de una nueva escuela, Arcu (arco en latín), donde estudian otros 400 jóvenes. Hay un tercer colegio, el Príncipe Felipe (300 estudiantes), además de un instituto (400) y cuatro guarderías.

“En el colegio se portan bien, pero aquí en casa..., esto es territorio comanche”, bromea Francisca Romero. Sus trillizos tienen 11 años. “En Umbrete ha habido los últimos años una oleada de nacimientos”, coincide. “Es un pueblo con buenos colegios, muchos parques, actividades para niños, pisos a buenos precios y cerca de Sevilla, y muy seguro”, opina.

Estefanía Jaén lo confirma: “Puedes dejar abierta la puerta de casa o el coche, y nadie roba; todos nos conocemos y todos nos ayudamos”, añade mientras extiende las toallas de baño de los críos, personalizadas cada una con la fotografía de su dueño. “Es la única forma de que no se peleen por ellas”, justifica.

Francisca Romero destaca un elemento, según ella, clave: “Aquí las mujeres tienen una mentalidad muy abierta a ser madres”. En su caso, tener trillizos supuso dejar el trabajo en unas oficinas para centrarse en el hogar. Ahora, una década después, cuenta que es la crisis económica y su edad (51 años) lo que le impide reengancharse al mercado laboral.

Ese irrefrenable deseo de maternidad no parece haber hecho mella en Rocío Sepúlveda, de 30 años. Ayuda a su padre en un estudio de fotografía. “Soy la excepción, no tengo hijos; en la calle donde vivo hay un montón de bebés”, dice. Después de las bodas, el negocio que más tira es el de las fotos para niños. “Hacemos de media 10 fotos de carné al día”.

“Si no hay más niños es porque la crisis económica ha frenado la natalidad”, opina el profesor José Amores, cuya peregrina teoría sobre el papel del agua en la tasa de fertilidad deja en el aire la duda de si no será mejor, por si acaso, beberla embotellada.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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