_
_
_
_
_

“En misiones como ‘Rosetta’, Europa supera a la NASA”

El experto apunta que la La forma de pato de goma del cometa al que ha llegado la nave ha sido toda una sorpresa para los científicos

El ingeniero espacial Diego Rodríguez.
El ingeniero espacial Diego Rodríguez.samuel sánchez

Mientras la nave espacial Rosetta se está acercando estos días cada vez más al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, los científicos e ingenieros de la misión están muy pendientes de las operaciones y de los retos que aún tiene por delante esta sonda de la Agencia Europea del Espacio (ESA). Diego Rodríguez no es científico, no es de los que analiza los datos que envía la Rosetta para comprender cómo son estos objetos del Sistema Solar, pero, como ingeniero directamente implicado en su desarrollo, es de los que han hecho posible el viaje espacial. Es el director del Departamento de Espacio en Sener, una empresa española de ingeniería, y personalmente está muy directamente implicado en Rosetta desde hace más de dos décadas, cuando, cuenta, tuvieron que inventar una misión insólita partiendo casi desde cero. “En misiones científicas, la ESA va por delante de la NASA”, afirma Rodríguez totalmente convencido.

Pregunta. Rosetta tiene varios ‘primera vez’. ¿Por qué es tan especial?

Respuesta. Es la primera misión específicamente dedicada a un cometa con el objetivo de captar todos los datos científicos posibles, incluyendo la toma de muestras. Se han hecho otras antes a cometas, pero de sobrevuelo, y no es lo mismo que la nave pase cerca del objeto celeste o que, como en este caso, se quede allí con él. Y la instrumentación que lleva la sonda no tiene nada que ver con las anteriores... ni en las cámaras, ni en los detectores ni, por supuesto, en el módulo de descenso Philae.

P. ¿Cuáles son las principales dificultades de esta misión para la ingeniería espacial?

R. Son muchas. Lo primero es que los cometas tienen órbitas muy elípticas y, en su recorrido, varía mucho la distancia el Sol y la velocidad en cada punto, lo que significa que la nave, al viajar con él, tiene que soportar niveles de radiación solar muy dispares. Además, el 67P/Churyumov-Gerasimenko tiene muy poca masa, así que en las maniobras que hace Rosetta a su alrededor no puede beneficiarse de la atracción gravitatoria, por ejemplo para entrar en órbita, sino que tiene que operar con su propia energía.

P. Y además es un cometa poco conocido.

R. Si. Fíjese la sorpresa que ha supuesto esa forma que tiene de patito de goma que hemos visto ahora. Ni siquiera tenemos buenos datos de su superficie.

P. Con la llegada de Rosetta a las proximidades del cometa el pasado 6 de agosto, ¿ha terminado lo más crítico de la misión?

R. No. La diversión continúa. Ahora estamos en una fase en que la nave se va acercando al cometa, hasta situarse a unos 30 kilómetros. El primer objetivo es hacer un mapa detalladísimo de su superficie y conocer sus propiedades mecánicas para elegir el lugar de descenso, en noviembre, del Philae, que es el mayor riesgo de la misión.

P. ¿Y mantenerse un año junto a un cometa cada vez más activo al acercarse al Sol?

R. No es un problema grave. El coma y la cola del cometa son enormes y la densidad local de partículas que los forman es muy baja. La superficie del cometa tiene materiales de hielo que se subliman cuando empieza el calor (al acercarse al Sol), y de vez en cuando se desprenden partículas, pero no salen disparadas sino que se van separando de poco a poco, a bajas velocidades relativas. Así que no hacen mucho daño a la nave.

P. Para los científicos Rosetta es una misión fascinante por lo que descubrirán de los cometas. ¿Qué tiene de especial para un ingeniero?

R. Una característica de las misiones de ciencia como esta es que nunca hay dos iguales, los problemas que se presentan siempre son nuevos. Hay dos áreas de trabajo diferentes: una es la propia sonda y en este caso los científicos dicen al ingeniero lo que quieren hacer y a partir de esos requisitos los ingenieros desarrollan la sonda. La otra parte es el diseño de los instrumentos científicos, algo que cada vez está más integrado en la labor de los investigadores, por lo que son los propios institutos los que diseñan los aparatos y la industria entra como colaborador para construir esos instrumentos. Es una simbiosis muy productiva y con Rosetta se produjo en España una explosión de esta colaboración. Para los ingenieros de Sener fue la primera experiencia importante de trabajo con los científicos codo con codo.

P. ¿Qué aporta Sener en esta misión?

R. Tiene una participación muy relevante tanto en la faceta industrial como en la científica. Para Sener Espacio, el programa de ciencia de la ESA es el programa más importante. Somos una empresa atípica en el sector porque estamos muy volcados en el programa de ciencia, que supone hasta el 50% de la facturación. Como ingeniería estamos bastante alejados de lo que es una fábrica; nuestro potencial se ve cuando hay que hacer un sistema nuevo, que requiere varias disciplinas (sistemas de control, electrónica, software, óptica...). En las últimas tres décadas, Sener ha participado en todas las misiones científicas de la ESA.

P. ¿De qué se han encargado en Rosetta?

R. Hemos trabajado tanto en la nave como en la instrumentación. En la nave se planteó uno de esos problemas nuevos... Rosetta estuvo a una UA del Sol al principio; y en otras fases de la misión se aleja hasta cinco UA. Teniendo en cuenta que la radiación solar varía con el cuadrado de la distancia, hay momentos en que la sonda recibe tanta radiación como en la atmósfera terrestre (algo más de un kilovatio por metro cuadrado), mientras que cuando se aleja, recibe un 4% de esa radiación. Y con esas variaciones térmicas tenemos que mantener los equipos dentro de la nave en un rango de temperatura de +45 grados como máximo y pocos grados bajo cero de mínimo. Se diseñó un sistema de como de cortinas venecianas para cubrir la superficie externa de la nave, con unas varillas que cambian sus propiedades ópticas y térmicas según la cara expuesta al exterior, de manera que en algunas fases logras que el calor generado internamente salga y en otras se guarda dentro. El mecanismo para manejar esas cortinillas exteriores y los materiales empleados son trabajo de Sener. También hemos hecho los mástiles que permiten mantener separados (unos pocos metros) los magnetómetros así como paneles de protección de algunos instrumentos. En los equipos científicos hemos colaborado en el sistema Osiris con dos cámaras, las que nos están proporcionando esas imágenes tan bonitas del cometa, con el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), y en el instrumento Giada, que mide las propiedades mecánicas de las partículas que se desprenden del cometa.

P. ¿Cómo se diseña y construye un equipo para que funcione una década después del lanzamiento de la nave, tras recorrer millones de kilómetros por el Sistema solar?

R. Trabajamos con niveles de seguridad muy superiores a lo normal. Se conoce muy bien para cada componente cuál es su rango de funcionamiento... su límite de tensión, de temperatura... y se diseña para que cada aparato funcione muy por debajo de esos límites, sin estresarlo. En condiciones normales, si uno trabaja con esos límites todo costaría una fortuna, pero si una misión que cuesta 1.300 millones de euros, como esta, fallar por un problema de fiabilidad de un componente... no nos lo podemos permitir. Otro método es introducir redundancia, equipos duplicados.

P. Europa, con la ESA, hace misiones espaciales científicas muy avanzadas, algunas que ni siquiera acomete la NASA pese a contar con menos presupuesto.

R. En las misiones de ciencia la ESA va por delante de la NASA. Europa tiene un programa, el Cosmic Vision, que es un excelente ejemplo de planificación de misiones científicas y su tasa de éxito es muy elevada. Pero hay dos áreas en las que la NASA va muy por delante: el programa de exploración robótica y el de vuelos tripulados. En robótica, lo que hizo el Jet Propulsion Laboratory con el Curiosity en el descenso en la superficie de Marte fue increíble, un trabajo impresionante de ingeniería... Eso requiere una capacidad tecnológica altísima que exige mucha inversión. Pero la exploración robótica está llegando a tal nivel de complejidad que creo que en el futuro solo se va a poder abordar en cooperación internacional, por ejemplo, la misión de traer muestras de Marte.

P. ¿España tiene un buen nivel espacial?

R. España explotó espacialmente en los noventa, con la aparición de empresas que empezaron a participar en las misiones con un buen nivel, y ahora sin duda está entre los grandes del espacio en Europa. La ESA tiene un efecto multiplicador porque entrar en sus programas te da conocimiento, saber hacer, un nivel tecnológico...

P. ¿Ha influido la crisis y los recortes?

R. En el programa científico de la ESA no porque es obligatorio, la cuota se fija proporcionalmente para cada país y uno no puede recortar su contribución. Pero en otros programas, como el de observación de la Tierra, estamos notando las dificultades derivadas de los recortes en nuestra participación porque ha disminuido la posibilidad de participar en misiones. Ahora se intenta recuperar el tiempo perdido con los 344 millones de euros aprobados por Industria para programas de la ESA, pero los recortes en los años pasados han roto la continuidad necesaria, continuidad que nosotros perdemos y que mantienen otros países, otras empresas competidoras. Cuando una empresa pierde su posición en un programa, la ocupa inmediatamente otra. Por eso es gravísimo perder trenes por culpa de un recorte aunque sea puntual. En este sector es esencial la continuidad y la estabilidad para mantener la competitividad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_