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¿Sobrevivirá el cometa Ison a su cita con el Sol?

El objeto alcanzará los 5.000 grados al acercarse mañana a la estrella

El cometa Ison, fotografiado desde el Observatorio del Teide.
El cometa Ison, fotografiado desde el Observatorio del Teide.j.c. c. (iac.es)

La auténtica hora de la verdad para el cometa Ison está muy cerca. Puede que mañana por la tarde, al pasar junto al Sol casi rozándolo, se rompa y se vaporice; pero puede que sobreviva y ofrezca, unos días después, un buen espectáculo en el cielo del final de la noche. Incluso cabe la posibilidad de que se fragmente, sin desintegrarse, y que se vean varios trozos de cometa tras el paso junto a la estrella. De momento, el Ison se dirige hacia su cita con la estrella vigilado por numerosos telescopios en tierra y en el espacio. Los científicos, sin datos clave como el tamaño preciso o la densidad del objeto, no pueden anticipar qué sucederá con esta bola de nieve sucia que se descubrió hace algo más de un año, cuando se encontraba a casi 1.000 millones de kilómetros de la Tierra y en trayectoria directa hacia el Sol. Pero no se van a perder el momento de máxima aproximación a la estrella, cuando se acerque hasta 1,24 millones de kilómetros de su superficie. Quieren investigar que pasa y han puesto en marcha campañas de observación las grandes instituciones científicas, la NASA con varios observatorios espaciales, centros de investigación en todo el mundo y astrónomos aficionados.

Viene de la nube de Oort, una ‘envoltura’ en los confines del Sistema Solar

Hace unos días, cuando parecía que no iba a brillar tanto como se esperaba, el cometa Ison sufrió, de improviso, un estallido de actividad y un aumento de su luminosidad que detectaron unos científicos del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), coordinados por José Luis Ortiz. Poco después unos expertos del Instituto Max Planck alemán han obtenido unas imágenes del cometa en las que se distinguen unas estructuras como alas desplegadas de su cabellera; ellos deducen que esas alas aparentes se deben a que se han desprendido uno o más trozos del Ison, pero muchos científicos no están de acuerdo con esta interpretación.

“Ison llega de los confines del Sistema Solar, ha estado viajando un millón de años y está a punto de alcanzar la estrella que ha estado tirando de él durante tanto tiempo”, resumen los expertos de la campaña de observación de la NASA. Es la primera vez que este cometa viaja hasta las proximidades del Sol... y la última: o se rompe mañana debido al intenso calor, la radiación y el potente tirón gravitatorio de la estrella o, si logra sobrevivir, se alejará para nunca regresar.

Ha estado viajando un millón de años atraído por la fuerza gravitatoria

Con unos cuatro kilómetros de diámetro (según estimaciones hechas a partir de observaciones del telescopio Hubble), el Ison, cuyo nombre técnico es C/2012 S1, es un cometa normal en cuanto a composición: una bola de nieve sucia hecha de polvo, partículas de roca y gases congelados, como agua, amoniaco, metano y dióxido de carbono. Al irse acercando a la estrella, los cometas desarrollan una cabellera o coma que es la atmósfera formada en torno al núcleo por materiales que se volatilizan debido a la radiación solar. Cuando están más cerca aún del astro, pueden estirar una gran cola gaseosa que se extiende en el cielo gracias a la radiación y al viento solar.

Ison, como es la primera vez que sufre este proceso en la aproximación al Sol (su estreno en la región central del Sistema Solar se deriva de los cálculos de su trayectoria), “está todavía hecho de materia prístina de los primeros días de la formación del Sistema Solar”, explican los expertos de la NASA. Lo descubrieron Vitali Nevski y Artyom Novichonok, el 21 de septiembre de 2012, desde Kislovodsk (en Rusia), trabajando con la Red Óptica Científica Internacional, cuyas siglas, en inglés, eligieron para bautizar el pequeño objeto celeste. Procede de la nube de Oort, una especie de envoltura en los confines del Sistema Solar compuesta de material residual de su formación, hace unos 4.500 millones de años.

Es una bola de nieve sucia, de roca, gases y polvo y diámetro de 4 kilómetros

“En el momento de su descubrimiento, el Ison se encontraba a 6,29 unidades astronómicas (una unidad astronómica, UA, es la distancia de la Tierra al Sol), es decir, 943 millones de kilómetros, entre las órbitas de Júpiter y Saturno”, explica el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Mañana se producirá el máximo acercamiento a la estrella a las 17.25 (hora peninsular). “Si sobrevive al calor solar, Ison puede convertirse en un gran cometa que se observaría a simple vista en el cielo, a partir de la primera semana de diciembre, en dirección Este momentos antes de la salida del Sol”, explica Miquel Serra-Ricart, astrónomo del IAC. El cometa, si sobrevive al encuentro de mañana, pasará a la mínima distancia de la Tierra el próximo 26 de diciembre, a 64 millones de kilómetros. “No existe ningún peligro asociado al paso de Ison”, recalca Serra-Ricart. “Si el cometa sobrevive a su perihelio [máximo acercamiento al Sol], puede convertirse en un bonito espectáculo celeste en diciembre”.

El Ison es uno de los denominados cometas rozadores del Sol, denominados así porque se acercan tanto a la estrella que raspan su atmósfera exterior, la corona. Se han identificado más de 2.500 desde que, en 1995, empezó a funcionar en el espacio el telescopio SOHO (de la NASA y la Agencia Europea del Espacio, ESA), que ve la estrella 24 horas al día y que está dotado de un coronógrafo capaz de bloquear la luz del disco solar para no cegar los detectores y poder distinguir objetos cercanos a su alrededor. “Son rozadores aproximadamente la mitad de todos los cometas de los que conocemos la órbita”, señalan los expertos de la agencia estadounidense.

Puede vaporizarse o convertirse en un gran espectáculo en el cielo

Los astrónomos solares que trabajan con el observatorio espacial Stereo están deseando que coincida el paso del Ison tan cerca de la estrella con una eyección de masa de la corona, un chorro de plasma magnetizado que sale disparado cuando explota una mancha solar. “Me encantaría ver el cometa afectado por una gran eyección de estas; no lo destruiría, pero nos daría la oportunidad de estudiar las interacciones extremas con la cola del Ison”, señala Karl Battams, astrónomo del Laboratorio de Investigación Naval estadounidense, que participa en la campaña de observación del Ison. En 2007, el cometa Encke soportó una tormenta solar de este tipo, recuerda, pero entonces el Sol estaba en la fase de mínima actividad, mientras que ahora está en un máximo. Y el Ison va a sobrevolar el Sol por el ecuador en una región donde se han detectado varias manchas activas.

Están muy pendientes de lo que pasa los científicos del Stereo, pero también de otros muchos observatorios y sondas espaciales, como la Messenger estadounidense, en órbita de Mercurio, que logró captar el cometa la semana pasada. Incluso el último gran telescopio que se ha puesto en funcionamiento, el radiotelescopio Alma (del Observatorio Europeo Austral, en colaboración con EE UU y Japón), tan solicitado por los astrónomos que compiten por las horas de observación, ha reservado hueco en su plan de estos días para ver el Ison.

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