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Primera visión del radar del nuevo satélite europeo ‘Sentinel 1A’

En las pruebas, tras el lanzamiento del pasado jueves, los expertos toman datos de áreas de 20 por 20 kilómetros

Ilustración del primer ensayo del radar del satélite de observación de la Tierra 'Sentinel 1A´.
Ilustración del primer ensayo del radar del satélite de observación de la Tierra 'Sentinel 1A´.ESA

Dos días después de la puesta en órbita del nuevo satélite de observación de la Tierra Sentinel 1A se ha encendido durante unos minutos el radar avanzado de a bordo para comprobar su funcionamiento tras el lanzamiento y los resultados son plenamente satisfactorios, según han informado la Agencia Europea del Espacio (ESA). En este test inicial, realizado el pasado domingo, se tomaron datos sobre áreas de 20 por 20 kilómetros en dos diferentes zonas de la superficie terrestre, un proceso que se utilizará rutinariamente, cuando el sistema esté en plena operación, para determinar la longitud altura y dirección de las olas en océano abierto. El Sentinel 1A, el primer satélite de la nueva constelación europea Copérnico, fue lanzado el pasado jueves en un cohete ruso Soyuz desde la base espacial de Kourou, en la Guayana Francesa. Todo el ascenso del cohete hasta la separación del satélite de la última etapa del sistema de puesta en órbita fue grabado por cámaras instaladas en el lanzador.

“Estoy muy orgulloso de estos resultados iniciales de la misión Sentinel 1 y quisiera felicitar a todos los equipos por el excelente trabajo realizado en la misión y en particular en esta fase de lanzamiento y órbitas iniciales”, señala Volker Liebig, director de los Programas de Observación de la Tierra de la ESA, en un comunicado de este organismo.

Tras el lanzamiento, el satélite realizó la compleja operación de diez horas de duración de desplegar tanto los dos paneles solares (de 10 metros de longitud cada uno), como la antena del radar, de 12 metros. Los primeros datos del radar se recibieron a través de la estación terrestre de Matera (en Italia), una de las tres a las que los Sentinel enviarán la información, incluida la de Maspalomas, en Canarias.

El satélite ahora, una vez completada la comprobación del radar, entra en la fase de ensayo de todos sus sistemas y equipos, que durará tres meses antes de arrancar la operación rutinaria de toma y envío de datos, pero el radar se encenderá mañana mismo para empezar la adquisición de información. La ESA y la Comisión Europea, los dos socios de Copérnico, empezarán a suministrar las imágenes la semana próxima. Para 2015 está previsto el lanzamiento del satélite gemelo de este primero, el Sentinel 1B.

Un español es el jefe del proyecto

El ingeniero español Ramón Torres, de 53 años, es el jefe del proyecto Sentinel 1 en la Agencia Europea del Espacio (ESA) y estaba entre eufórico y agotado el jueves pasado, en la base de Kourou, tras el lanzamiento del satélite en el que lleva trabajando siete años y, desde 2010, como responsable del mismo. Se notaba la tensión cuando, en las actividades del espacio, uno se lo juega todo y prácticamente sin margen de reparación. “Estoy contento de haber llegado hasta aquí, estaba convencido del éxito pero en realidad no lo tienes hasta que el satélite está en órbita”, comentaba.

“Este es el primer satélite de un programa que va a poner la gestión de los recursos naturales a la altura de lo que ya es estándar en meteorología, es decir, proporcional información libre, abierta y fiable, con un suministro sistemático de datos al usuario, que empezará a suministrar información de valor añadido al ciudadano”, comentaba Torres en el centro del control Júpiter de la base espacial guayanesa.

El radar, explicó el ingeniero español, “tiene una resolución en el modo principal de 20 por cinco metros”, pero puede llegar a cinco por cinco en casos excepcionales.

Uniformado con un polo rojo y los emblemas de Copérnico y del Sentinel 1A, como el resto de su equipo desplazado al lanzamiento (son 15 personas en la ESA dedicadas específicamente a este programa) Torres parecía en el centro Júpiter de la base la persona más feliz y satisfecha –y a lo mejor lo era- de los aproximadamente tres centenares de invitados que presenciaron en la base el despegue del cohete.

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