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"La prioridad de los afganos no son los derechos. Es vivir"

El sociólogo dirige una ONG que usa el teatro para olvidar la guerra

Marifat ya trabajaba a los ocho años para no "morir de hambre"
Marifat ya trabajaba a los ocho años para no "morir de hambre"CARLOS ROSILLO

Una de las cosas que Hadi Marifat asocia a su infancia es el polvo. Salía como pequeñas nubes mientras él, con sus dedos de niño, trabajaba la lana para hacer alfombras en Pakistán. Lo hizo durante dos años, de los 8 a los 10, tras huir con su familia del sur de Afganistán. "No teníamos otra opción si queríamos comer. Mis padres no encontraban empleo. El único trabajo que salía era para los niños. Para ellos era una vergüenza que sus hijos trabajaran para alimentarles, pero la alternativa era morir de hambre en la calle", recuerda Marifat. Acaba de cumplir 30 años y desde hace tres es el director de la Organización para los Derechos Humanos y la Democracia en Afganistán, la ONG que fundó para defender a las víctimas de la guerra en su país.

Su madre, que era profesora, le enseñó a leer y escribir hasta que una organización montó una escuela para refugiados afganos en Pakistán. Los años que había perdido los recuperó pronto. Cursó dos carreras, en Sociología y Ciencias Políticas. "Quería encontrar una explicación a la guerra en mi país, pero la ciencia política venía de Reino Unido, y no se podía aplicar", bromea entre carcajadas. La teoría se quedaba siempre corta. Y él quería ver las cosas de primera mano. Por eso, en 2001, poco después del comienzo de la invasión de la coalición internacional liderada por EE UU para derrocar al régimen talibán, volvió a Kabul.

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No tenía más recuerdos de Afganistán que el de jugar a las canicas con sus amigos en la calle. Llegó a la capital afgana justo el día después de que los talibanes abandonaran la ciudad. "Aún estaban en las afueras cuando llegamos. No me podía creer que aquella fuera la capital. Todo estaba destruido y la gente no se creía que los talibanes se hubieran ido". Junto a los tres amigos con los que se había escapado de Pakistán en contra de la voluntad de sus padres, empezaron a pensar qué hacer. "Decidimos organizar un concierto. Los talibanes habían prohibido la música. Era la forma de demostrar que se habían ido. Fuimos a buscar músicos por la ciudad. Tenía que ser un solo día, pero vino tanta gente, miles y miles de personas, que duró tres días".

El sociólogo dirige una ONG que usa el teatro para olvidar la guerra

Era un ensayo de lo que se convertiría en su misión: hacer del arte un medio para aliviar el sufrimiento de los civiles. Fundó AHRDO y empezó a poner en marcha proyectos teatrales inspirados en la experiencia del Teatro del Oprimido del brasileño Augusto Boal. "En Afganistán tenemos una gran tradición oral y pensé que el teatro podía ser la forma que permitiera a personas de todas las clases sociales expresar su sufrimiento". Marifat habla rápido y olvida en la mesa el té que ha ordenado.

Cuando se le pregunta por la situación actual, por el diálogo con los talibanes en busca de una solución política al conflicto, contesta: "EE UU y el Gobierno no están teniendo en cuenta las consecuencias". La primera, el riesgo de que vuelvan al poder los talibanes. La segunda, otra guerra civil. "¿Creen que los señores de la guerra se quedarán de brazos cruzados?".

¿Y los derechos humanos? ¿Se sacrificarán para conseguir las negociaciones? "La prioridad de los afganos hoy no son los derechos humanos. Quiero decir que es una cuestión secundaria. Lo primero es que no se repita la experiencia desastrosa de los años noventa. La prioridad de las personas es estar vivas. Cuando estás a salvo puedes empezar a pensar en los derechos humanos, en el sistema de salud, en la democracia...".

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