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El alumnado de máster cae por primera vez tras la subida de tasas

Desciende en torno al 8% en las universidades públicas presenciales El sobrecoste para repetidores en plena crisis empuja a muchos a abandonar la carrera

El exalumno valenciano José Antonio Belda no se podía permitir esperar varios meses hasta cobrar la beca.
El exalumno valenciano José Antonio Belda no se podía permitir esperar varios meses hasta cobrar la beca.PACO GRAU

Empezar una carrera universitaria ha sido más caro este curso en la mayor parte de España, pero continuar en el segundo ciclo, en un máster oficial, ha sido mucho más caro, con una subida media de 1.000 euros en buena parte de los títulos en un contexto de profunda crisis económica. Así, por primera vez desde su creación hace algo más de seis años, los másteres han perdido alumnos en las universidades públicas. A falta de datos oficiales, según las cifras provisionales facilitadas a EL PAÍS por 40 de los 48 campus públicos presenciales, ha caído en torno a un 8%, es decir, tendrían unos 6.700 estudiantes menos. La UNED, la universidad pública a distancia, ha absorbido una parte de esa caída —con 1.200 alumnos más—, pero no lo suficiente como para evitar ese primer descenso.

En la parte de los grados (las nuevas licenciaturas y diplomaturas adaptadas a Bolonia), con encarecimientos más moderados, la matrícula ha subido un 1,5% (la mitad que un año antes, según el cálculo, este sí, oficial). Sin embargo, los campus están detectando que el cóctel formado por el aumento de precios (mucho más para los que repiten asignaturas), la crisis y el endurecimiento de los requisitos de notas mínimas para acceder a una beca está empujando a muchos jóvenes a abandonar, al menos temporalmente, los estudios ya iniciados.

Cuando el Gobierno aprobó el año pasado el nuevo sistema para establecer los precios, la gran preocupación se centró en la posible subida en los grados. “Pero no prestamos la atención necesaria a la subida que se establecía para los másteres, muy grande en esta situación de crisis”, apunta Josep Joan Moreso, rector de la Pompeu Fabra y responsable de asuntos académicos en la Conferencia de Rectores (CRUE).

La subida media, según el Ministerio de Educación, para los másteres generales, es del 69%. Los precios oscilan entre los 1.590 euros por curso en Galicia hasta los 4.290 en Canarias. Los másteres para acceder a una profesión regulada (como profesor de secundaria o varias ingenierías) son más baratos y, en general, suben menos, pero en Cataluña, por ejemplo, han aumentado un 68% (hasta costar 2.400 euros) o un 35% en Madrid (2.100 euros). “Habrá que analizar los datos definitivos, pero mi impresión es que la bajada de alumnos de máster es por la subida de precios”, afirma Moreso, que añade que, probablemente, se ha notado mucho que para los alumnos extranjeros no comunitarios el coste se llega a multiplicar por dos en algunos campus.

La barcelonesa Serena Roca quería estudiar una carrera, pero es muy caro; está estudiando una FP.
La barcelonesa Serena Roca quería estudiar una carrera, pero es muy caro; está estudiando una FP.ISABEL MARQUS

El vicerrector de Estudiantes de la Universidad de Zaragoza, Fernando Zuleica, explica que en Aragón solo se han encarecido los estudios de grado el equivalente al IPC, y en ellos la matrícula se ha incrementado ligeramente. Pero en máster, tras doblarse el precio hasta llegar a una media de 3.000 euros, la bajada ha rondado el 20%. Zuleica calcula también un fuerte descenso de alumnos latinoamericanos.

Alejandro Reyes (22 años) tuvo que abandonar el pasado octubre el Máster en Prevención de Riesgos Laborales en la Complutense cuando lo acababa de empezar. El segundo día de clase se enteró de que el curso no costaba los 1.700 euros que le dijeron cuando se había matriculado a principios de julio, sino más de 3.900. Ese era el nuevo precio que había fijado la Comunidad de Madrid en un decreto sobre la subida de tasas universitarias publicado a finales de julio. "Si ya era un esfuerzo al principio, pagar casi el doble era imposible”, dice este joven que vive con sus padres: ella, ama de casa; él, jubilado. Ahora, Alejandro pelea para que le devuelvan los 880 euros que ya había adelantado por la matrícula.

El nuevo sistema de precios públicos aplicado desde este curso establece que los alumnos de grado tienen que pagar la primera vez que se matriculan entre el 15% y el 25% de lo que cuestan los estudios (el resto está subvencionado), porcentaje que aumenta para los repetidores hasta llegar al 100%. En los másteres que no conducen a una profesión regulada, debe ser entre 40% y el 50% en primera matrícula, y hasta el 100% para los no comunitarios.

Como la inmensa mayoría de las universidades no tienen preparadas las cuentas para aplicar ese cálculo, cada autonomía ha hecho lo que ha querido. En los grados, las hay que han congelado precios (Asturias y Galicia) o que aumentado, como otros años, en torno al IPC: Navarra, Aragón, Andalucía, La Rioja, País Vasco, Extremadura y Cantabria. Pero otras, como Madrid, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Canarias y Cataluña, han subido a partir de un 20%. En Cataluña, la subida ha sido de hasta el 67%; sin embargo, los alumnos pagan en función de su renta, con lo cual los que tienen menos recursos han llegado a abonar menos que el curso anterior (esa proporcionalidad no se aplica en el máster).

A pesar de todo, la crisis aprieta. Serena Roca —joven de 19 años de Castellar del Vallès (Barcelona)— se ha visto obligada a matricularse en un ciclo de FP superior Enfermería en vez de en la carrera de Ciencias Políticas que quería. En casa son cuatro bocas a mantener con unos ingresos de poco más de 1.000 euros al mes. El padre es autónomo y tiene una empresa en números rojos y la madre cobra una pensión por discapacidad. “En la universidad no me tramitaron la beca porque me dijeron que no me la darían. Decían que con estos ingresos podía pagar la matrícula de forma fraccionada”, comenta.

El cordobés Jesús Ropero se quedó a un aprobado de obtener beca. Sin la ayuda, no ha podido seguir estudiando Ingeniería Informática.
El cordobés Jesús Ropero se quedó a un aprobado de obtener beca. Sin la ayuda, no ha podido seguir estudiando Ingeniería Informática.

A pesar de casos como este, muchos campus mantienen o aumentan la matriculación en primer curso. Sin embargo, notan cómo los alumnos se matriculan de menos materias —“Si antes cogían 10, ahora solo se matriculan de cinco o seis porque saben que la segunda matrícula sale muy cara”, dice el vicerrector de la Universidad de Barcelona Gaspar Rosselló—, o algunos directamente lo dejan a mitad de carrera.

La Pablo de Olavide de Sevilla ha perdido un 10% de alumnos de grado. Su vicerrector de Estudiantes, Modesto Luceño, explica que una parte es por la extinción de las antiguas licenciaturas, pero que la mitad, unos 400, puede atribuirse al encarecimiento de las tasas. Una materia puede costar casi 1.000 euros en tercera matrícula. “Con la crisis, los alumnos se tienen que poner a trabajar para ayudar a sus familias. Y, claro, el rendimiento no es el mismo y muchos repiten. Me cuentan que tienen que abandonar provisionalmente para trabajar, ahorrar y volver cuando su economía se lo permita”, añade Luceño.

Francisco Ropero (24 años) estudiaba hasta el curso pasado Ingeniería Informática en la Universidad de Córdoba. El primer año tuvo beca, el segundo la perdió por suspender más de la cuenta y este año la hubiera recuperado si no hubieran pasado de exigir un 60% a un 65% de aprobados para obtener la ayuda (eso en las carreras técnicas; en Humanidades y Ciencias Sociales ha pasado del 80% al 90%). “Por una asignatura no he llegado”, lamenta Ropero. Así, cuando se vio el septiembre pasado sin ayuda, con su padre, camionero de 56 años, único sustento de los cinco miembros de la familia, en paro, y una matrícula que pasaba de 700 a 1.300 euros (a sumar al alquiler en Córdoba, pues viven en Cabra, a 70 kilómetros), decidió que tenía que dejar, de momento, la carrera.

También tuvo que abandonar la universidad José Antonio Belda, de 20 años, de Ontinyent (Valencia). En junio acabó segundo curso de Veterinaria en la Autónoma de Barcelona y vio que no podía continuar. Sus padres están en paro y sobreviven con los ingresos de sus tres hermanos, que trabajan. “En casa hay lo que hay y sabes que si quieres estudiar te lo tienes que pagar tú”, dice. Este curso hubiera tenido beca, pero la última vez se la pagaron en abril y no podía esperar tanto. Ahora busca trabajo para ahorrar y poder volver a abrir los libros.

Para evitar casos como el de José Antonio, muchas universidades públicas —en un contexto de recortes en universidades de 1.200 millones desde 2010— han creado o reforzado planes de ayudas propias para rescatar casos de extrema necesidad por el retraso en la concesión de las becas o porque recientemente la situación familiar ha empeorado mucho (las ayudas siempre se basan en la renta familiar del año anterior). Por ejemplo, las universidades de Barcelona, la Autónoma de Barcelona o la de Burgos. En la Autónoma de Madrid ha aumentado su fondo social de 89.000 a 500.000 euros, asegura Esaú Fernández, de la Delegación de Alumnos de la Facultad de Medicina.

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